En Aparato Raro tienen claro un rasgo que los distingue en el pop chileno de la segunda mitad de los años '80. Y no es ni la cantidad de letras de canciones irónicas con la que el grupo podía aventajar a colegas como La Banda del 69 o incluso a Los Prisioneros, ni la proporción de sintetizadores por metro cuadrado con que efectivamente superaban a cualquiera de los otros. Es una diferencia que vale hasta ahora, cuando estos hombres se preparan para tocar en la próxima Cumbre del Rock Chileno. La diferencia es que Aparato Raro no ensaya.
-Ensayar tiene que ver con un grupo normal -dice el cantante-. Esto más que un ensayo es una programación.
Programarse en vez de ensayar tiene además todo que ver con la historia del primer grupo tecnopop en Chile. Desde su aparición en 1985, Aparato Raro se destacó gracias a su opción por los teclados y los sonidos programables, en medio de un movimiento que además consistía en aproximaciones tan diversas como el rock inicial y callejero de guitarra, bajo y batería de Los Prisioneros, el after-punk de Emociones Clandestinas, el pop de Cinema, la estilización new wave de Viena, el arco amplio desde reggae a dark de Upa! o los experimentos sonoros de Electrodomésticos, entre otros nombres.
Así de tecnopop, según la denominación de la época, se oyen éxitos como "Calibraciones", "Conexiones televisivas" o "Emociones sin restricciones" en los dos discos grabados por este grupo, Aparato Raro (1985) y Blanco y negro (1987). Son canciones que volverán a sonar en vivo en el mencionado festival (ver recuadro al final de la entrevista) a cargo de la misma alineación fundadora, con Igor Rodríguez (voz, teclados y bajo), Boris Sazunic (teclados y guitarra), Rodrigo Coti Aboitiz (teclados) y Juan Ricardo Weiler (voz y batería), quien luego fue reemplazado por el baterista Mauricio Guerrero a partir del primer disco.
-Esto más que un ensayo es una programación -ha dicho Igor Rodríguez, el cantante-, y es en dos etapas. Primero, programarnos para juntarnos: quién llega, quién vuela, quién aterriza. La segunda programación es la parte eléctrica: cómo nos distribuimos las pistas. Eso también es importante para un grupo como Aparato. Por qué: porque nosotros en los '80 hacíamos todo a pulso. Imitábamos bien el sonido de la grabación. Pero las exigencias del público en ese tiempo eran bastante bajas. De hecho, ponte tú, había grupos con uno o dos teclados, pero un grupo con tres tipos tocando sintetizadores no existía. Entonces bastaba con tocar. Hoy día no basta: son generaciones de gente haciendo electro, tecno, usando (el software musical) Reason, computadores. Entonces no podemos volver a la época del far west y andar a caballo.
-Tenemos que estar a tono -sintetiza el baterista y cantante Juan Ricardo Weiler.
-¿Entonces va a ser como sonaría ahora un grupo de sintetizadores? ¿No van a recrear ese sonido original, vintage, análogo?
-Yo creo que vamos a tener un sesenta por ciento original y un cuarenta por ciento nuevo -estima Weiler-. Más que sonidos nuevos, es interpretar los temas más actualmente. Por lo menos el Coti (Aboitiz) y yo hemos seguido tocando música, participamos en distintas bandas y él está súper al día. Recrear el tema exactamente como en los '80 es a lo mejor desaprovechar los sonidos potentes que hay ahora. El sonido de la batería en esa época era horrible, ahora suena súper bien. Entonces hemos agregado algunos condimentos para que sea más moderno, pero manteniendo la esencia del tema.
Seis canciones en el festival va a tocar Aparato Raro con ese tratamiento, desde "Calibraciones" ("tratamos de hacerlo lo más fiel posible al original, porque es el 'clásico' de la banda", dice Weiler) hasta "Juanito P", del segundo disco, que fue grabado con batería programada y será tocado con batería acústica. "Vamos a usar máquinas, secuencias y loops como cualquier grupo en estos momentos", continúa el baterista, "igual como se hizo en la segunda etapa, cuando después del Blanco y negro el grupo usaba los primeros computadores en el escenario con cosas grabadas. Era típica la foto de Aparato Raro con el computador".
1985 o un sintetizador Yamaha en el living de la casa
En la historia de este grupo hay un rasgo que sí lo aproxima a otros de la misma generación. Tal como pasó con Bandhada o Aterrizaje Forzoso, Aparato Raro se convirtieron al pop en los '80 luego de iniciarse en tendencias previas como el rock sinfónico y el jazz fusión.
La evidencia está en su prehistoria. Tras tocar en el temprano grupo Silueta a comienzos de los '80 con los hermanos Javiera y Ángel Cereceda Parra entre otros músicos, Weiler formó el grupo de música progresiva y jazz rock Ojo de Horus entre 1983 y 1985, según recuerda, cuya segunda formación incluía a los cuatro futuros integrantes de Aparato Raro: Rodríguez, Sazunic, Aboitiz y Weiler, además del bajista Patricio Aravena.
Ojo de Horus se transformó en Aparato Raro en 1985 y con los mismos instrumentos, incluido el primer sintetizador del grupo, un Yamaha modelo CS-60 que pertenecía a Igor Rodríguez. O, en rigor, al padre de Igor Rodríguez. "Lo tenía en el living de la casa y era del papá, que era el arquitecto, tenía mucho billete y se había comprado el Yamaha CS-60, el mismo que tenía Eddie Jobson, el tecladista de (el grupo progresivo inglés) UK", recuerda el baterista. "Y los fines de semana cuando se iba a la playa le pelábamos el sinte al papá para ensayar con Ojo de Horus. Hasta que nos pilló".
-Terminó siendo el sinte de Aparato Raro -concluye Weiler-: el que usaba el Igor y con el que grabamos casi todo el (primer) disco.
-En realidad mi viejo nunca lo tocó -precisa Igor Rodríguez-. Lo compró para la casa, como quien compra un…
-¿… un mueble?
-Como un piano, antiguamente, pero como era vida moderna… Entonces yo aprendí a usarlo.
Ese aprendizaje no fue en Chile, sino en Suiza, donde Igor Rodríguez vivió con su familia entre 1974 y 1980 hasta regresar a Santiago a los diecinueve años. Y donde cultivó sus primeros gustos musicales. "Yo escuchaba mucho Tangerine Dream", recuerda, a propósito de ese histórico grupo de música electrónica alemán iniciado en 1967. "Sintetizadores, sin batería, sólo secuencias: la época de Tangerine Dream más ácida".
-¿Y llegaste a Chile con información, con discos que acá no se conocían?
-Mucha información. Mucha información.
-Sí, me acuerdo de haber ido a tu casa y encontrar los primeros discos de (el guitarrista inglés de rock) Jeff Beck, por ejemplo -dice Weiler.
-Claro. Uno hace la música que puede hacer, pero yo escuchaba otra música mucho más avanzada. Yo sabía que jamás iba a tocar con (el violinista francés) Jean Luc Ponty. Eso ya es una limitante. Pero podía tocar con Juan Ricardo Weiler -sonríe Rodríguez-. Lo cual no era menor.
Weiler y Rodríguez se conocieron al regreso a Chile de este último, quien a la par descubría acá el rock argentino de grupos como Seru Giran en la época. Y fue un encuentro de dos conocedores musicales. "Juan Ricardo tenía una colección de discos increíble", dice el cantante.
-Es que yo soy melómano -agrega Weiler-. Partí a los siete u ocho años escuchando el tema de "Batman"; después en el '70, a los diez años, conocí a Grand Funk, y en todas las fiestas ponían a Creedence, a Cat Stevens, a Neil Diamond, y yo los odiaba. Y por ahí por los trece o catorce años escuché a (los grupos ingleses de rock progresivo) Yes y a Genesis y me quedó la escoba. A los dieciséis años tenía quinientos discos importados que me encargaba de Argentina…
-¿Cómo partiste coleccionando discos? -le pregunta Rodríguez-. Yo nunca supe esa cuestión.
-Solo me fui metiendo -responde el baterista-. Y todos mis compañeros de curso encontraban que yo estaba loco.
-Tú estabas súper avanzado en ese sentido -recuerda el cantante-. Éste abría un closet y (eran) discos, discos, discos…
-A los catorce años me suscribí a la revista "Pelo" y conocí a los grupos argentinos -agrega Weiler-. Me acuerdo de que a los quince fui a ver a Alas con Congreso (el concierto que el grupo argentino Alas, con un joven Pedro Aznar, compartió con Congreso en Chile en 1976). Pedro Aznar tenía dieciséis años, vestido de túnica, parecía Jesús con el pelo largo tocando bajo. Yo era fanático de Miel, del grupo Miel de Juan Carlos Duque (el grupo que el cantante chileno Duque integró con músicos como Lito Benito, Patricio Panussis, Rubén Locke, Hugo Talguía, Fernando Mosquera, Willy Pino, Eduardo Castro, José Romeo y Raúl Aliaga entre 1973 y 1980), cuando hacían onda progresiva. El otro día encontré un caset de un concierto de ellos en el Gran Palace, hablé con Juan Carlos Duque, él vino para acá, lo escuchó y se puso a llorar. Lloraba. Así empecé a coleccionar.
-¿Entonces no quedaste tan asombrado por los discos que traía Igor?
-No, eso nos unió.
-Porque él tenía discos que yo no tenía -dice Rodríguez.
-¿Igor, y tú qué cosas traías de Suiza? ¿Habías escuchado cosas más new wave?
-No, nada con el punk. Mi hermana que es más chica tenía colección de discos punk.
-¿Y tú no?
-No, basura. Sobre todo porque yo leía muchas revistas de música, y era la gran pelea, que "el punk llegó para terminar con los dinosaurios". Y a mí me encantaban los dinosaurios, po.
Ya no más el nido de teclados: la metamorfosis pop
Hay un rasgo adicional que diferencia a Aparato Raro de sus demás colegas de la época, según distingue el mismo Igor Rodríguez.
-Lo que poca gente ha cachado es que hicimos todo en el orden inverso al de una banda normal, que compone los temas, ensaya, empieza a tocar por ahí, después alguien la escucha, la graba y se hacen famosos. Con nosotros fue todo al revés.
En Aparato Raro lo primero que hicieron fue grabar dos canciones, luego sonar en la radio, recién entonces tocar en vivo, después escribir las demás composiciones y al final grabar un disco, según enumeran ambos músicos. Y al inicio de esa cadena hay tres factores.
Uno es el productor Carlos Fonseca, quien entonces tenía la bien provista disquería Fusión en Providencia, era el manager de Los Prisioneros y producía un programa musical en la radio Beethoven. Otro denominador común es la Universidad de Chile, donde gente de grupos como Los Prisioneros, Aparato Raro y también Fonseca coincidieron como estudiantes. Y otro es, de nuevo, el padre de Igor Rodríguez, quien en 1985 no sólo tenía en el living de la casa un sintetizador exclusivo para la época en Chile, sino también una grabadora magnetofónica.
-Descubrí que podía registrar pistas sobre pistas en esa grabadora y hacer una música parecida a la que escuchaba -recuerda Igor Rodríguez-. Y ya estando en la universidad, en primer año, para un ejercicio en una clase, llevé una grabación en una cinta reel. Y Carlos (Fonseca) se interesó y me pidió unas grabaciones para pasarlas en su programa en la radio, donde tocaba a Egberto Gismonti, cosas progresivas que no se conocían, gente muy buena. Carlos fue el primero que cachó que yo hacía ese tipo de cuestiones. Y él fue el de la idea, cuando teníamos el Ojo de Horus, de que adaptáramos esa banda a los sonidos nuevos. "A esto hay que ponerle batería, hay que simplificarlo", nos dijo.
-Como un mes antes (del inicio de Aparato Raro), Fonseca, que cachaba que el Igor estaba haciendo estos experimentos electrónicos, nos agarró al Igor y a mí y nos llevó a Fusión una tarde -complementa Weiler-. La tienda cerraba como a las siete y media: a las ocho estábamos allá. Y a las seis y media de la mañana siguiente nos fuimos para la casa con veinte discos cada uno debajo del brazo. "Escuchen esto", y nos pasó Thomas Dolby, Howard Jones, Depeche Mode, Ultravox…
-Fue un adoctrinamiento.
-En términos artísticos diría que juntamos lo que él nos propuso como sonido, en un gama que vas desde Thomas Dolby a Ultravox, Devo, The Cars. Entonces el sinte (sintetizador) dejaba de ser el flaquito que estaba haciendo un solo atrás con los ojos blancos y pasaba a ser una cosa allá arriba del escenario: protagonista.
-No más Rick Wakeman.
-No, ya no más el nido de teclados, sino que era una cosita chica. Cuando escuchaba a Tangerine Dream yo odiaba a Kraftwerk. Pero de repente ahora era la posibilidad de ser como Kraftwerk, y la tomamos.
-Pero a ustedes que justamente venían de Yes o Tangerine Dream ¿no les chocó este cambio?
-A mí me encantó -dice Weiler-. Kraftwerk nos encantaba.
-Es que entremedio estaban Los Prisioneros -agrega Rodríguez-. O sea, vimos que nuestro compañero de curso (Jorge González) empezaba a tocar con tres palos y nosotros jajajá, pero de repente fue un fervor entre la gente.
-Una vez ellos tocaron en la Parroquia Universitaria y llevaron cien personas -recuerda el baterista-. Y nosotros con Ojo de Horus llevábamos treinta.
-Y nos jurábamos músicos -continúa el cantante-. Nunca hubo un manager, tocábamos para pasarlo bien, pero lo que pasa es que Carlos (Fonseca) es un visionario, y nos tiró la idea de cambiar el estilo por "lo que se usa ahora", y nosotros: lana, morral, ¿cachai? Pero veíamos a Los Prisioneros tocando en (la facultad de) Arte en la Católica, y los raros peinados nuevos y todo ese cuento: "Ah. Por ahí va la cosa".
En esos días Ojo de Horus tocaba en escenarios como la misma universidad o como El Jardín, un lugar en la ñuñoína avenida Irarrázaval en la capital frecuentado por los músicos progresivos y de jazz fusión de la época como Quilín, Evolución y otros. Y a uno de esos conciertos invitaron a dos grupos: una banda de salsa donde Weiler recuerda que cantaba Mauricio Guerrero, futuro baterista de Aparato Raro, y a Los Prisioneros, con Carlos Fonseca como representante.
-Invitamos a Carlos a vernos porque él era el manager de Cometa -agrega Weiler para sumar otro factor: Cometa era el grupo de jazz rock integrado por músicos de mayor trayectoria como Andrés Miquel y luego Andrés Pollak (teclados), Edgardo Riquelme y luego Ángel Parra (guitarras), Marcos Aldana (saxo), Pablo Lecaros (bajo) y Pedro Greene (batería). "Fonseca había hecho un recital de Cometa en el Teatro Apoquindo, y nosotros queríamos llegar a eso, al nivel de Andrés Miquel, Pablo Lecaros", explica el baterista. "Pedro Greene era mi ídolo".
Pero el rumbo a partir de entonces iba a ser el opuesto. Dos canciones pop fueron el primer resultado de la transformación de Ojo de Horus en Aparato Raro, grabadas en el estudio del ingeniero en sonido Alejandro Lyon. Una es "Amores computarizados". "Era el primer tema que hicimos e iba a ser el single", dice Weiler. La otra fue hecha en dos horas que sobraron de la sesión: es "Calibraciones", la canción en la que al comienzo el baterista entona el cántico "loroló-loo, loroló-loo".
Y Weiler recuerda hasta ahora la reacción de Boris Sazunic, el guitarrista, ante la opción de grabar esa voz:
-"Estai loco que vas a cantar esa cuestión ridícula" -dice-. Y tú (se dirige a Igor Rodríguez) seguramente dijiste "Bueno, que lo cante, si total no va a ser single".
"Calibraciones" no sólo fue el single: fue el éxito del disco. No sólo fue el éxito del disco: fue el mayor hit de la historia del grupo. Y no sólo fue el mayor hit del grupo: es un impacto radial de la época del "rock latino" de los '80.
-No teníamos el concepto de single, porque nadie había hecho nada antes -dice Igor Rodríguez-. Los Prisioneros no podían sonar en la radio, el fenómeno con ellos era ir a verlos en vivo. Pero el concepto de single es radial, y nosotros fuimos los primeros en llegar a la radio. O sea, el primer grupo chileno de pop de la época en sonar en las top radio, Concierto, FM, auspiciadores y todo, en castellano, después de Charly (García), porque Charly fue el que abrió toda la puerta, fuimos nosotros. Y a la semana era un hitazo. Teníamos un hit en la radio y teníamos dos temas. Y nunca habíamos tocado en vivo.
Aparato Raro debutó en vivo en el mismo 1985 con una actuación en el aula magna del ñuñoíno liceo Manuel de Salas, junto a Cometa. Después de grabar y sonar en la radio. "Aparato en el fondo se creó como algo experimental, en el laboratorio", concluye Rodríguez. "Fonseca vio el potencial y nosotros a través de lo que había hecho con Los Prisioneros vimos una posibilidad de (piensa)… de engrupir más minas", se ríe. "De llevar más público = más minas. ¿Cachai? Aplausos. Era la posibilidad de acceder a escenarios más importantes".
No hay más que ver a esos locos uniformados: las letras
En esa primera fecha en vivo Aparato Raro estrenó sonido y apariencia modernos. "De hecho hicimos una puesta en escena muy loca", recuerda Weiler, "porque yo había visto un recital de los Missing Persons en que ponían unos papeles plateados. Y tapamos todos los instrumentos con esos papeles. Sólo sobresalían los platillos. Y salimos tocando sobre este mar plateado".
Para entonces el efecto de "Calibraciones" en la radio ya se hacía notar, agrega el baterista. "Lo loco es que en esa semana la torta como que se dio vuelta un poco con Fonseca y fuimos a un par de recitales con Los Prisioneros en los que ellos pasaron a ser nuestros teloneros, en el Stadio Italiano y en el (colegio) Don Bosco, en la Gran Avenida".
-¿Y la Gran Avenida que era el barrio de ellos?
-Sí -dice Rodríguez-, pero si uno cacha realmente, porque yo lo viví, yo estaba ahí porque iba a esos lugares, el éxito de Los Prisioneros fue primero en El Comendador (la sede de una de las facultades de la Universidad Católica). Tocaban, las minas gritaban y todo, y ellos volvían a sus casas en San Miguel y nadie los conocía.
-La Parroquia Universitaria era en Pedro de Valdivia con Bilbao -agrega Weiler, acerca de otro de los lugares donde tocaron Los Prisioneros en la época, en la comuna de Providencia.
-Cuando ellos lograron entrar en la radio se hicieron masivos y todo, y la gente después se hizo una imagen formada de "La voz de los '80" como el hit que sonaba en la época. Pero "La voz de los '80" no sonaba en la radio -afirma el cantante.
Como parte de ese circuito, Aparato Raro tenía sobrado carácter propio que mostrar, en especial en las letras. Una de esas dos primeras canciones, "Amores computarizados", muestra la imaginería cibernética ochentera de la época con rimas entre "transistores" y "monitores", tal como un año más tarde Viena iba a explorar en una canción de su primer disco, "El computador". Al mismo tiempo hay versos bienintencionados como "Cuando estés despierto / cuando haya paz / nos encontraremos con la libertad" (en "Tevetiempo") o "Si eres capaz de matar a un hermano / ya no hay en ti nada de humano" (en "Dulce decepción").
A distancia de grupos más livianos como Engrupo o Nadie en la época, este grupo cantaba "Ya no aguanto ir a Providencia y no entiendo toda esa indecencia (…) Ya no aguanto el rock pesado pues me causa miedo y desagrado" (en "El futuro"), o "Y tú, dulce tontita con tu sonrisita Pep / vives la vida como si fuera un spot de TV / Puntuda, hueca, cuica en la nieve y en el mar / si no sabes pensar entonces sal a bailar" (en "Ultimátum"). Y una marca más clara es cierta mezcla de cinismo y descreimiento en líneas como "Deja ya de arrepentirte de tus pecados, viejo trancado / Si al final lo que tú hiciste otros lo hacen con menos clase" (en "Ultimátum") y sobre todo "No quiero estar en tu sucia guerra / Ni militar ni militante / si he de luchar por mi libertad no transaré mi individualidad" (en "Dulce decepción"), un verso que, en época de dictadura en Chile, servía para fijar distancia del poder, pero también de la resistencia.
No hay mejor señal de esa posturas que la letra original de "Calibraciones", donde Igor Rodríguez canta los versos "Si eres marxista irás derecho al infierno / Si eres fascista eres peor que un cerdo", "No hay más que ver a esos locos uniformados" o "Y te cansaste de gritar 'Y va a caer'", en alusión al grito generalizado de protesta contra Pinochet en los años '80. Y no hay mejor señal de Aparato Raro en el contexto pinochetista de la época que la autocensura aplicada a esa letra para grabarla: porque lo que millones de jóvenes chilenos escucharon por la radio y bailaron en fiestas fue "Si eres sofista irás derecho al infierno / Si eres ciclista eres peor que un cerdo", "No hay más que ver a esos locos almidonados", "Y te cansaste de gritar y nunca ver".
-Eran dos letras -explica Rodríguez-: una que se grabó, que era el hit, que toda la gente escuchaba y bailaba, y otra que le cantabas a la gente en los espectáculos.
-Alguien en el estudio (de grabación) debe haber cachado que ese tema iba a ser éxito, que iba a pasar algo -recuerda Weiler-, y nos dijeron: "Sabís qué: está la raja pero hay que cambiarle la letra porque no puede ir con esas palabras".
-Yo creo que fue Carlos (Fonseca) -conjetura el cantante.
-No sé si Carlos o Max Quiroz (un ejecutivo de EMI, el sello que iba a distribuir el disco) que llegó en ese momento -agrega el baterista.
-Carlos tenía la intuición de que (la canción) tenía que estar en la radio. Y para estar en la radio no podía decir "Locos uniformados". Ni "Y va a caer" -dice Rodríguez con todo pragmatismo.
-En lugar de "marxista" y "fascista" en ese verso ¿ustedes pusieron "ciclista" y…?
-Surfista, creo -dice Rodríguez.
-Siempre lo inventas -agrega Weiler-. Ahora en vivo también inventas cualquier cosa.
-En el caset se entendía que decías "sofista".
-Ah, es que alguien después lo escribió en Internet, puede ser, y puso "surfista" -explica el cantante-. Es "sofista". Lo que pasa es que la palabra para alguna gente no suena, entonces le ponían "surfista".
-¿Igual tenía un sentido haber pueso "sofista" y "ciclista"?
-Yo creo que ahí se la acabó la creatividad -sonríe Weiler.
-En ese tiempo uno pensaba que con "ciclista" se referían a "La Bicicleta", que era una revista de música más "artesanal", como se decía en la época, y ustedes eran más modernos. ¿No?
-Tenís toda la razón: por eso lo puse -dice Rodríguez-. No, es que ahora me acordé. Me estoy acordando, porque después con el pelao que hacía "La Bicicleta", con Godoy (Álvaro Godoy, uno de los editores de la revista) nos conocimos años más tarde, hicimos una especie de pase y nos contamos esa anécdota.
Conexiones televisivas: un aparato en Sábados Gigantes
El arsenal sonoro con que Aparato Raro sostenía esas letras consistía en el citado Yamaha modelo CS-60 que tocaba Igor Rodríguez, un sintetizador Korg M30 monofónico que empleaba Boris Sazunic para tocar los bajos, un inicial piano eléctrico Fender Rhodes de la época de Ojo de Horus y dos sintetizadores Korg modelo Mono/Poly y Sequential Circuits modelo Six-Trak que manejaba Aboitiz, según reconstituyen los mismos músicos.
A esos teclados agregaron luego, sobre todo por cuenta de Aboitiz, un Yamaha modelo DX7, un Emax modelo Emulator comprado en la gira que el grupo hizo a España de 1986, un Roland importado de Japón y hasta un computador instalado en algún momento el escenario. Equipamiento de última generación que contrastaba con la batería acústica de Juan Ricardo Weiler, en un equivalente sonoro nacional al efecto de una canción como "Cars", de Gary Numan.
-Tocábamos con un (teclado) Yamaha que era del papá de Igor, que era lo top de esa época -confirma el tecladista Rodrigo Coti Aboitiz, que se suma en ese momento a la conversación-. Era rico ese teclado. No era programable. Era análogo y tenía algunas funciones rápidas como para cambiar sonidos, como los órganos: eso era lo choro que tenía.
-Todos esos ruidos en la intro de "Calibraciones" eran moduladores de anillo que hacía en directo con ese teclado -recuerda Igor Rodríguez. "Había uno que se llamaba el Mono/Poly", agrega Aboitiz: "me acuerdo porque el Charly García lo usaba y yo quería tener uno. Era un teclado polifónico en seis notas, nada más".
-Pero el Coti partió con un piano enorme -apunta el cantante. "Un Rhodes: un Fender Rhodes", responde Aboitiz. "Todavía tengo la hernia, subiendo la escalera con eso", recuerda Weiler. "El único que venía para acá y tocaba con más teclados era Charly (García), y cuando lo vimos también quedamos asombrados, aunque eran más de acompañamiento. En la música de Charly no eran tan protagonistas los teclados", distingue el baterista.
Con ese instrumental, algo de los inicios en el jazz rock de estos músicos se escucha en los acordes de guitarra y teclados de canciones del primer disco como "El futuro", "Se va el amor" y "Dulce decepción", esta última con un sonido que parece música disco a lo Giorgio Moroder en versión artesanal.
-Es que el Yamaha tenía un delay (un efecto de repetición): todos seguíamos al delay del Yamaha -explica Aboitiz acerca del sonido de "Dulce decepción". Para entonces el tecladista seguía tomando lecciones de piano en paralelo. "En esa época estaba viendo algo de Debussy, con unas escalas que usé en (la canción) 'Post-mortem'", dice.
-Debussy, tienes razón -conecta Rodríguez-. Por eso que suena raro. Y eso nos lleva a Genesis, porque en el fondo Tony Banks (el tecladista de Genesis) era fanático de Debussy. Lo progresivo eran los acordes que hacíamos en "El futuro", en "Se va el amor", pero "Post- mortem" lo hicimos industrial.
La mencionada "Post-mortem" también es un paso más allá porque suena como la única canción con base programada del primer disco, a tono con el aire más robótico con el que Igor Rodríguez canta un panorama post-apocalíptico. "A ésa le hicimos una batería programada, fue un tema bien trabajado con Igor", dice Aboitiz.
Boris Sazunic se escucha a su vez en no pocos solos de guitarra como los de "Se va el amor" y "El tren" y en los acordes y arpegios de "Tevetiempo" y "La ciudad", dos de las mejores canciones del disco, una al final de cada lado del caset original. Y entre lo más característico están los teclados y guitarras sincopados de "Calibraciones" y sobre todo "Ultimátum", que suenan como muestras de reggae o ska tocadas con sintetizadores, al modo de canciones como "Touch and go", de The Cars.
-Nunca pensamos que era ska -dice Rodríguez, que tocaba en su Yamaha esos acordes a contratiempo-. Es lo que te contaba de (Carlos) Fonseca, que escuchamos los discos que estaban sonando, como algo de moda, y hay cosas que llamaban más la atención. A mí me gustó mucho The Cars.
-Porque estaba Police también sonando muy fuerte -considera Aboitiz-. Police tiene eso en la guitarra.
-Oye, pero acuérdate de que a veces (los fans) veían al Coti y era Sting -sonríe el cantante.
-¿Es verdad que fuiste una vez a los dobles de Sting en "Sábados gigantes"? -pregunta Weiler.
-¿Es el mito urbano de Aparato Raro?
-¡No, no, si es cierto! -confirma Aboitiz.
-Sí, la dije como talla por si decía que no, pero es verdad -corrobora Weiler.
"Sábados gigantes" fue un escenario frecuente para estos hombres, ya no en concursos de dobles sino para tocar con Aparato Raro propiamente tal, más aún a partir del segundo disco, Blanco y negro (1987). El álbum se hizo escuchar en las radios y programas de TV con los éxitos "Conexiones televisivas", "Emociones sin restricciones", "Juanito P" y "Estamos bien", y con un notorio cambio de sonido en los teclados y en especial en la batería electrónica Simmons de Mauricio Guerrero, el mismo modelo que en la época empezó a tocar Miguel Tapia en Los Prisioneros a partir del disco Pateando piedras (1986).
-La batería Simmons la compró Mauricio sólo para tocar en vivo -precisa Weiler-. En Blanco y negro todas las baterías están programadas. No tocaron ni una baqueta en ese disco. Uno llegaba al estudio con la batería programada en vez de tocar: era ridículo pero era la onda.
-Programábamos la batería para ahorrar tiempo en el estudio. Y además que era la onda -coincide Aboitiz-. Con Los Prisioneros pasó eso, y con La Ley el primer disco (en 1989) también: Mauricio (Clavería, el baterista de La Ley) tocó muy poco batería.
Eran los últimos días de Aparato Raro. Tras la salida de Weiler y Sazunic para formar Pie Plano en 1987 se unieron como guitarristas Emilio García y luego Andrés Bobe. El grupo tocó por última vez en vez en 1987, según recuerdan los músicos, y luego Igor Rodríguez formó Misión África, Mauricio Guerrero y Juan Ricardo Weiler iniciaron su trabajo como ingenieros de sonido en EE.UU. y Chile respectivamente, éste último fue parte de La Superbanda de los '80 y Coti Aboitiz se fue a hacer historia con La Ley además de formar Saiko en 1999 y los actuales The Plugin. Hoy juntos de nuevo, Aparato Raro ya reciben ofertas para emprender giras por casinos y otros contratos.
-Nos dieron ganas al tiro de seguir tocando, pero primero nos propusimos juntarnos (después de la Cumbre), para ver cómo lo pasamos, cómo estamos, y si seguimos o no seguimos -dice Weiler-. Es bastante tentador volver a tocar, pero antes queremos recuperarnos como amigos. Eso es lo principal. No nos juntábamos los cuatro hace veintisiete años.
-¿O sea desde cuándo?
-Desde el '85. Y cuando nos vimos ahora ni siquiera nos preguntamos "¿Cómo estai?, ¿cómo está tu familia?". Nos saludamos y empezamos a tocar.