Es un detalle, pero un año después adquiere un sentido nuevo el hecho de que Carlos Cabezas haya elegido "The captain of her heart", canción del dúo suizo Double, como parte de su disco de covers de 2012. Porque ése puede ser uno más entre los hits de las neutras radios FM ochenteras chilenas, pero sobre todo sirve de indicio, alcanza para ser como un borrador de las canciones que compone el propio Cabezas, según confirma del mejor modo en el nuevo disco de Electrodomésticos: Canciones de armonías misteriosas. Este grupo tiene la reputación de haber sido el más experimental de su generación en la segunda mitad de los '80 y de haber perdurado tras esa época inicial con un trabajo maduro e inteligente. Y son argumentos válidos, pero basta experimentar las dos primeras composiciones de Se caiga el cielo para apreciar esta música no a partir de supuestos previos, sino como un descubrimiento.
De entrada es apropiado decir "experimentar" antes que "escuchar" aquí. Porque tampoco hace falta una puesta en escena estimulante como la del reciente estreno del disco en el Teatro Municipal de Santiago para que escuchar Se caiga el cielo sea una experiencia múltiple, entre las imágenes gatilladas por las letras y el entorno sonoro diseñado por los timbres y la composición. La armonía de esas dos primeras canciones deja claro cuál es ese sello en la composición: un asalto de acordes inesperados sucede desde el inicio en "Detrás del alma", y un festival de tonos sorpresivos se toma el estribillo de "Se caiga el cielo", además del cuarto acorde que en el coro en "Corazón" sale como un conejo del sombrero, entre varios otros efectos similares que recorren el disco. Es un rasgo de la identidad del grupo, que se advirtió ya en esos días del "rock latino" del '87, cada vez que en alguna radio de la época se escucharon los sintetizadores del coro de una canción llamada "El frío misterio".
Los timbres, a propósito de sintetizadores, son otra marca del sonido del grupo. Se caiga el cielo está hecho con electricidad de guitarras, ese instrumento de cuerdas de máxima amplitud que es el stick, bajo, batería y un doble juego de loops y teclados, en el que los loops modernizan la producción y los teclados la remontan a la vieja escuela: Muchos coros de estas canciones están tendidos sobre superficies de esas cuerdas sintetizadas que remiten a la new wave. El bajo de Silvio Paredes es un fundamento del sonido, desplegado además en detalles como esas cuerdas del instrumento que percute al modo slap, o el modo sensacional en que ataca las notas de "Corazón" en complicidad con la percusión de Edita Rojas, quien es a su vez la fuente de poder que propulsa al trío. Aritmética y vigorosa a la vez, la baterista provee un pulso siempre ajustado y por lo general lento y denso a las canciones, con excepciones más agitadas en "Corazón" y en la combinación sólida de bombo, caja y doble platillo de "Sólo nombrar" y "Malvados", una canción que marca el inicio de la recta final del disco: el momento en que el revestimiento industrial sugerido al inicio se apodera de Electrodomésticos a tiempo completo.
La voz es el instrumento que pone la rúbrica. El tono lóbrego y las vocales aletargadas son señas reconocibles de Carlos Cabezas, que aparte sorprende con las notas graves a las que llega en "Devolver" al final del disco o cada vez que pronuncia "Dios" en la segunda canción. Porque además las letras enriquecen con visiones nuevas la imaginería que el cantante viene construyendo hace años en sus discos como solista o con el grupo. Si en "Un pez" cantó a la mar fina, ahora es la risa fina la que invoca en "Detrás del alma". Si en "El frío misterio" había a cada paso un costalazo, ahora parece escucharse otro en el coro de "Sólo nombrar", tal como el santo y ardiente corazón del bolero "Has sabido sufrir" se reencarna ahora en el cuerpo santo, el corazón santo y el espíritu santo repartidos entre "Detrás del alma" y "Fe de carbón". Algunas frases serán siempre más inteligibles que otras en la oratoria personal de Cabezas, y ése es un sugerente efecto personal que en este disco permite entender entre líneas un verso tan coloquial como "Si la fe me baila chueco", tan cotidiano como "Sin amor no sale el sol" o tan enigmático como "Ser soprano ya no fue", si es eso lo que dice. Y hasta el eco de un Bowie de edad madura parece aparecer aquí y allá: es una alucinación que al menos ocurre en tres momentos de "Se caiga el cielo" (la canción), "Sólo nombrar" y "Malvados". Al mismo tiempo tan lejos de esos primeros samples caseros y baterías programables del '85 y tan coherente con ese afán de búsqueda, lo que se mantiene en este grupo es la inquietud: Inquietud creativa de Electrodomésticos, bienvenida inquietud para el que escucha.