Pongamos el ejemplo de un pie de limón. Detalles más, detalles menos, su receta es añosa e invariable: Harina, azúcar, claras de huevo, limón, etc. La diferencia está en que, aunque haya ingredientes, medidas y tiempos precisos estipulados, a algunos les resulta y a otros simplemente no. Empire of the Sun pertenece al primer grupo. En este pie de limón que pueden ser el dance, la electrónica y el pop de matriz ochentera, los australianos tienen buena mano, saben perfectamente lo que hay que hacer, y ponen parte de lo suyo para lograr que el resultado final sea apetecible. No es nada que no hayamos saboreado antes, es cierto, pero sus pasteles lucen y saben bien.
Si de ello ya dieron cuenta en el álbum Walking on a dream (2008), el reciente Ice on the Dune lo corrobora, pese al irregular inicio que ofrece la descolgada "Lux". Se trata de una intro en línea con las que han implementado bandas como Justice (en "Genesis", del disco conocido como Cross), con aspiraciones de marcialidad y misterio, aunque esta vez en tonos algo más orientales y bastante más precarios. Por lo mismo, el auténtico comienzo es el que llega con la lograda "DNA", una irresistible pieza para la pista de baile, que repite la largada en guitarra electroacústica del anterior hit "We are the people", aunque ahora para virar hacia un luminoso dance.
Si los segundos iniciales recordaban a Justice, "Alive" mantiene ese parentesco, gracias a una construcción basada en coros infantiles a la usanza de "D.A.N.C.E.", que generan una primaveral atmósfera de desfile escolar o de clase de gimnasia. "Concert Pitch" también saluda desde la colorida vereda del pop electrónico de estos días, y que enarbolan proyectos como Capital Cities, aunque con una interpretación tan impostada que por momentos pareciera estar escuchando al mismísimo Brandon Flowers (The Killers). Y si hasta ahí parece claro que la ventana de los oceánicos miraba hacia el electropop de los 80, en "Awakening" la deuda con esa década ya no deja lugar a dudas, y se plasma en un tejido que parece surtirse tanto de Duran Duran como de Modern Talking.
De ahí en más, Ice on the Dune entra en velocidad crucero, con un epílogo que parte en la electrónica de pasarela y termina en tono sentimental. ¿Líneas para recordar? Varias. No por nada hablamos de uno de los grupos que despuntó en el primer Lollapalooza chileno, gracias a singles adherentes en extremo y a una puesta en escena que jugaba con la energía oriental de su propio nombre. Aún queda mucho de eso, por cierto. En el Imperio del Sol, el astro sigue brillando. Por mucho que bajo él no haya nada nuevo.
—Sebastián Cerda
