Arriba y abajo de la tormenta

Julio de 2012 a julio de 2013, son dos puntos en el calendario que marcan la temporada más intensa y definitoria en la historia del grupo uruguayo No Te Va Gustar. El inicio es traumático: Hace apenas días se cumplió un año desde el fallecimiento de Marcel Curuchet, tecladista histórico de la banda, y quien murió tras un accidente automovilístico en Nueva York.

En esos días, todo parecía venirse abajo para el resto de una agrupación que, a esas alturas, ya contaba en su currículo con ciclos de cuatro Luna Park al hilo y shows para 25 mil personas en Buenos Aires. "Fue el golpe más fuerte y más duro que hemos vivido y que nos toca vivir. Hasta el día de hoy es difícil de sobrellevar. Estamos asumiéndolo, pero no es algo que se supere. Estamos aprendiendo a convivir con eso", cuenta hoy el cantante y guitarrista Emiliano Brancciari.

"Teníamos muchos conciertos programados, y la primera decisión fue posponer todo, olvidarnos un poco de subir a un escenario, y que cada uno lo tomara de la mejor forma, porque es algo muy personal", agrega el trombonista Denis Ramos. "Da una cuota de locura, más como nos pasó: En Estados Unidos, de gira, lejos de la familia. Nos podría haber pegado aun peor. Nos podría haber separado", agrega el vocalista.

Curuchet falleció tras dos días de agonía, el 14 de julio de 2012. Fue en pleno tour del grupo, periplo que debió quedar inconcluso hasta cuando sus compañeros tuvieran ganas de levantarse otra vez. Para eso tardarían meses, pero lo lograrían. En esa determinación fue clave algo que el tecladista sí alcanzó a terminar: El siguiente álbum de los uruguayos, El calor del pleno invierno, que se editó en octubre del año pasado.

Según Brancciari, el disco marca "la continuidad de un trabajo serio, pero marca un quiebre porque se nos han abierto un montón de puertas a la masividad, por ejemplo en Argentina. Fue el último disco que grabó nuestro compañero Marcel, y eso nos marcó. Está bueno, porque no vemos grandes diferencias en la gente entre las canciones nuevas y las viejas. Como que entraron de primera. Es raro eso".

"Fue un disco muy esperado también. Tiramos datos un año antes y la gente se puso como loca. Antes de salir ya era disco de oro en Uruguay. En Argentina fuimos disco de oro muy rápido", agrega Ramos.

Y de la mano de ese trabajo es que la numerosa banda regresa a Santiago esta semana, con una presentación el viernes 26 en Centro Cultural Amanda. Allí prometen "un poco de cada disco, más el disco nuevo, así es que será un show renovado. Cosas distintas a las de la última vez, pero sin que falten los clásicos del grupo, que para nosotros son vitales, porque la gente te ve una vez por año y está bueno que escuchen lo que quieren".

Efectivamente, un régimen de presentaciones cercano a ése es el que ha mantenido el grupo desde su primer show en Santiago, en 2007 —su primera visita fue en 2002, pero para grabar—. "La primera vez, en La Batuta, nos fueron a ver sólo uruguayos. La última, ya era mayoría de chilenos", recuerda Brancciari.

Así, ya son seis años viniendo al país, en un recorrido que el cantante y guitarrista define como "un crecimiento. Nos gustaría venir más seguido, porque nuestro fuerte es tocar en vivo. En otros países de repente llevamos más gente a los conciertos, pero es porque hemos ido más a tocar. Ése es nuestro fuerte, entonces cuanto más tocamos, más nos ayuda el boca a boca. Nosotros confiamos plenamente en nuestro potencial, pero si tenemos la oportunidad de mostrarlo".

Y eso es lo que se dio en Argentina, donde el grupo vivió el lado más luminoso de este revuelto año en abril último, cuando reunieron a cerca de 60 mil personas en Buenos Aires. Luego, siguieron shows a tablero vuelto en Mendoza, Santa Fe, Córdoba y San Luis.

"Allí estamos hace diez años yendo a tocar. La clave es ésa", cuentan, por lo que apuestan a que la consolidación de un régimen de visitas continuas a Chile, les devuelva lo mismo aquí. Por lo pronto, este viernes en Amanda habrá un nuevo punto de partida.