''Es una historia de gente con muy pocos recursos tratando de hacer cine porno'', cuenta uno de sus autores. El libro forma parte de la colección Tal Cual, la que antes editó ''Los archivos del cardenal. Casos reales'' (2011) o ''Ciper. El periodismo
Catalonia/U.Portales.SANTIAGO.- Todo partió hace tres años, con el derrumbe de la mina San José. El rescate de los mineros que quedaron atrapados en el yacimiento nortino dio para reportajes de cuanto canal de televisión logró llegar a Chile. Japoneses, británicos, australianos, alemanes…. casi todos parecían estar fijándose en lo que pasaba bajo tierra. Y si el mundo se apostaba en ese mínimo punto de Copiapó, no es extraño pensar que un director de cine porno creaba en su cabeza su propia versión de lo que podría estar ocurriendo allá abajo. ¿El nombre de su obra? "La mina se comió a los 33", evidente.
Fue en esa época que el periodista Sebastián Alburquerque –quien en ese entonces estaba terminando su carrera y buscaba una historia para su tesis- conoció al director de ese proyecto porno, Leonardo Barrera, a quien fue a entrevistar el día en que iba a realizar el casting para la película de "la mina". "Me di cuenta que el casting era un fracaso total", recuerda el autor del libro. "Se supone que iba a haber 69 o 70 personas interesadas en el casting y llegaron tres. Allí me di cuenta que era un tema interesante como para la tesis", dice.
Tras decidir que quería indagar en el porno chileno, se sumó a la investigación su compañera Melissa Gutiérrez. Juntos iban a escribir sobre el rodaje de esa película, pero a comienzos de 2011 se dieron cuenta que no habría cinta. "Fueron a rodar a una mina de sal que había cerca, en la Región Metropolitana, y nunca más hicieron algo. Tenían cinco actores y personajes bastante extraños, como unos rancheros que tocaban una canción que se llamaba 'Sexo, sexo, sexo'", señala el periodista a modo de radiografía.
Al percatarse de este fiasco, y ver que el fracaso era algo común en este cine amateur con ambiciones, apostaron por ir más allá e investigar la historia de la "industria" triple x en Chile. "Erróneamente pensamos que había una, cuando lo cierto es que nunca logró levantarse", dice el reportero.
Durante dos años, y tras terminar su tesis, los periodistas buscaron a los directores, protagonistas y productores de las escasas películas del género que se grabaron en el país. Conversaron con ellos (tras descubrir sus verdaderos nombres, pues la mayoría usaba seudónimos) y recrearon los hechos que serán publicados en "El club de la carne. La fracasada historia del porno chileno" (Editorial Catalonia).
El libro muestra las peripecias que vivieron los involucrados en este cine aspiracional. "La historia es muy tragicómica, porque habla de muchos intentos honestos de gente que quiere hacer porno en un país en el que no se puede hacer porno. Es una historia de gente con muy pocos recursos tratando de hacer estas películas", cuenta Alburquerque, quien adelanta que en el libro se relata, a modo de ejemplo de esta industria arcaica, cómo "en una escena con crema, los focos hicieron que la crema se cortara y oliera asqueroso. La estrella de la película trataba de que pasara piola".
Aunque el relato de Alburquerque y Gutiérrez (periodistas de LUN y The Clinic, respectivamente) incluye varios pasajes que provocan sentimientos encontrados- entre pena y risa- el periodista asegura que "tratamos de abordar el tema con respeto, porque la gente se esforzó mucho por hacer estas películas".
Es así como se recuerdan los títulos del maestro del porno en Chile, Barrera, y su musa, la pornstar Reichell, quienes fueron pareja y ahora llevan vidas separadas. Cintas como "Historia de una adolescente ninfomaníaca", "Hanito el genio del placer", "Apelación sexual", "Lo sagrado, lo profano y lo obseno" (sic) y "Campamento caliente" son parte del relato de esta una industria que, según los autores, "llegó tarde a su propio nacimiento, si es que acaso no nació muerta".
El libro, que se lanzará el próximo 4 de septiembre en la Biblioteca Nicanor Parra de la Universidad Diego Portales, forma parte de la colección Tal Cual, la que antes editó "Los archivos del cardenal. Casos reales" (2011) o "Ciper. El periodismo que remece a Chile I y II (2010- 2012)".