Son nueve músicos en círculo y son nueve minutos con diez segundos lo que dura el sonido que generan entre todos. Es el registro audiovisual de "Tirana", una de las canciones del nuevo disco de Pintocabezas, y no por nada está elegida como una de las cartas de presentación de este grupo chileno que experimenta con la cueca, el rock, la psicodelia y otras influencias. Porque así se oye: los músicos son cuequeros en mayor o menor grado, el protagonismo de la guitarra eléctrica suma un componente rockero, se oyen voces de cantores de cueca históricos sampleadas de viejas grabaciones y la dinámica es psicodélica sobre todo por la estructura extensa y progresiva de la música.
Hicieron falta varios pasos previos para llegar a esa sesión de 2012. El músico Rodrigo Pinto Cabezas empezó a grabar hace tres años bajo el nombre de Pintocabezas. Lanzó la trilogía de discos simultáneos Vol uno, Vol dos y Cabezaspinto (2010) antes de ampliar la formación a la actual alineación entre el propio Rodrigo Pinto (voz y guitarra), Claudia Mena (voz, guitarra y teclados), Pedro Santander (bajo) y Juan Pablo Pinto (voz, batería y pandero). Es el cuarteto que se oye en el cuarto y reciente disco del grupo, Árboles en construcción (2013), a la que pertenece esta segunda versión de "Tirana".
Porque además Rodrigo Pinto ya había grabado por primera vez esta canción en el disco Cabezaspinto, acompañado sólo por el contrabajista Giancarlo Valdebenito y por esas citadas voces de cuequeros de vieja guardia como Raúl Gardy, Mario Catalán, Luis Téllez Viera, Eduardo Mesías, de Los Chileneros, y el acordeonista Carlos Navarro Espinoza, el Pollito. Pero esta vez el guitarrista convocó a varios músicos con los que ha compartido los circuitos jóvenes de la cueca, y así se oyen los invitados Cristian Mancilla (platillos), Fernando Barrios (pandero), Luis Castillo Puentes (tañador), Felipe Fuentes (contrabajo) y Pablo Guzmán (guitarra).
Son varios rumbos entreverados. Rodrigo Pinto ha tocado con Los Chinganeros, Los Corrigüela, Los Canallas de la Cueca y con el legendario cantor Luis Hernán Araneda, el Baucha. Claudia Mena es integrante de El Parcito. Guzmán ha pasado por Los Trukeros, Calleboca, Los Corrigüela y Los Piolas de Lote. Castillo Puentes proviene de Los Tricolores y los mismos Piolas del Lote. La dupla entre Mancilla y Barrios es de La Gallera!!! y Felipe Fuentes ha tocado en La Cuadrilla y Los Benjamines de la Cueca. "Se necesitaba la fuerza propia de la cueca misma para esta canción", resume Pinto en una frase.
-¿Y cómo surge la canción? ¿Es una improvisación que tomó ese rumbo? ¿O te propusiste componer algo así, entre la psicodelia y la influencia de la cueca?
-Es una composición completamente. En un momento hay una sección de improvisación, pero todo lo demás está definido.
-¿Qué te motivó a hacer una segunda versión en el disco nuevo?
-Estos años encima de escuela cambiaron algunas perspectivas, y me motivó principalmente la posibilidad de grabarlo en vivo, con la improvisación y con todo lo que implica tener a cuequeros haciendo una música más experimental y fuera de su contexto natural.
-¿Cómo fue grabarla con gente de tantos grupos de cueca?
-Además de ser colegas hay una relación de amistad y admiración mutua por los trabajos de cada uno, y eso hace que las cosas fluyan de manera creativa y directa. Y para mí era también una manera de reivindicar una mirada sobre los músicos y de los estilos. Siento que hay mucho encasillamiento. Es un modo de decir que estamos en el folclor en su misma médula, pero también en el mundo entero de la música y las artes.
La constante mutación
"Son bestias!" es otra de las primeras canciones en video de Árboles en construcción, luego de "Salir a ver" y "Enredaderas", y se inicia con una de las más célebres frases del Presidente Salvador Allende: "Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica".
-Es una frase súper potente en todo el sentido humano del pensamiento. Además de la gran admiración por Allende -comenta Pinto-. Siento que no hay que tener miedo de tenerlo como referente, como un modelo político si se quiere, o como un modelo de alguien jugado y revolucionario, de un líder que sí sabía expresarse y usar la poética de las palabras para dar sentido a sus discursos y realmente llegar al corazón de la gente. Es un intento de ayudar a la memoria colectiva chilena sobre él.
-Has dicho que éste era un momento bueno para contar historias, a propósito de que en el disco hay canciones con letra. ¿Te refieres a un momento personal, a un momento social, las dos cosas?
-Para mí son las dos cosas. Ha habido cambios fuertes en mi vida en el último tiempo y además los tiempos que corren mundialmente están agitados. Es un buen momento también en el sentido de que tal vez adquirí en este tiempo la capacidad de contar algo con palabras y no sólo con sonidos, cosa que quizás antes no tenía, o por lo menos me di cuenta de que estaba ahí. Pero también responde a la constante mutación que espero vaya adoptando esta música de Pintocabezas, que no sea algo estático en su forma.
-¿Conocer la cueca y la música latinoamericana fue otro factor importante para impulsarte a cantar?
-Evidentemente ha sido mi gran maestra los últimos años. Además es esa fuente de covers donde uno desarrolla la habilidad de interpretar, tanto en lo instrumental como en lo vocal. Eso de aprender haciendo y perfeccionando lo que va quedando.
-Después de haber tocado harto rato solo y de seguir haciéndolo, ¿qué efecto tiene ahora estar tocando en grupo?
-Esta dualidad de Pintocabezas solista y con banda viene hace tiempo y me encanta porque permite esa posibilidad flexible de entregar música en distintos estados. Los poco más de dos años que llevamos como banda influyen en el fiato cuando tocamos juntos, esa claridad de ideas musicales que fluyen. En estos momentos creo que Pintocabezas es una banda más que un solista.
-Lo que hace Claudia Mena en Pintocabezas ¿en qué sentido es distinto a lo que toca en El Parcito?
-Creo que es sacar a la Claudia de contexto, pero con todo lo que musical y artísticamente le es propio. Puse en sus manos otras capacidades, como las de improvisar, manejar sintetizadores y samplers, tocar percusiones… Es otro color de su musicalidad y de sus talentos. Pero aún así en esencia la música que ella proyecta no es tan diferente.
-¿Pasa lo mismo pon Pedro Santander y Juan Pablo Pinto, en relación a las cosas que tocan en Ábrete Gandul y La Plaza?
-Creo que en Pintocabezas el bajo lleva muchas melodías, puede ser por ahí. En general son talentos que se ponen al servicio de otra manera de hacer música. Pero seguimos sólo haciendo música. Tampoco es algo tan radicalmente opuesto.
Llegué al ambiente intruseando
Si se trata de la entrada de la cueca en la vida de Rodrigo Pinto Cabezas, el guitarrista ya estaba tocando en las presentaciones del disco Cuecas de barrios populares (2010) del longevo conjunto Los Chinganeros que dirige el cantor Luis Castro González. Y su contacto con ese ambiente se remonta a años antes, a sus primeras visitas al mercado contiguo a la Estación Central conocido como La Viseca, uno de los centros neurálgicos de cantores de cueca en Santiago.
-¿Cuándo habrás tocado cueca por primera vez en público?
-No me acuerdo de la primera vez. Creo que fue en el 2007.
-¿Cómo llegaste a ese ambiente? ¿Qué lugar tuvo La Viseca en ese proceso?
-Llegué al ambiente intruseando, y la Viseca fue para mí el espacio ideal para hacerlo.
-¿Y qué importancia tuvieron Luis Castro y Los Chinganeros?
-Hubo un tiempo en Los Chinganeros, además de los talentos que se juntaron, fue un grupo humano muy hermoso. En esa época el Lucho (Castro) fue nuestro maestro y de él aprendimos mucho, sobre todo en cuanto a la teoría más dura de la cueca. Y la importancia de pasar por Los Chinganeros fue también la de empezar a arreglar para guitarras, aprender a tocar en una orquesta de cuecas, cosa que prácticamente no existe. Fue una rareza que nos mandamos.
Pinto grabó en el disco La gran fiesta de Los Canallas (2009), de Los Canallas de la Cueca; tocó en el lote cuequero Los Corrigüela (2011) y en la actualidad integra el cuarteto del cantor Luis Castillo Puentes junto a Nelson Vera (bajo y contrabajo) y Hugo Jara (batería) y calcula en dos los años que lleva tocando con los históricos Luis Hernán Araneda, cantor conocido como el Baucha e integrante original de Los Chileneros, y Aladín Reyes, pianista.
-Es una experiencia que me ha marcado mucho. He aprendido mucho del Baucha y de Aladín, son tremendos artistas y que a pesar de su avanzada edad están súper activos y tienen un repertorio para tocar como dos semanas. Entonces imagínate cómo me exige eso a mí.
En esa perspectiva pueden parecer vidas previas los inicios musicales de Rodrigo Pinto, en espacios tan diversos como los del rock y la música experimental. El guitarrista recuerda que tocó en la banda de rock Ábrete Gandul entre 2002 y 2006, en la formación con Rodrigo Maccioni (guitarra y flauta), Rodrigo Pinto (guitarra), Jaime Acuña (teclados), Pedro Santander (bajo) y Antonio Arceu (batería), y fue parte del segundo disco del grupo, Cuentos para dormir (2005), tras el disco debut ¿Bichos = dichos? (2000) grabado por Doctor Octava (voz y guitarra), también llamado Maurico Dell, junto a Maccioni, Arceu y Pablo García (bajo).
En el mismo 2005 recuerda haber empezado a tocar solo, con guitarra eléctrica, maquillaje en la cara y una enorme pedalera de efectos a sus pies. Una fecha como muchas de esas fue la que compartió en 2007 en la Casa Rosada, inmueble del capitalino barrio Concha y Toro, con músicos como Algotra, Thanatoloop, Asa de Lippes, Miembros de la Voyage, Leonardo Ahumada, Un Festín Sagital y el grupo Elefante y Gonorrea.
-Sí, claro que me acuerdo. ¡Estuvo buenísima esa tocata! Había también una exposición de cuadros en el mismo escenario -dice, y la suma de nombres es una muestra de las diversidades sonoras de esos encuentros. Algotra era un músico del colectivo y sello autogestionado Templo Sagital que tocaba instrumentos acústicos; Asa de Lippes y Leonardo Ahumada hacían ruido con computadores y circuit bending; Miembros de la Voyage tenían influencias new wave y Elefante y Gonorrea eran ruidosos e histriónicos.
-¿Cómo era tocar con músicos como esos? ¿Era todo lo contrario de estar en un festival metalero, o de música progresiva, donde todos tienen el mismo "estilo"?
-Era y es increíble tocar con ellos. Son todos súper atrevidos, jugados por sus ideas, por defender la creatividad y por desplazar los límites. Creo que es uno de los ambientes más honestos en los que se hace música, también porque no hay modelos establecidos que seguir.
-¿Se parece al ambiente de la cueca, en el sentido de que hay que ganarse un respeto para entrar también?
-Creo que en todos los ambientes artísticos y humanos hay que ganarse el respeto de los demás para ser aceptado.
-¿Qué pasa cuando muestras un disco como Árboles en construcción a la gente con la que tocas cueca? ¿Se produce un diálogo entre esas distintas músicas?
-A veces me pasa incluso que en ambientes más "modernos" encuentro menos diálogo. En la cueca hay un cariño por lo que hacen los compañeros y una apertura a lo que va saliendo en la música, entonces claro que se produce la conversa y también la escucha. De ida y vuelta.
-Y al revés, ¿podrías ir con Lucho Castillo o el Baucha a una tocata de la Productora Mutante por ejemplo, se daría una cosa así? ¿O igual hay ciertos ámbitos que tienen sus límites?
-De hecho con el Ervo (Pérez, gestor de la Productora Mutante) varias veces hemos hecho intervenciones con cuecas en algunos festivales. Incluso al Fábrica de Fallas (2011) fui a tocar cuecas con algunos muchachos. La cosa es así, están ahí mezclándose y también me alegro de poder ser un puente.
-¿Qué pasa con el sentido de pertenencia para ti? ¿Siente que respondes a varios ámbitos? ¿Es importante eso, hace falta para la música esa noción de pertenencia a ambientes o "estilos"?
-No sé, la verdad; a veces me cuesta sentirme parte de la raza humana… Mucha bestialidad. Entonces creo que lo demás es lo que hago nomás y ya.