Según uno de los detenidos, muchas de las canciones se usaban simplemente porque estaban de moda. Julio Iglesias era uno de los habituales.
El MercurioLONDRES.- Canciones de artistas como Julio Iglesias, George Harrison o Nino Bravo, entre otros, fueron las que habrían servido como telón de fondo durante algunas sesiones de tortura realizadas en la dictadura militar chilena, de acuerdo con una investigación realizada por una académica británica.
De acuerdo con el estudio realizado al respecto por la profesora de la Universidad de Manchester Katia Chornik, en muchas de esas sesiones se habría puesto música a todo volumen, tanto para camuflarlas hacia el exterior como para quebrantar psicológicamente a los torturados. Sin embargo, la investigadora asegura que la música también habría sido una de las vías para encontrar alivio usadas por los detenidos.
"My Sweet Lord", de Harrison, "Un millón de amigos", de Roberto Carlos, y "Libre", de Nino Bravo, además de varias canciones de Julio Iglesias, son algunas de las que habrían servido para tapar los gritos o para molestar a las víctimas.
"Son canciones que me han mencionado los presos que he entrevistado, nombres de canciones que han aparecido más de una vez. Pero hay que pensar que el número de gente que estuvo presa bordea los 40.000. Hubo más de mil recintos, y yo me concentro en nueve", dijo la investigadora a la agencia AFP.
Chornik estudió el papel de la música en los centros de detención y cárceles durante el régimen de Augusto Pinochet. "Empecé a investigar hace una década. Empecé a investigar la música en los campos nazis y me di cuenta de que había una situación que me tocaba mucho más cerca —mis padres estuvieron presos—, que era la de los campos chilenos", explicó.
"En algunos recintos la música seguía cuando los agentes habían cumplido su horario, seguía a todo volumen", dice, y ejemplifica: "Había un centro de tortura en la calle Irán de Santiago, que los agentes llamaban 'la Discotheque'. El objetivo era acallar los gritos de los prisioneros".
En "la llamada 'no-touch torture' o tortura sin contacto, que fue desarrollada por Estados Unidos desde los años 50 y que todavía se ve en el contexto de la guerra del terror, se usan música y sonidos como forma de saturar los sentidos y provocar desintegración psicológica", complementó.
Carlos Reyes, fotógrafo chileno exiliado en Londres, y quien pasó dos años en recintos de detención de Chile, ratifica que "muchas veces cuando había sesiones de tortura ponían música muy fuerte".
"Lo que había en la radio. Cualquier música que estaba de moda. En los campos de concentración nos ponían música militar para marchar, para cantar, te obligaban a cantar", narra Reyes. "La música era parte las 24 horas del día".
Pero al mismo tiempo, la música los consolaba. "Entre los presos se cantaba mucha música latinoamericana, pero elegían con cuidado los temas", evitando aquellos de tinte político que pudieran traerles problemas, narró Chornik.
Algunos músicos incluso procuraron seguir con su actividad estando detenidos, como Ángel Parra, quien compuso "La pasión según San Juan, Oratorio de Navidad" en el campo de Chacabuco.
"La música fue una parte importante en aquel periodo. Nos ayudaba mucho a celebrar cosas. Yo cantaba, no era parte del coro, pero cantaba, todo el mundo lo hacía, nos hacía mucho bien", recordó Cristina Navarrete, médico chilena que se exilió a Londres tras estar en el campo de detención de Tres Álamos. Allí se formó un coro.