El lunes 16 fue la salida a tiendas y el ritual del lanzamiento oficial, pero la historia había comenzado a forjarse mucho antes. Específicamente a fines de 2011, cuando la gestora María Sánchez convenció a Daniel Muñoz no sólo de aceptar la invitación para ser jurado en el venidero Festival de Viña del Mar, sino además de presentarse en ese certamen con un nuevo espectáculo basado en la cueca. El actor, para entonces catapultado como cuequero desde el grupo 3x7 Veintiuna, aceptó la propuesta, y maduró una presentación breve anclada en las investigaciones que Margot Loyola había hecho, en torno a la presencia de la cueca en diversos países de Latinoamérica.
Así llegó hasta el escenario de la Quinta Vergara, en el mismo día en que figuraban Salvatore Adamo y Morrissey en el programa, para interpretar unas cuantas cuecas de raigambre chilena, argentina, boliviana y mexicana, y
terminar saliendo entre antorchas, vítores y peticiones de mantenerse como fuera en escena. Muñoz partió entonces a celebrar al Rincón de las Guitarras en Valparaíso, para luego madurar una idea que ya entonces caía sola: Esa aventura no podía quedar ahí, había que hacer algo más.
Fue así como se llegó a
Cueca, el disco que el protagonista de "Los 80" lanzó esta semana, y en el que reúne versiones de diversas latitudes de nuestra región para el género chileno por excelencia. "Son tesoros que andan pululando por el universo", dice sobre las cuecas que ha podido descubrir fuera de nuestras fronteras. "Los toma el pueblo, porque les gustan, los hace suyos, y los empieza a pulir a su pinta. La cueca boliviana, la argentina, la marinera, son de su gente, de su pueblo. Como aquí está pasando con la cumbia, la ranchera o el hip hop. A la gente le gusta algo, lo atesora y lo incorpora a su esencia. Por eso las tradiciones son algo tan distinto. Lo importante cuando han pasado siglos es curiosear y ver dónde está el origen. Eso no está cerrado, es apasionante. Es como tratar de encontrar un dinosaurio vivo", agrega entusiasmado.
Según Muñoz, el trabajo "busca romper las fronteras, mostrar un motivo de unión", algo que incluso "por alguna razón calzó con el sentimiento del que se habla mucho este año, que es muy intenso, y en el que las palabras reconciliación, unión y convivencia, están muy presentes".
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¿Crees que la palabra "cueca" puede aunar esos conceptos?-Yo creo que sí. La palabra es materia de estudio, tendría su origen en la palabra africana zamacueca, que descompuesta significaría "saludo de bienvenida". A mí me sorprendió mucho darme cuenta de que era una danza que se realizaba en otros países. Me pareció notable que algo que creemos tan nuestro ha cruzado fronteras, y afuera la atesoran tanto como nosotros. Es como encontrarte con un familiar que no sabías que existía, y aparece de repente. La familia aumenta, ya no somos sólo vecinos, hay un parentesco que nos une.
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¿Cómo se equilibran el componente enciclopédico y el componente estético en este trabajo?-Es un trabajo bastante teatral, ahí se mete mi profesión. No quisimos hacer algo tan académico, entonces cuento una historia en la que el roto chileno, personaje central de nuestra historia, representante del pueblo por esencia, viaja por Latinoamérica en busca de una mujer, que es la cholita, la chaparrita, la china... Así va viajando con la cueca, cantándola por todas partes, y la nostalgia lo hace volver al puerto de sus amores, que para mí es el epicentro, de donde nace esta cueca chilena, que es Valparaíso.
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Esto te pone en un perfil más exploratorio, pero cuando se conoció al Daniel cuequero, se conoció a un Daniel muy ligado a un mundo en particular, que era el de la cueca brava. ¿Eso sigue firme en ti?
-La cueca brava es la base, la esencia, la motivación. Pero con este disco se acentúa más el interés por la fiesta chilena, esta fiesta espontánea, criolla, en la que de repente nos apropiamos de un ritmo que nos gusta y lo hacemos nuestro, como la cumbia, la ranchera, el vals, vengan de donde vengan. Es una celebración, y allí la cueca siempre está presente. Los viejos decían que donde hubiera fiesta, habría cueca, pero también aparece de repente un tango, una tonada, un valsecito. Era una celebración con más relajo, no el folclor como lo plantean los grupos folclóricos, en que hay una muestra de mucho que ya no existe, de recordar lo que fue. La fiesta chilena es actual, surge espontáneamente, y está muy fresca. Eso queremos reflejar.