"Golondrina" se llama una canción de este disco donde Daniela Conejero pone a volar la historia de una mujer en la que confluyen paisajes y lenguas como el creole y el francés, o como África y el Caribe. Y bien podría ser una canción sobre esta cantante y compositora chilena, que en sucesivos grupos y como solista ha puesto en práctica cruces diversos en su música. Vamp! (2013) es su segundo disco personal tras Ángel de ciro (2006), donde ya ponía a dialogar bossa nova con música andina o folclor sudamericano con fun, entre otras fuentes, y se suma a su trilogía de 2012 entre el EP Nacido libre, el single "Superhéroe" y el disco Pasajero, a dúo con el guitarrista Simón González, como aviso de que ésta es una mujer de vetas múltiples.
Y Vamp! corrobora esa multiplicidad. La guitarra acústica sostiene a la citada "Golondrina" y a "Fata Morgana", pero son timbres eléctricos de guitarra y bajo sobre una base de batería cercana al pop los que se escuchan en las canciones "Vamp!", "Canción pez" y "Tayrona". En paralelo, "Quererse bien" parece enraizada en una fusión afroperuana, y "Si creyera" parte con una vocalización del cantante egipcio Sabri Taghian, para volverse la canción más sugerente del disco, acentuada con esos instrumentos de percusión marroquíes llamados qraqeb que la cantante conoció a su paso por ese país norteafricano, durante su estada en Francia entre 2007 y 2011.
Es con una voz pulcra y afinada que Daniela Conejero canta todo esto, y se destacan en especial los arreglos vocales a coro de siete de las nueve canciones. Más allá de sus diferencias, lo que salta al oído en común a todas es la composición, en especial la densidad armónica del disco, poblado de acordes complejos. Es un florecer de esos acordes y arpegios el que el guitarrista y productor Ítalo Aguilera siembra en medio de la primera canción, y así va a ser Vamp! por completo hasta el final. Daniela Conejero compone de ese modo incluso cuando hace una canción más accesible, como "Gritar silencio", que es la más festiva del disco. Y toca de ese modo incluso cuando hace un cover, como en este caso "I could have lied", del disco Blood sugar sex magic (1991), de Red Hot Chili Peppers. Tal como hizo antes con "Tren al sur", de Los Prisioneros, por supuesto que en vez de tocarlo igual ella rearmoniza el original y suma acordes, siempre impredecibles, nunca obvios.
—David Ponce
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