Más o menos subliminal o más o menos explícito, en Babasónicos algo que se oye susurrado primero puede reaparecer cantado después. "Si el amor fuera una droga / no acabaría / alcanzaría para todos", dice alguien en segundo plano en medio de una de las canciones de este disco, mismos versos que el cantante Dárgelos entona en "Los burócratas del amor" en otro momento de Romantisísmico. Así, envolvente, se mueve el undécimo disco del grupo argentino, que es además un nuevo ejercicio de persuasión logrado para sumar a su convincente registro, uno de los más duraderos del rock en español.
Puesto en perspectiva desde el rock alternativo sudamericano de Pasto (1992), Trance zomba (1994), Dopádromo (1996) y Babasónica (1997), pasando por la foto de la Argentina bajo Menem en Miami (1999) hasta llegar a la era de grandes éxitos de Jessico (2001), Infame (2003), Anoche (2005), Mucho (2008) y A propósito (2011), Romantisísmico (2013) es un despliegue de Babasónicos en varios sentidos. "La lanza", el primer single, es de partida el expediente para reanudar esa lista de grandes éxitos, y hasta trae dentro el germen posible de una cumbia. Pero luego está la amplitud sonora del disco completo. Aquí "Negrita" es una especie de viaje caribeño alucinógeno entre congas y guitarras con eco. Luego hay dos canciones de base guitarrera acústica en "Celofán" y en "Casi". Esta última viene precedida de una incursión por muchos lugares encadenados en "Humo", parecida a lo que pasa en "Paisano". Y la malicia rockera sugerida en "Uso" es una buena antesala para "El baile de Odín", donde este grupo prueba que a más de cincuenta años de inventado el rock aún es posible desentrañar un riff rockero sorprendente de las cuerdas graves de una guitarra eléctrica.
La guitarra de Mariano Domínguez, bien apellidado Roger Sónico por la paleta de timbres que consigue de sus instrumentos, tanto como los revestimientos e incrustaciones electrónicos de Diego Tuñón y Diego Uma Rodríguez son la garantía de esa variedad de timbres y colores. Encima de eso, un segundo elemento clave son las melodías autoadhesivas que canta el vocalista. Es pop declarado lo que entona Dárgelos en los coros de "Aduana de palabras", "Run run", "Uno tres dos" y varias otras. Y sobre los timbres y colores, sobre las melodías instantáneas, se suma el ingrediente clave: labia. La labia que Babasónicos ha demostrado disco a disco sigue viva aquí. "Salgo de patrulla con mi antorcha por la fiesta / Sigo el hilo luminoso de tu tanga", reporta Dárgelos en "El baile de Odín" como quien escribe sobre la marcha el guión palpable de un videoclip que ni siquiera hace falta filmar, en una canción que termina en "protoplasma y noctilucas". Romantisísmico se llama este disco, sin ir más lejos. Más que un juego de palabras, un caleidoscopio: la ilusión de que al parecer hay dos palabras escondidas-sugeridas en el título, cuando en realidad hay tres. O quizás cuántas más.
—David Ponce