Lana del Rey fue la reina del Indie Fun Fest, donde también estuvieron Palma Violets, Mala Rodríguez y Travis.
Mauricio PérezSANTIAGO.- Es cierto: Antes de la remodelación y el ajuste a la baja en el aforo del Estadio Nacional, artistas como U2 y Madonna lograron reunir a más de 70 mil personas en ese recinto. Luego, bandas como Iron Maiden y The Cure han logrado juntar a cerca de 55 mil en el mismo coliseo ñuñoíno.
Todas cifras que hacen ver minimizadas a las 61.500 personas que ayer sumó la jornada triple de conciertos en Santiago, pero que no debe ser evaluada por las apreciaciones particulares en torno a una cifra aislada, sino por el éxito de una noche que reconoce a Santiago como plaza principal en el circuito musical internacional.
El total se logra tras sumar a las 50.000 personas que acudieron a ver el segundo show en Chile de Justin Bieber, las 8.000 que se reunieron en Movistar Arena para el Indie Fun Fest, y las 3.500 que en el Teatro Caupolicán presenciaron el debut en el país de los suecos Meshuggah.
Por convocatoria entonces, la delantera la lleva el joven canadiense, quien ofreció un nuevo show a dos años del primero, cuando arribó como un fenómeno de radios e internet, y aún con la cara y la voz de niño como sello principal.
Sin embargo, tampoco ha corrido tanta agua bajo ese puente, y de ello dieron cuenta las escenas propias de la histeria adolescente desatada por fenómenos estacionales, y que en Santiago se vieron desde la madrugada del lunes. ¿El peak? Dentro del propio Estadio Nacional, cuando una estampida desde la tribuna hacia la cancha sólo por fortuna no provocó una desgracia mayor.
Mientras eso ocurría en Ñuñoa, Lana del Rey cumplía con un hipnótico debut en Movistar Arena, donde coronó el Indie Fun Fest y demostró que lo suyo puede ir más allá del boom que desató en 2012 con su álbum Born to die.
La norteamericana coronó una velada que también contó con los escoceses Travis, los británicos Palma Violets y la española Mala Rodríguez, aunque la aparición de la intérprete de "Ride" pasadas las 22:00 horas evidenció que la mayoría de los asistentes pagó su entrada para verla principalmente a ella.
En el Caupolicán, en tanto, Meshuggah cumplió con su primera vez en el país, en un debut largamente esperado por la comunidad metalera local. En el recinto de San Diego, cerca de 3.500 personas se entregaron a la energía de los suecos, hasta multiplicarse por varios más tras entregarse a la corriente catártica del rock experimental.