''Al final, ¿qué más daba cómo me lo habían arrebatado, si por un cáncer o por un ataque al corazón? Cuando se pierde a alguien, se pierde a alguien'', dice el cineasta a 44 años de la muerte de su esposa.
AFP.SANTIAGO.- La vida de Roman Polanski ha estado marcada por distintas tragedias personales. Cuando era un niño enfrentó la muerte de su madre en una cámara de gas, además de la detención de su padre y su hermana en un campo de concentración nazi. Años más tarde, cuando ya era un adulto que había aprendido a vivir con esa pérdida, nuevamente tenía que decir adiós a un ser amado en circunstancias trágicas: su esposa Sharon Tate, embarazada de ocho meses, era asesinada por la secta de Charles Manson.
A sus 80 años, el cineasta siente que ya puede mirar hacia atrás y hablar de esos hechos, y asegurar que sólo el paso del tiempo le ha ayudado a enfrentarlos.
"Ya no pienso más en ello. Tenía que llegar el momento en que dejase de pensar. Cuando ocurrió, mis amigos me decían que tenía que volver al trabajo, pero es imposible trabajar en esa situación. Eres incapaz de hacerlo. Solo el tiempo trae auténtico consuelo. Nada más", dijo el director en una entrevista publicada por el diario El País.
"Poco después del asesinato, me vi con un amigo, un psiquiatra. Me dijo que tardaría al menos cuatro años hasta que pudiese funcionar otra vez con normalidad. Entonces me pareció mucho tiempo, pero resultó ser más de cuatro años. Me pregunto cómo un psiquiatra puede equivocarse tanto", añadió el cineasta, quien habla de estos hechos en una entrevista concertada para referirse a su nueva película, "La venus de las pieles".
Pese al sufrimiento que atravesó Polanski por la muerte de Tate, asegura que el sentimiento de venganza fue apagado por sus convicciones morales.
"Se fantasea con la venganza. Si me hubiese encontrado con uno de ellos inmediatamente después, probablemente habría reaccionado justo de esa manera. Pero dentro de mí también está la voz racional, mis convicciones. Siempre he estado en contra de la pena capital. Aunque entonces me enfrentaba a la pregunta de si esa gente debería ser condenada a esa pena, y qué se conseguiría con eso. Para el mundo fue un acontecimiento, pero, ¿qué pasaba conmigo? Mi amor se había ido. Al final, ¿qué más daba cómo me lo habían arrebatado, si por un cáncer o por un ataque al corazón? Cuando se pierde a alguien, se pierde a alguien. Las circunstancias se suman a la tragedia, pero solo para los extraños, no para la persona afectada personalmente", explicó el director polaco.