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Sergio Paz refresca el "lado B" capitalino con reedición de "Santiago Bizarro"

El periodista eliminó viejos datos y agregó otros nuevos a su emblemática guía con lo más raro y llamativo de la capital, en una edición "ampliada y actualizada". Fiestas caníbales y cafés con pic nic se incluyen entre sus nuevos imperdibles.

14 de Diciembre de 2013 | 12:53 | Por Sebastián Cerda, Emol

SANTIAGO.- Fue en 2003 cuando el periodista Sergio Paz decidió transformar en libro las señas sobre lugares freak de la capital, que venía entregando a cuenta gotas semana a semana, desde su lugar en el suplemento "Zona de Contacto" de El Mercurio.

Entonces, el periodista profundizó en su fascinación por tribus y espacios curiosos, llamativos o derechamente raros de la ciudad, y fue así como nació "Santiago Bizarro", volumen que a la postre se transformaría en un hito: Miles de copias despachadas, una edición tras otra, y meses figurando en el ránking de los más vendidos, fueron algunos de sus efectos.

Eso hasta que el libro, fiel a su naturaleza bizarra y a su calidad de guía con datos en riesgo de caducar, un día se agotó. Pero su desaparición de las tiendas en ningún caso mermó la demanda: Hasta este año, era usual ver en librerías a clientes preguntando por ese título, aunque yéndose con las manos vacías.

"Se transformó en un libro de culto", cuenta Paz, quien hace algunos meses recibió la propuesta de reeditar su obra estrella, algo que aceptó sólo tras hacerse del ánimo para emprender una tarea titánica, como era la de verificar todos y cada uno de los datos puestos en la edición original, muchos de los cuales daban cuenta de lugares que hoy ya no existen.

Así nace "Santiago Bizarro AA" (El Mercurio Aguilar, $13.000), la edición "Ampliada y Actualizada" de la guía, que acaba de llegar a librerías con nuevas recomendaciones para conocer el "lado b" de la ciudad, y que parte con un "obituario" en recuerdo de lugares mencionados en la primera edición y hoy desaparecidos.

Dentro de ellos, los que más le duelen a Paz son el Nautilus —"un topless increíble en el Parque Bustamante"— y el Hotel Valdivia, aunque "yo no voy mucho con la nostalgia", aclara. Por lo mismo, y pese a sumarse a los reclamos por "una desprotección de la ciudad, y un descriterio para manejar políticas públicas de protección de nuestro patrimonio", el periodista prefiere abocarse a la tarea de fotografiar el presente, y allí sus destacados son varios.

Un café que atiende en los pastos de la Plaza Padre Letelier —con manta y todo— es una de sus nuevas sugerencias para esta edición, al igual que un misterioso bar con espectáculos de sexo en vivo, un motel medieval y un restaurante que sirve su comida colgando de bonsáis, entre otras.

Aunque su favorita entre las recién incorporadas la tiene clara: Las Fiestas Punsh. "Son unas fiestas electrónicas medias caníbales, con una cosa medio mutante que está más viva que el chiste. Son masivas, súper lais, con buenos DJs, pero es una distorsión. Las fiestas Spandex en su momento eran el destape, pero al lado de esto eran un juego de niños", asegura.

-¿Y después de reeditar tu libro, qué crees: Está Santiago más o menos bizarro que hace diez años?
-Hay algo que está pasando, y que no me gusta mucho, que es que Santiago se está poniendo hipster, design. Si bien es entretenido y algo de onda tiene, lo malo es que la ciudad pierde su esencia. Muchas veces nos quieren imponer lo design como lo choro, y ya hay barrios enteros que son así. El Barrio Italia hay que darlo vuelta 80 veces para encontrar algo que valga la pena.

-¿Crees que lo design está escondiendo a manifestaciones como las bizarras?
-No, la esencia de "Santiago Bizarro" siempre fue el traspaso del tiempo, lugares que tenían décadas. Yo creo que la esencia bizarra sigue tal cual. Pero Santiago, aparte de esta cosa design, se ha metido cada vez más en los lugares comunes: Los espacios de la modernidad son iguales en Nueva York, Europa o África. Santiago se ha rendido ante ello, pero lo que cautiva de esta ciudad no es eso, sino lo más extraño y curioso, que sigue estando ahí.

-"Santiago Bizarro" como libro es un objeto permanente, pero esta reedición da cuenta de que sus contenidos pueden tener caducidad. ¿Cómo te planteas en esa dicotomía? ¿Crees que este libro puede ser un documento que dé cuenta de la ciudad en 50 años más?
-Tiene caducidad porque hay cosas que van pasando, y que quizás es la esencia de Santiago. Por eso inquieta esta ciudad. Si te vas diez años o cinco, cuando vuelvas ya no te vas a mover tan bien. Hay barrios que ya no estarán, otros que sí. Pero el libro es una crónica que fija no sólo lugares, sino que fija la ciudad en un momento y le busca su espíritu. Por eso fue tan buscado, porque ésta es una ciudad aparentemente desalmada, que no habría por qué quererla, pero todos sabemos por qué la queremos: Generalmente va a ser por lugares extraños, atípicos y nuestros.

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