Ben Stiller y alusión a Chile: "Nunca pensé que fueran 'calientes'"

SANTIAGO.- Ben Stiller ya demostró que es un buen comediante. También dejó claro que tiene talento para dirigir historias ágiles, rápidas y que frecuentemente juegan con el sarcasmo. Así lo demostró con "Una guerra de película", donde se burló de las producciones bélicas de Hollywood, o con la emblemática "Zoolander", en la cual apeló a la superficialidad de la industria de la moda-  y de paso se anotó su primer "clásico" como realizador.

A los 48 años, este neoyorkino puede decir que supo aprovechar el legado genético que le heredaron sus  padres, los comediantes Jerry Stiller y Anne Meara, para convertirse en uno de los mejores dentro del género.  Pero eso no significa que quiera permanecer allí sin tomar riesgos.

El actor estrenará  hoy en los cines chilenos su nuevo proyecto, "La increíble vida de Walter Mitty" , donde se aleja del género que más le acomoda para incursionar en una historia que se acerca más a la fantasía, las aventuras y el drama.

En su quinta cinta como director, Stiller da vida a Walter Mitty, un tímido empleado de la sección de fotos de la revista Life. El personaje no tiene mayor actividad social ni se atreve a correr riesgos, pero en su cabeza tiene una realidad paralela totalmente distinta: allí es un héroe, es un galán, es un tipo que puede hacer lo imposible porque, claro, con su imaginación puede crear cualquier fantasía.

Eso hasta que pierde el negativo de la que será la última portada de Life antes de su paso al formato digital. Ese incidente lo llevará a buscar por el mundo al responsable de la imagen, un aventurero fotógrafo interpretado por Sean Penn (Sean O’Conell en la ficción). Todo con el impulso de la compañera de trabajo que ama en secreto, Cheryl (Kristen Wiig).

"Para mí era un territorio desconocido. Disfruté mucho tener la oportunidad de dirigir sin tener que preocuparme por ser gracioso a cada segundo, así me podía enfocar en el relato visual", explica el actor a Emol durante una conversación telefónica, en la que deja al descubierto un carácter ameno y cordial, marcado por su hablar pausado.

El relato visual al que apela Stiller es una parte fundamental de la cinta. Los sueños de Walter Mitty están marcados por una estética onírica que juega con colores y formas que sacan a la luz el ojo artístico del  director, una cualidad que hasta ahora él no había potenciado en sus películas.  Con esa mirada  se explotan, sobretodo, los  paisajes naturales extremos a los que llega el personaje en su recorrido por el mundo en búsqueda Sean Penn.

En este proceso fue relevante la ayuda del director de fotografía, Stuart Dryburgh. Juntos estudiaron por varios meses "la vibra" que querían para la cinta, para lo cual vieron muchas pinturas, fotos y filmes. Fue así como lograron crear "un mundo más colorido, y rico y libre" cuando el personaje elige comenzar a vivir una aventura en su vida real para recuperar la fotografía perdida.

Walter Mitty versus los marineros chilenos

Dentro de la serie de hazañas que atraviesa el protagonista para hallar al personaje de Penn, hay una que alude directamente a Chile. Sin revelar spoilers, se puede decir que la escena es  así: Walter Mitty llega en un barco hasta un país europeo, con la esperanza de encontrar allí a Sean.  Tiene posibilidades de hacerlo, pero para lograrlo necesita apurarse. Mientras analiza la situación- caminar está descartado-, se percata que a unos metros hay una bicicleta que le puede ser útil. El problema es que lo mismo piensan los marineros que iban con él barco, unos chilenos que están desesperados por ir a un burdel. "Marineros chilenos calientes" maldice el personaje al referirse a ellos.

"Fue genial hacer esa escena, porque todos eran chilenos que estaban en Suecia. Lo pasamos muy bien", recuerda Stiller sobre el rodaje de esa secuencia en particular con nueve compatriotas.  Y mientras se refiere a esa jornada de filmación, descarta que para  él los chilenos realmente tengan exceso de testosterona.

"Originalmente iba a tener un kayak, pero no pudimos rodar eso, así es que Steve Conrad (el guionista) y yo tratamos de buscar una manera de plantear cómo Walter iba a acceder a una bicicleta, y hacerlo de manera divertida. Y Conrad salió con la idea de los marineros chilenos calientes. Pero yo nunca pensé que los chilenos fueran calientes ni nada de eso", cuenta soltando una carcajada desde el otro lado del teléfono.

La comedia, la madurez

Y aunque la escena de los chilenos da luces de la esencia cómica de Stiller, la película en general revela otra cosa: una mayor madurez en la dirección. Eso no sólo queda demostrado con el guión y la estética elaborada de la cinta, sino que también en el tratamiento de la fantasía. Aquí la aventura no es un juego, es un elemento abordado con una mirada adulta, que se percibe como real.

"Para mí era importante que la fantasía se sintiera dentro de tu cabeza. Pero  a la vez el mayor desafío era que las experiencias se sintieran reales, porque muchas eran extremas. Lograrlo implicaba una presión. Por eso era importante grabar en locaciones reales, en ambientes de verdad", dice el también productor de la cinta.

Y ese avance en su crecimiento como realizador se expresó desde que empezó a "perseguir" el proyecto. Porque esta segunda adaptación cinematográfica del cuento de James Thurber no le llegó  de pronto. Realmente tuvo que pedir muchas veces, y durante varios meses, que los impulsores de la cinta la dejaran en sus manos, pues él sabía que estaba listo para dar el paso fuera de la comedia.  Y los resultados demuestran que lo hizo. Con "Walter Mitty" la carrera de Ben Stiller llegó a la adultez.