Alís espera que el público de Fito Páez y Laura Pausini sea compatible con su rutina.
La SegundaVIÑA DEL MAR.- Si no supiéramos quién es Jorge Alís, parecería que el tipo está en el Sheraton Miramar de paso. De vacaciones, a la espera de una reunión en la semana, en un domingo de descanso o cualquier otra cosa. Por lo que sea, menos por estar a horas de presentarse como humorista en el Festival de Viña del Mar, el rol más observado por estos días en Chile.
Es tal el relajo que el argentino proyecta, que hasta llega a llamar la atención, tal como hizo hoy en la conferencia de prensa previa a su paso por la Quinta Vergara. "Espero que no suceda nada de lo que acabás de decir", le responde a un periodista que le acaba de preguntar por la posibilidad de ser pifiado, para luego extenderse en torno a esa terrorífica opción con la misma cara y tono con que uno hablaría del clima o el transporte.
"No estoy dando espacio a mis temores, aunque están ahí. Espero que se vayan diluyendo cada vez más, y que el presente tan grande supere todo tipo de miedos", dice, aunque aclara que "siempre hay varios 'plan b' que preparamos con el equipo", en caso de que las cosas no vayan bien, "pero en las últimas etapas tratamos de no pensar en eso".
Alís, conocido por sus rutinas de stand-up comedy en recintos como El Cachafaz y en programas como "SCA" (Vía X) y "Mentiras Verdaderas" (La Red), tendrá la misión de poner el humor en una jornada que abrirá Laura Pausini y cerrará Fito Páez, programa que lo tranquiliza.
"Siento que es un día favorable, si se puede decir así. Tiene que ver con la gente que va a estar, que es más adulta, y los temas que yo toco. Quizá el público de Fito Páez es más pro argentino. Espero que sea favorable, pero lo importante es que el espíritu de uno esté en el momento justo, con alegría en el corazón, como para poder responder a la respiración de estas quince mil personas que van a estar en la Quinta", agrega.
Sobre lo que hará en su turno, adelanta que será una rutina centrada en sus condiciones de argentino y de residente en Chile: "Doy la pauta de por qué vivo en este país. Vivo acá porque soy un exiliado económico argentino. No nos ha ido muy bien, y hablo de esto que sigue pasando en Argentina".
"Con una mirada extranjera, y con el corazón como si fuera de esta patria, tengo una cosa de humor negro que nos caracteriza a los argentinos, y que nos hace vivir. Porque el humor negro es la base de lo que cotidianamente los seres humanos no queremos recibir de la realidad, y que damos vuelta, para reírnos un poco", se explaya.
El argentino mantendrá sus sellos en Viña, pese a la masividad del público, y para eso se ampara en el ejemplo de un viejo conocido: "El papá del humor en Chile, que para mí es Coco Legrand, hace stand-up, y lo ha hecho para muchísima gente. Él es una bestia, pero hablando del género, creo que puede agarrar poco público, y también una masa de público, y eso es lo que espero, de todas maneras".
Y el género además debería propiciar dinámicas distintas a las que usualmente se ven con los cuentachistes en la Quinta Vergara. "Los que hacemos humor tenemos algo muy terrible, que es esperar que si uno dice algo vaya ligado a una risa. En el stand-up uno tiene esa licencia, porque uno no está contando chistes. Al monologar puedes decir algo que no provoque una carcajada, pero que el tipo se sienta identificado, que diga 'no soy el único, no estoy tan loco'. En la identificación de lo que dices, sin haber carcajada, uno puede bancarse un minuto de silencio. Es bonito eso", reflexiona.
Por ahora, Alís tiene moderada ansiedad. Tanto, que "hace un par de semanas decía 'que llegue el día después'. Hoy ya quiero que llegue mañana (el show)", ya que entendió que estar acá "es un regalo de este país, de la gente que me llamó, de Dios. Espero estar a la altura de esta circunstancia".