Por más definidas y evidentes que sean en general las influencias musicales de un grupo de rock debutante, en algunos casos es posible encontrar desde el comienzo un sello propio. Chuck Berry, los Beatles, Stray Cats, Kula Shaker y The Hives, en orden de aparición en la historia, son las referencias enumeradas con transparencia por este cuarteto de la región de Coquimbo afincado en Santiago, y así de franco resulta también el sonido de las seis canciones de su primer disco.
Con un efecto de trémolo para la guitarra eléctrica en la canción inicial queda declarado desde ya el gusto de Los Supuestos por los timbres de un rock de viejo cuño, sumado al sonido de órgano electrónico que aparece cuatro canciones más tarde, a la cita al estilo Beatle para tocar boleros que se oye aquí en "Hoy es tarde" y al carácter guitarrero de "Flores en mi cabeza", una canción que por más señas remata en un contrapunto rocanrolero entre guitarra y armónica. Hasta ahí el sonido de Los Supuestos es de manual. La cuota personal, en cambio, no tiene que ver con géneros musicales sino con composición y está en las melodías y armonías.
Hay distinción en estas melodías, bien entonadas en ocasiones a dos voces entre los guitarristas Sergio Cáceres y Eric Godoy. Una primera advertencia armónica se oye en el estribillo de la segunda canción y queda confirmada en "No quiero ver" y "Hacerte menos especial", con las gratas modulaciones o cambios de acordes que son la rúbrica de esas composiciones. En "No quiero ver" es apenas un semitono el que separa las estrofas del coro, y basta para llamar la atención. Cierta similitud con los primeros discos de Los Bunkers no es extraña, y de hecho suena coherente para un grupo que parte en Chuck Berry y llega a The Hives pasando por los Beatles. En estas seis canciones están los primeros pasos de Los Supuestos, y hay influencias evidentes pero también carácter incipiente.