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Morning phase

Música melancólica, luminosa y emotiva como ya sabemos que sabe hacer Beck cuando se propone la intimidad: En su duodécimo disco el inquieto músico estadounidense vuelve a bajar las revoluciones y deja entrar la luz de la mañana.

24 de Marzo de 2014 | 09:25 |
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Acorde de mi mayor en la guitarra acústica. Así es como empieza Morning phase, para quienes quieran tocarlo en sus casas y también para tener sobre todo una idea fiel de cómo serán las canciones de Beck contenidas en su nuevo disco. Una guitarra acústica como punto de partida sugiere bien la sonoridad que tendrá esta música: No sólo acústica, porque pronto aparecerán desde otros instrumentos hasta arreglos orquestales en pleno, pero sí íntima y apacible. Y un acorde mayor traducido a palabras podría ser un modo figurado de abrir la ventana y dejar entrar de lleno la luz. La luz de la mañana, sobre todo en un disco con este título, hecho de música melancólica pero no triste; plácida, quieta, cansina, pero luminosa.

Inquieto por definición, como ha sido desde que apareció a mediados de los años '90, el cantante y compositor estadounidense que se reveló en 1994 cantando el coro biligüe "Soy un perdedor / I'm a loser baby", supo distinguirse en medio del rock alternativo en boga en la época por una mirada posmoderna, en la que hizo caber ironía y collage. Cortó y pegó influencias de funk, hip-hop, soul y hasta bossa nova en hits como "Devil's haircut", "The new pollution" o "Where it's at", y en discos como Mutations (1998) y Midnite vultures (1999), y cantó y escribió en español con acento gringo en álbumes como Odelay (1996) o Güero (2005). Pero también trascendió a esa década al sorprender con las bajas revoluciones de Sea change (2002) o la psicodelia de Modern guilt (2008), sumadas a colaboraciones recientes con Philip Glass o la publicación en 2012 de su libro de partituras "Song reader".

Ahora, en su duodécimo disco y el primero que graba en seis años, Beck describe un nuevo giro y vuelve a conectarse con su lado contemplativo. El pulso en Morning phase avanza lento en promedio. La sonoridad se oye espaciosa por el uso distintivo del efecto de reverberancia. El relato es de largo aliento, por cuenta de una estructura que incluye introducción e interludio instrumentales como parte del disco. Y la atmósfera es envolvente por la vía de unos arreglos a base de guitarras, pianos y orquesta, que transportan a esta música por episodios que pueden ir desde una canción folk acústica hasta un arreglo de cuerdas monumental. Todo a tono con versos que hablan de despedirse, pero también de empezar de nuevo, y aluden no sólo a la soledad sino al aislamiento, que es la palabra que Beck repite una y otra vez en la canción "Wave".

Acorde de mi mayor en guitarra acústica: Así es también como empieza el citado disco Sea change (2002), que es la referencia más fiel para presentar este trabajo, como el mismo cantante advirtió al anunciar Morning phase. Ahí están los créditos para corroborarlo: Fue grabado junto a varios de los mismos músicos que Sea change, es decir Smokey Hormel (guitarra), Roger Joseph Manning Jr (teclados) y Joey Waronker (batería). Y apela a una serie de influencias comunes a ambos discos, que no por casualidad se conectan con la música folk. Así, estas canciones pueden dialogar con músicos actuales como Sufjan Stevens o The Shins (en la canción "Blue moon" y su frase "I feel tired to be alone"), y también invocar a Neil Young o lograr lo que ocurre en "Heart is a drum" o en "Turn away", canciones nuevas en las que Beck se dobla la voz para transformarse por sí solo en Simon y en Garfunkel al mismo tiempo. "Desperté esta mañana" es lo primero que él canta al iniciar este disco, que luego de sus trece canciones termina en la balada de piano "Waking light", y su alusión a la luz de la mañana otra vez: música luminosa como ya sabemos que Beck sabe hacer cuando es momento de volverse introspectivo.


David Ponce

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