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Red Hot Chili Peppers cierra primera jornada de Lollapalooza con multitudinaria presentación

La banda californiana reunió a la mayor cantidad de público en lo que va de festival, y que se manifestó frente a los problemas de sonido que mancharon en parte su show.

30 de Marzo de 2014 | 10:51 | Por Sebastián Cerda y Francisca González, Emol
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La banda estadounidense irrumpió en el circuito musical el año 1983.

El Mercurio

SANTIAGO.- Sin exagerar, fueron al menos 20 mil las personas que decidieron no esperar el fin de las acciones en otros escenarios y simplemente plantarse frente a un Claro Stage en penumbras. Poco antes de las 22:00 horas, ni la sombra de un músico asomaba por esa tarima.


¿Entonces? Que poco después figuraba en la pauta del primer día de Lollapalooza la actuación de fondo a cargo de Red Hot Chili Peppers, banda que en la previa del evento asomaba como una de las más esperadas de esta versión, privilegio que esta masiva guardia no hizo más que ratificar.


Con algún tiempo de retraso, la banda salió a escena un par de minutos antes de las diez de la noche (estaba pauteada para las 21:45) para abrir los fuegos con una que no falla, "Can't Stop" (del disco de 2002 By the Way), que se dejó escuchar después de una extensa intro instrumental.


El ejercicio sería repetido en más de una ocasión a lo largo de la velada, tanto como para fatigar un poco los engranajes en esos momentos. Pero lo bueno es que estamos hablando de "los Red Hot", unos que tienen suficientes cartas bajo la manga como para hacer frente a traspiés.


Así desfilaron entre otras "Dani California", "Snow" y "The Adventures of Rain Dance Maggie" (dando cuenta de que aún hay ganas de tocar el disco de 2011, I'm with you), celebradas por una multitud que se empinó fácilmente por sobre las 35 mil personas, quienes hicieron frente a una de las primeras noches frías en este otoño que comienza.


¿Y lo malo? Que esa buena acogida no pudo ser completa nuevamente a causa del sonido, totalmente descalibrado (sobre todo en los vaivenes sufridos por la guitarra de Josh Klinghoffer) y a un volumen insuficiente como para abarcar la totalidad del territorio pretendido (no olvidemos que hablamos de una explanada, no de un estadio).


El mismo público ubicado unos metros más atrás de la mesa de sonido dejó eso en claro al promediar la presentación, primero con aisladas silbatinas y luego con el coro "no se escucha" pronunciado en forma individual y colectiva, y también en variantes más y menos amigables.


Pero como la cosa no mejoró, fue la resignación, el encuentro con una banda histórica, y canciones como "Under the bridge", "Californication", "By the way" y "Give it away" lo que permitió calmar las aguas, además de la performance a ratos quemante del infalible Flea en el bajo.


Sin embargo, los que no pudieron apreciar bien el show (que duró una hora y media) tienen un consuelo, porque mientras se vivía la espera por la salida del cuarteto, a través de las pantallas gigantes ya se ofrecía comprar y descargar el concierto por venir, a través del sitio oficial de la banda. En fin, cosas de la era post industria discográfica.


Oda el reggae y entusiasmo eléctrico


A la misma hora en que Anthony Kiedis y compañía congregaban a la mayor masa del festival, en el otro extremo del Parque O'Higgins se vivía la atmósfera relajada y pacífica que suelen traer consigo los conciertos de reggae. Y el show que se veía allí, en el PlayStation Stage, no era cualquiera, ya que estaba a cargo de los históricos The Wailers.


Los principales difusores del movimiento y otrora compañeros de Bob Marley, levantaron su propia fiesta rastafari, con una nutrida selección de grandes éxitos como "Could You Be Loved", "Is This Love" o "No Woman, No Cry". El vocalista del conjunto, Koolant, cantó acompañado de un coro que superó las 6 mil personas.


Y una multitud superior fue la llegó en ese mismo horario al escenario LG para ver al DJ ruso-alemán Zedd. El productor de 24 años no dejó espacio libre en la pista, e incluso algunos tuvieron que cambiarse a la tribuna para no quedar sofocados por la aglomeración. El ganador del Grammy llegó al país en su momento de mayor popularidad, tras iniciar su carrera hace cinco años y haber lanzado su primer disco hace sólo dos.


Su rol como exponente del electro-house no es menor, pese a su breve trayectoria. Así queda demostrado en momentos como aquel en que detiene la música para que el público siga bailando y cantando a capella. Sin duda, un lujo del que no cualquier DJ se puede jactar.

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