Lorde y Nicole despiertan el fervor de sus seguidoras en los escenarios alternativos de Lollapalooza

SANTIAGO.- Mucho se había hablado de Lorde en las semanas previas a Lollapalooza. La neozelandesa venía con el pesado cartel de revelación 2013, y con logros como haber terminado con el breve reinado que Miley Cyrus tuvo en espacios como el ranking Billboard, además de un par de Grammy por interpretación femenina y canción del año ("Royals").

Por ello, su paso por la versión local de Lollapalooza bien servía para tomarle la temperatura al fenómeno, test que la joven cantante de 17 años sorteó tanto abajo como arriba del escenario. En la primera instancia, porque fueron cerca de nueve mil las personas que decidieron concurrir hasta la polvorienta zona al final del Parque O'Higgins, a la misma hora en que por otros lados terminaban y empezaban nombres de tanto peso como Vampire Weekend y Pixies.

En la segunda, porque con apenas un disco editado (Pure Heroine) la nóvel cantautora deja en claro que porta la materia prima suficiente como para seguir encumbrando su carrera, así como para ocupar en el presente un espacio que estaba algo botado.

Se trata del pop electrónico y de revoluciones bajas que la artista cultiva, y que adopta diferentes formas dentro de márgenes delimitados. Puede explotar aires de misterio, como en la celebrada "Tennis Court"; agregar pinceladas de gospel, como en la popular "Royals"; o abrir levemente la puerta al baile, en "Team". Pero hay cosas que no transa: El tono gélido, la moral del viejo trip-hop, y la actitud desencantada tan propia de su momento vital.

Con todo ello, más su desplante felino y rebelde, y su estampa como de recién escapada de una película de Tim Burton, Lorde logró conquistar a una audiencia mayoritariamente joven y femenina, que celebró cada uno de sus movimientos, sobre todo las devotas primeras filas. Fue un paso breve, pero que seguro no será el último. De este nombre, seguiremos sabiendo por un buen rato más.

Nicole: un escenario que le quedó chico

El que no llegó a las 19:00 horas a La Cúpula (rebautizado como Paris Stage este fin de semana) simplemente se quedó fuera del espectáculo de Nicole. Diez minutos antes de su show, los espacios libres en el recinto se agotaron, y no quedó otra opción que acomodarse en los pasillos de acceso.

La cantante de 37 años empezó su actuación de 60 minutos con diez de retraso. A las 19:10 en punto se apagaron las luces e hizo ingreso al teatro, mientras la aplaudían las más de 2500 personas que la esperaban a ella y a su banda.

Vestida en tonos pasteles y con las luces centrada en ella mientras el entorno permanecía oscuro, Nicole dio inicio a su show con "Baila", primer sencillo de su último disco, "Panal". Los tintes electrónicos de su sexto trabajo de estudio continuaron más adelante con  "Románticos", para luego dar paso al estilo rockero de "Despiértame", la canción más popular del álbum que grabó con el apoyo de Gustavo Cerati, "Sueños en tránsito" (1997).

La alta convocatoria dejó feliz a la cantante, según dijo entre canciones. "Ayer vine a probar sonido y pensaba que ojalá no hubiera mucho rebote. Y ahora La Cúpula está llena. Gracias por venir", dijo. Los aplausos fueron inmediatos.

El debut de la cantautora nacional en Lollapalooza contó con repasos a todos sus discos. Además de los dos mencionados anteriormente, también se recordó "APT" (2006),"Viaje infinito" (2002), "Sueños en tránsito" (1997), "Esperando nada" (1994) y "Tal vez me estoy enamorando" (1989).

Hay músicos nacionales que se han repetido en estos cuatro años de Lollapalooza en Santiago, como fue ayer el caso de Francisca Valenzuela. En caso de volver a convocar a Nicole (un hecho probable), tal vez en esa oportunidad su lugar sería en el horario matutino en uno de los dos escenarios principales.