Arcade Fire se inscribe con una presentación para atesorar, en el epílogo de Lollapalooza 2014

SANTIAGO.- No hubo nada que no se haya visto antes en materia de escenografía. Tampoco de pantallas, luces o proyecciones (menos de pirotecnia), entre otras unidades de medida a las que se suele acudir a la hora de determinar la capacidad de asombro que un concierto en vivo puede despertar. Pero lo de Arcade Fire esta noche, ya en el epílogo del cuarto Lollapalooza local, sin dudas que califica entre las presentaciones más cautivadoras e hipnóticas que por aquí hayan pasado hasta ahora.

Las claves para ello no fueron otras que las más esenciales de un concierto en vivo: Repertorio, interpretación y ejecución, aquí elevadas a niveles que no aspiran a otra cosa que la excelencia.

Así se puede inferir ya en el inicio a las 20:00 horas, cuando un combo inusualmente numeroso (doce personas) se toma por asalto el escenario, para abrir el recorrido de 90 minutos con "Reflektor", la expansiva canción (fiel reflejo de su mezcla de pop y experimentación) que abre el último disco de la banda liderada por Win Butler, quien con una máscara cubriendo su rostro sobresale apenas en un despliegue de intenciones igualitarias entre sus miembros.

"Flashbulb Eyes", ese curioso tema con aroma a reggaetón incluido en ese mismo reciente álbum, sigue en la lista, y ya entonces se esboza el objetivo de no dejar espacio vacío en el espectro sonoro. Lo que la canción vaya pidiendo (acordeones, bronces, violines o lo que sea), encontrará su respuesta en esta versátil banda con mayoría de multiinstrumentistas.

Así será, por ejemplo, en una muy tribal "Neighborhood #3" con cuarteto de percusiones (incluyendo a la segunda de a bordo, Régine Chassagne). O en la energética "Ready to Start" a dos baterías (nuevamente gracias a Chassagne).

Luego, la sobrecogedora "Neighborhood #1" cumplió tal cometido en el público, sacudido en seguida con la infalible "No Cars Go" y con el reciente single "Afterlife" (previo saludo musical de Butler a Pixies, los del turno anterior), que abordan la luminosidad desde distintos ángulos.

Un hombre vestido de piues a cabeza con un traje de espejos había abierto la velada, y el mismo ahora figuraba en un escenario al medio del público para introducir luego a "It's Never Over (Oh Orpheus)", y ser relevado en la posición estelar por Chassagne, quien dialogó desde ahí en las voces con la tarima central.

No fue el único disfrazado de la noche, porque tras el primer adiós se tomó el escenario un grupo ficticio con cabezas de papel maché, anunciado como "Los Reflektor" (aludiendo al último disco de los canadienses), quienes dedicaron a Johnny Marr una canción que resultó ser "Esta luz nunca se apagará", el insufrible cover de "There is a light that never goes out" (The Smiths) firmado por el español Mikel Erentxun.

Fue un momento hilarante, parado en seco por un Butler supuestamente molesto por las cosas que suceden cuando la banda deja el escenario por cinco minutos. Y fue también otra cara más en la histórica presentación de Arcade Fire, una que dejó en claro las distancias que a veces pueden existir entre un grupo de música y lo que ellos verdaderamente son: Un auténtico colectivo de artistas.