Quienes hayan ido a ver la recién estrenada película chilena "Hijo del Trauco", del realizador Alan Fischer, habrán escuchado en la banda sonora una canción llamada "Puzzle". Y de paso habrán conocido una versión más temprana y salvaje del nuevo disco de Fernando Milagros, Nuevo sol, la cuarta grabación del cantante y autor chileno, que por estos mismos días acaba de salir a circulación.
Esa canción figura ahora también en el disco, pero en una versión distinta, con nuevo sonido, nueva estructura, nueva producción y nueva voz. Porque el álbum fue producido por Cristián Heyne, hombre con experiencia en trabajos recientes de Javiera Mena, Gepe, Dënver, Camila Moreno y el propio Milagros, y porque en "Puzzle" hay un invitado: Rubén Albarrán, el cantante de la internacional y siempre mestiza banda mexicana Café Tacuba.
Y la canción tendrá nueva imagen también en los próximos días. A partir de la participación de Albarrán fue elegida como el siguiente single del disco, y el cantante mexicano ya filmó en Santiago su participación en el inminente videoclip respectivo. Ese tránsito desde una melodía embrionaria a la versión global y desplegada de la misma canción es un buen resumen de cómo trabaja Fernando Milagros, que coincidió con Albarrán por medio de músicos en común, tal como en su disco previo tuvo como invitada a la cantante española Christina Rosenvinge también gracias al oficio musical que le permitió compartir escenario con ella. Pero también es un índice del modo en que Milagros se propone las cosas.
-A veces uno mismo se pone las limitaciones -dice-. Si se te ocurre una idea, por qué no hacerla crecer.
Con ese espíritu de cantar
Antes de "Puzzle", Nuevo sol fue presentado en marzo por la canción "Otra vida" y su declarada producción pop, un sonido contrastante con el carácter más oscurecido o nebuloso de muchas canciones de los tres discos previos de Fernando Milagros: Vacaciones en el patio de mi casa (2007), Por su atención gracias (2009) y San Sebastián (2011).
Y no es el único cambio que el cantante está imprimiendo a su música con motivo del nuevo disco. De su anterior banda, sexteto conformado por Fernando Milagros (voz y guitarras), Manu Baldovino (voz), el dúo Philipina Bitch (guitarras y bajo), Daniel Baeza (teclados) y Matías Mardones (batería), hace un año el cantante simplificó las cosas a trío sólo con Marcelo Wilson (teclados) y Mardones (batería).
"Y traté de forzar todo el repertorio a trío", dice. "Estamos intentando modificar un poco la típica banda de rock, y me gusta como suena, porque somos pocos y el sonido es bien particular. El plan es sostener el disco nuevo en trío". Dos canciones nuevas, además de las del disco, aparecieron en los conciertos del último año con el nuevo formato: "Tobogán" y "Nube blanca".
-Tienen un espíritu diferente al disco, más andino, medio oscuro con unas bases raras. Y -hace una pausa-… Heyne me las rebotó. Traté de meter una, pero no. Las dos me gustaban, pero quizás está bien, porque el disco nuevo tiene otra intención, y esas canciones no encajaban mucho ahí. Igual van a tener que salir en algún momento.
-Eso nos habla de que Heyne no es un yesman.
-No. Y fue un proceso súper largo. Para este disco debo haber compuesto alrededor de veinticinco canciones, en harto tiempo.
-Y quedaron nueve.
-Sí -se ríe-. Hace tiempo pensamos que es más entretenido hacer discos cortos. Que es preferible que la gente quede con gusto a poco casi, y que te den ganas de escucharlo de nuevo, a que a la canción número trece ya no quieras más. Creo que no es necesario hacer discos tan largos.
-¿Cuántas canciones pusiste en los discos anteriores?
-El Por su atención gracias tiene doce. Y ahora pienso que habría sacado un par. San Sebastián tiene diez. Aparte ahora, que ya estoy más grande, que ha pasado un poco de tiempo y he estado tocando, lo más rico que me ha dado esa experiencia es tocar canciones que la gente pueda cantar. Y que ellos canten contigo es lo más bacán que te puede pasar arriba del escenario. El mejor premio que uno puede tener como artista. Entonces con ese espíritu de cantar produjimos este último disco, con esas ganas de dejar las canciones que fueran más coreables.
-¿Cuándo te empezó a pasar eso, con qué canciones?
-Con las más obvias igual, "Carnaval" (de San Sebastián), "Reina japonesa" (de Por su atención gracias). "Reina japonesa" es un tema que nunca puedo dejar de tocar, cada vez que no lo toco me lo reprochan.
-Esa canción es de 2009, ¿ya entonces te pasaba?
-Sí, pero desde no hace mucho, quizás hace un año o por ahí, que en algunos conciertos la gente se sabe las canciones completas, muy animados. Como que de repente prendió, quizás por acumulación, por insistir. Eso me llamó la atención y me dieron ganas de ponerme ese objetivo. Espero cumplirlo en cierta medida con el disco nuevo.
-Con las del primer disco, como "Cumpleaños" o "Mi ciudad", ¿no era lo mismo?
-No, era mucho más contemplativo. Tiene que ver con una forma de componer también, estaba recién aprendiendo a hacer canciones, eran puras primeras impresiones de melodías. Se acercaban a un coro, pero tampoco tenían coros.
-"Ahora que estoy más grande", dijiste. ¿Tiene que ver con ser más adulto, más maduro?
-Más que con la madurez de edad tiene que ver con las horas de vuelo de estar tocando. Yo empecé viejo igual. Podría haberme lanzado mucho más chico, pero me di una vuelta por el teatro primero (en su trabajo previo como diseñador teatral), la hice más larga que si hubiera estado totalmente decidido. Como que le hice el quite. Empecé en el 2007, como a los veintisiete. Y ni siquiera tampoco, porque era muy un juego todavía: a ver qué pasa, qué onda, cero expectativa, tenía otra pega… y de a poco la música me fue convenciendo de que lo que tenía que hacer era eso.
Nunca sé. Hasta que lo pruebo
Fernando Milagros ya había producido San Sebastián con Cristián Heyne, pero esta vez el proceso fue distinto, explica, a partir del momento en que iniciaron el trabajo, hacia abril del año pasado.
-Yo jurando que tenía un playlist. Llegué como con trece canciones. Y Cristián me dice: "Ya. ¿Que querís hacer con esto? ¿Cuál es el objetivo? Están buenas las canciones, pero si quieres hacer un disco medio alternativo, como San Sebastián dos, de repente no soy el más indicado para ayudarte. De repente ya puedes producirlo solo".
"Y me mandó para la casa con esa pregunta", recuerda. "Y pensando más tranquilo me di cuenta de que no quería una segunda parte del San Sebastián; no me interesaba hacer la sandía calada, el 'disco parecido a'. Me interesa tomar más riesgos y hacer otra cosa. O en términos más estéticos, o cíclicos, no sé cómo llamarlos, que el disco fuera una continuación, pero que fuera otro mundo. Aparte estaba pensando en que podría hacer canciones más pop. Y en eso quedamos.
-¿Fue como un desafío?
-Sí, pero era en el fondo era un modo de tomarse realmente en serio.
De esas trece canciones iniciales sobrevivieron tres o cuatro, recuerda el autor: "La niebla", "La puerta" ("que son dos bien oscuras igual", dice), "La noche" y "Puzzle". "Y con la que entendí, con la que se abrió una puerta que me dio pistas para seguir componiendo, fue 'La playa': otra cosa, diferente, mucho más fresca, más liviana. Me imagino esa canción como haciendo un hoyúo (hace el gesto de levantar el dedo medio de la mano empuñada) al disco anterior. Como 'por qué tan grave'. Una forma de desenfadarse casi".
-¿En todo caso estaba por verse si además eras capaz de componer canciones más pop? ¿O sabías que podías?
-Nunca sé. Hasta que lo pruebo. Es ensayo y error todo el rato.
-¿Es también un modo de hacer ese gesto a la gente que encuentra que el pop es fácil, como si fuera una fórmula asegurada?
-Es que cuando yo era chico pensaba eso. Cuando uno escucha Yo La Tengo, Sonic Youth, cosas más alternativas, piensa que el pop es una cosa como "la la lá, estrofa y coro". Y de a poco, más de grande y habiendo escuchado harta más música, te das cuenta de que también es así, pero hay una brecha grande entre eso y lo que está más trabajado. Creo que es más difícil hacer buen pop que hacer una música más experimental. Puede ser mucho más entretenido quizás, o un modo de ir encontrando cosas, pero es otro lenguaje. En este momento de mi vida para mí es mucho más interesante y difícil hacer canciones más pop que cosas más raras.
-¿Además la prueba en el pop es concreta, no es estética? ¿Es si la gente canta o no la canción?
-Claro. En ese sentido uno podría profundizar en la estética del pop y decir que el pop verdadero es el popular, el que la gente recuerda. No por estructura. O quizás tiene que haber una cierta estructura, porque culturalmente la conocemos. Pero tiene que ser cercana a la gente.
-En otra entrevista, el cantante de Primavera de Praga, Leo Saavedra, postulaba que el pop no es un género musical. Que "One", de Metallica, es pop, por ejemplo.
-De más que sí, tiene toda la razón. Porque hay muchos tipos de pop.
-La quinta sinfonía de Beethoven sería pop.
-Sipo, porque uno la recuerda. Hay varios hits. No sé: "Rigoletto" también es pop -dice Fernando Milagros y canta de memoria-: La donna è mobile / qual piuma al vento… Uno se acuerda. Y en su época debe haber sido súper pop. Las señoras la deben haber tocado en la casa con la partitura.
-¿Es ambicioso aspirar a eso?
-Súper ambicioso, pero hay que tratar. Una vez casi me hace llorar un pendejo que me dijo "Fernando, bacán conocerte, dame un autógrafo. Yo gracias a ti llevo plata a la casa". Y le pregunté por qué. "Porque canto en las micros y toco tres temas tuyos".
-¿Eso es pop también? ¿Que una canción funcione en una micro?
-Claro: en versión criolla podríamos decir que si te tocan en la micro eres pop -se ríe-. Corta.
-Es un barómetro.
-Es un buen barómetro para medirlo.
En Quito como en casa
En estos días Fernando Milagros trabaja con Luciano Rubio en la producción del mencionado clip para la canción "Puzzle". La filmación ya partió con tomas en las pasarelas de las capitalinas avenidas Grecia y Vespucio durante el reciente paso por Chile de Rubén Albarrán, que vino a tocar al festival Lollapalooza con Café Tacuba y también con la banda que comparte con los músicos chilenos Juan Pablo Villanueva y Chino Aros: Hoppo!
-Es una idea súper bonita que se le ocurrió a Luciano y que entre los dos fuimos amoldando -dice Milagros a propósito del clip-. Tiene que ver con tratar de mostrar personajes latinoamericanos. Personas muy comunes, caras muy chilenas o mestizas, por decirlo de alguna manera, en una acción que tenga dos partes: en la primera están medio atrapados y en la segunda hay una especie de liberación.
-¿Y entre esas caras están las de Rubén Albarrán y la tuya?
-Entre esas aparecemos cantando de repente. Y me interesa harto subrayar esa idea de tener presente que somos mestizos.
-En algún posteo hace poco pusiste eso, "Viva la música mestiza" o algo así. ¿Qué estabas escuchando?
-No sé, creo que no estaba escuchando nada -se ríe-. Estaba pensando no más en eso.
-¿Qué es para ti esa música mestiza?
-Todo lo que podamos llegar a hacer nosotros es música mestiza. Aunque hay grupos que tratan de cantar en inglés y de no ser chilenos, igual terminan siendo mestizos. Sobre todo. Porque mestizo no es sólo la mezcla con el español: somos un pueblo que ha sido colonizado desde el español hasta el gringo y el europeo, y seguimos sometidos a todos los que vienen de afuera. Y eso es penca pero, querámoslo o no, hay que tratar de sacarle el partido a esa mezcla. Aunque intentemos imitar nunca va a ser igual. Es mejor pasar por el filtro, asumir nuestro lugar y desde ahí crear. Y eso sirve para todo.
A fines del año pasado, a propósito, Fernando Milagros emprendió una primera gira a Ecuador, con dos semanas de actuaciones en pequeños escenarios de Guayaquil, Quito y Cuenca. "Fue una gira que estuve a punto de no hacer porque no había mucha plata, pero fui solo y al final fue súper bueno porque abrí un mundo ahí, conocí esa realidad social", recuerda. "Y te das cuenta de que, aunque hay diferencias, no somos tan distintos. Hay muchas cosas que nos unen, partiendo por que llegué a tocar a un teatro en Quito y me sentí muy en casa porque estaba la cordillera de los Andes al lado. Y te das cuenta de que la cordillera viene desde Colombia hasta abajo, y esa energía se reparte entre todo los países, hay un espíritu súper común".
-¿Puede haber tenido algo que ver ese viaje con la idea del video?
-Yo creo que sí, de a poco te vas dando cuenta de que hay valores que están ahí y son muy necesarios. O sea, si los gringos nos venden todos los días que es súper taquilla cualquier cosa, por qué uno no puede decir que es súper taquilla, no sé, ser moreno. De repente hay que usas las mismas herramientas que ellos con su marketing nos han vendido, pero al revés, para hacer un marketing de lo latinoamericano.
-Sería una buena respuesta a los que pusieron de moda la expresión "cara de nana" últimamente en Chile. No hace falta ir más lejos para encontrar sentido a ese video.
-Claro, esa corta expresión da cuenta al tiro de un status de cierta parte del país, de lo que piensa esa gente. Pero yo quiero ser más positivo y pensar que eso como que se está acabando un poco.
-Puede ser, pero no sólo es cosa de unos tipos cualquiera en Lollapalooza sino de una mujer a la que le pagan por hablar esas cosas en la televisión…
-La Francisca Merino la otra vez… No me sorprende, pero el hecho de que eso sea súper noticia significa que se está acabando. Porque es insólito. Veo eso en la tele y digo que no puede ser que una persona con ese nivel de fascismo esté influyendo sobre miles de personas que ven ese programa. Y así como yo o como tú creo que hay mucha gente que piensa eso. Entonces de alguna manera ejerce un efecto contrario: si fue noticia es porque estamos chatos de eso.
-Aparte de la metáfora de la cordillera, otra cosa en común es justamente lo que hay de parecido entre unas caras chilenas, peruanas o ecuatorianas, ¿no?
-De hecho en Ecuador si hablas como chileno te entienden todo, porque hablan muy parecido. Hay muchas expresiones que son las mismas pero dichas con otro acento.
-Y aparte tiene todo que ver con que una de esas caras sea la de Rubén Albarrán. ¿Fue pensando en eso que lo invitaste?
-No fue pensado de ninguna manera. Ese tema, "Puzzle", fue hecho originalmente para la película "Hijo del Trauco", a pedido del director, Alan Fischer. Después la retomamos con el Cristián (Heyne), le dimos muchas vueltas, le pusimos un puente, y recurrí a algo que es como un juego, como decir "soñar no cuesta nada". ¿Qué pasaría si invitamos a un cantante bacán a la segunda estrofa? ¿Quién podría ser, un ícono del rock? Rubén Albarrán, quién más va a ser. Tenía el mail, le mandé un correo que no me contestó, pasó como un mes, y de repente el Chino Aros (de Hoppo!) me dice de parte de él que todo bien con la invitación.
-¿Mejor incluso que no haya funcionado por mail sino por intermedio de una persona?
-Sí, y es muy raro, porque el Rubén y los Hoppo! tienen una volada súper etérea, es difícil pillarlos, nunca se sabe a qué hora son las cosas, los he ido conociendo y ya les cacho el flow. Le volví a escribir y me contestó a la hora. "Hermano, Feña, pucha, pensé que te había contestado, me encanta la idea, mándame el tema, de alguna manera lo vamos a hacer".
-¿Y con el video fue lo mismo?
-Como que ya conocía más o menos cómo era la dinámica, así que le dije "Rubén, que quedó lindo el tema, mira: aquí está". "Ah, sí, qué bacán". "Bueno, es que ahora quiero hacer un video: ¿me apañai?" (risas). "Obvio que sí". De repente, como dice el dicho, "en pedir no hay engaño".
-"En pedir no hay engaño", "Soñar no cuesta nada": ¿son lugares comunes, pero al final son verdades?
-Al final, claro, no cuesta nada. Descubrí que hay que saber pedir las cosas para que lleguen.
Tierra, agua, fuego y una energía hostil
El título de Nuevo sol viene encerrado en el disco en un verso de otra de las canciones, "Llegar a casa": "Siento que es mejor no apurar el nacimiento de este nuevo sol".
-Estaba de antes -dice Fernando Milagros.
-¿La frase estaba de antes y después la pusiste en la canción?
-Sí. Es que por lo general, y creo que es como la deformación que tengo de escenógrafo, para armar un disco necesito sentar los precedentes primero: armar el set donde va a pasar el disco.
-¿Y el título es una parte importante de la escenografía?
-Sipo. Entonces el set es como un amanecer, por ejemplo, y todo lo que metafóricamente signifique ese amanecer. Una nueva oportunidad, algo que tienes por hacer, o que la noche fue San Sebastián: cosas que fueron superadas y ahora hay nuevas expectativas sobre lo que viene. Aunque ahora lo pongo en duda con todo lo que ha pasado (se refiere al reciente terremoto en el norte y al más reciente incendio en Valparaíso), tiene que ver con el hecho de que San Sebastián lo compuse en una época en que había pasado el terremoto en Chile en 2010, iba a llegar el 2012 y el disco fue súper influenciado por esa idea que había de fin de mundo.
-De veras que se iba a acabar el mundo en 2012.
-Había series, películas, como que se transformó en un género. Estaba bien pegado con eso y apareció San Sebastián. Evaluando un poco para atrás, desde el terremoto (de 2010) empezaron a quedar terremotos también en las vidas de muchas personas que no sobrevivieron a eso, o al menos sentí que esa energía estaba súper presente. Sentí que estaba avanzando sobre una catástrofe, que estaba sobreviviendo a algo. Y el que no atinaba iba cayendo.
-¿En ese período aparecen también las convulsiones sociales de 2011, por ejemplo?
-Sí, y siento que es sigue ahora. Son períodos en los que está todo agitado. Y si lo miras con un zoom out te das cuenta de que están pasando cosas que tienen que ver con una energía muy especial, y en todos los planos, del terremoto para delante: las marchas estudiantiles, la gente chata en las calles, el arte, la música chilena, por todos lados, es como una olla a presión. Mira lo que acaba de pasar en Valparaíso, una cosa como de película bíblica, como Roma ardiendo. El terremoto en Iquique hace tres semanas: una energía muy poderosa que está desbordando. Y no sé qué significa.
-Es energía, pero básicamente energía hostil entonces.
-Muy hostil: es como si la naturaleza nos dijera que no hay nada más fuerte que ella. Y si nos ponemos más esotéricos lo podemos decir que es la tierra, que se mueve; el agua, que es el mar; y ahora el fuego. Es raro pensarlo así.
Una de las personas con quienes Milagros compartió estas impresiones es el pintor Elías Santis, autor del retrato del cantante que figura en la portada de Nuevo sol. "Él tiene un rollo muy volado de la vida y me decía que ahora estamos empezando de nuevo, que todo partió de cero y tenemos la oportunidad de corregir las cosas y avanzar a un lugar mejor. Y con esa idea le dije que me hiciera la carátula del disco. La carátula es un close up del cuadro entero".
-Es el primer disco tuyo donde aparece tu cara en la tapa.
-Sí, como que me atreví. Siempre me dio pudor eso, entonces una forma de no hacerlo era que no fuera una foto, sino una pintura.
En los últimos años Fernando Milagros viajó a presentarse en el festival Primavera Sound de Barcelona en 2011 y regresó al mismo festival y a dar más conciertos en España y Alemania en 2012. Pero "Llegar a casa", esa canción en la que está contenido el título de Nuevo sol, no habla necesariamente de esos viajes, dice.
-Tiene que ver con encontrar un hogar también. No con asentarse en un lugar geográfico, sino más espiritual, más afectivo. Son frases robadas también, ideas que tienen que ver con aprender a soltar las cosas y no estar tan encima de ellas. Uno es muy ansioso también, quiere que todo pase rápido, y lo único que tienes que hacer es sentarte, respirar, y todo al final va a pasar igual.
Es coherente con la actitud del cantante respecto de los mismos viajes. "Los viajes siempre son un esfuerzo súper grande, y uno puede decir 'Toqué en Berlín', pero para realmente construir y generar audiencias tienes que volver a ir y volver a ir. Si vas un día va a ser una bonita experiencia, pero después al otro día nadie se acuerda. Ahora estamos tratando de concentrar más la energía en Chile y en regiones, para que desde ahí aparezca lo demás".