Tal como esa confusión viralizada en los últimos días entre dos marcas de zapatillas trasnacionales y la letra del hit de la cantante Corona "The rhythm of the night", el nuevo disco de Damon Albarn también parece venir con su mensaje oculto en castellano: suena como si él mencionara a Chile. Es al inicio de "Mr Tembo", canción dedicada a un elefantito que el músico inglés conoció en algún viaje a Tanzania. Pero, para evitar malentendidos, lo que se asemeja ahí al nombre de Chile es en realidad el vocablo en swahili para la palabra "gospel", según ha explicado el propio autor. La canción estrecha en cambio el lazo con África que el cantante ha tendido en trabajos previos como Mali Music o con el dúo Amadou & Mariam, y en efecto incluye un coro gospel, música de la que Albarn es fan de larga data, según prueba un éxito de Blur como "Tender", del disco 13 (1999).
En Everyday robots, el disco debut oficial como solista de Damon Albarn tras décadas de historia con Blur y Gorillaz, "Mr Tembo" es, en todo caso, la canción más rara. Rara no por críptica, que al contrario es la más accesible y animosa. Rara por excepcional. En general ésta es una serie de composiciones con tendencia a la melancolía y la reflexión, si hay que elegir una palabra para la música y otra para las letras. Albarn lo ha planteado como una manifestación del "enfrentamiento entre naturaleza y tecnología" y, en cuanto al sonido, cumple al expresar bien esa dualidad en metáforas como la oposición entre el piano y las bases electrónicas en "The selfish giant", donde es acompañado por la cantante inglesa Bat for Lashes (Natasha Khan), o sobre todo el contraste entre los sonidos digitales y las guitarras acústicas muy frecuentes aquí, vehículos de una coexistencia constante entre la textura del sampler y los instrumentos analógicos.
La participación del eminente músico y productor Brian Eno como otro de los invitados en dos de estas canciones no es tan llamativa, pero al menos trae consigo el efecto colateral de dejar al dueño de casa un poco más próximo a Bowie en "You and me". Albarn es realidad el protagonista aquí. Autobiográfico por confesión de su autor, Everyday robots contiene alusiones a asuntos tan específicos como la superada adicción del cantante a la heroína, en la citada "You and me", o el origen del título del primer disco de Blur, Modern life is rubbish (1993), tal como está relatado en "Hollow ponds", una canción cuya letra está incluso ordenada por años, entre 1976, 1991, 1979 ó 1993. Y, más allá de las anécdotas, estas letras están cruzadas por títulos y versos sobre la relación entre la tecnología y la espiral que va desde la soledad al aislamiento y la alienación.
"Si estás solo presiona play" invita el cantante en "Lonely press play", otro de los singles anticipados del disco. "We are everyday robots on our phones" es la primera línea de la canción que da el título al álbum, y es en especial llamativo que "phones" ahí pueda designar indistintamente al teléfono inteligente, a los audífonos o a la suma de los dos, como herramientas de (des)conexión eficaces por igual: "Somos robots cotidianos (…) / en el proceso de llegar al hogar (…) / Somos robots cotidianos controlados / en el proceso de ser vendidos / manejando autos unos al lado de otros / hasta que apretamos restart". Albarn imagina robots que conducen autos, pero basta cambiar un poco la escenografía y situar la escena en la hora peak del Metro de Santiago para dar a ese verso una dimensión nueva y tercermundista. Y para sacar la cuenta de que un disco titulado "Robots cotidianos" bien puede que esté hablando de Chile al fin y al cabo.