Textos y dibujos no se mezclan en ''Al sur de la Alameda'', pero sí se alternan para relatar la historia del protagonista y su entorno.
Ekaré SurSANTIAGO.- Al sur de la Alameda se ubica el colegio en el que transcurren los acontecimientos que Nicolás relata en su diario: Una toma estudiantil levantada algo al margen de las tomas oficiales, en pleno año 2006. Una en que se promueve la lucha por una educación de calidad y la resistencia, pero en la que también se tejen pugnas por el poder entre los alumnos, romances y peligros de diversa índole.
Todo eso ocurre allí, "Al sur de la Alameda", que es también el nombre de la novela de Lola Larra que acaba de llegar a las librerías locales ($23.000, Ekaré Sur), y que se instala en plena Revolución Pingüina para reflejar con fidelidad la atmósfera de esos días.
No hay nada al azar: La organización interna, los roles desempeñados, las reacciones desde el exterior de los colegios tomados, y hasta la forma de encarar las demandas, retrotraen al lector hacia ese bullente período que transcurrió entre abril y junio de 2006. Tanto, como para pensar que la autora puede ser perfectamente una ex "pingüina", que ahora ficcionó con sus vivencias de entonces.
Pero no, Lola Larra tiene 46 años, y en esos días de tomas y marchas recién regresaba a vivir en Chile, tras pasar prácticamente toda su vida entre España y Venezuela. Entonces visitó los colegios tomados, "y me encantó todo lo que estaba pasando, que para mí era desconocido. Me gustó este Chile tan vibrante y colorido", asegura.
Fruto de eso, dos años más tarde, comenzó a escribir la novela, y la terminó en formato tradicional: Decenas de páginas al hilo, letras, letras y más letras, dando cuenta de una historia juvenil y fresca, a la vez que intrigante.
"Pero no me terminaba de convencer, me parecía que algo faltaba, y eso era una historia paralela que se cuenta, y que entronca con las protestas estudiantiles de los 80, y a Nicolás con la historia de sus padres", cuenta la escritora.
Fue entonces que contactó a Vicente Reinamontes, ilustrador de 24 años que sí estuvo en las tomas, y que terminó de transformar a "Al sur de la Alameda" en lo que ahora es: Una obra a medio camino entre la novela tradicional y la novela gráfica.
"Novela híbrida", dice Larra repitiendo un término que le ha escuchado a algunos críticos, y que puede dar cuenta de lo que ella hizo: Una obra sin viñetas, pero con texto y dibujos, que en complemento terminan de cerrar el círculo de la historia ante el lector.
En este caso, la de un joven que tras entrar al movimiento casi sin querer, experimenta una "toma de conciencia desde lo individualista hacia lo que tiene que ver con el bien común, con dejar de ser tan solitario", explica la autora.
-¿Y cómo ves el movimiento de 2006 hoy? Con el tiempo, da la impresión de que no generó tanto como se esperaba, ya que tuvo que venir otro movimiento en 2011, y hasta hoy discutimos los mismos temas...
-Es complicado, porque son reformas que buscan cambios muy profundos. Tengo esperanzas de que ahora ojalá se sienten a dialogar los agentes involucrados y puedan resolver. Ojalá hoy se logre lo que desde hace ocho años se está pidiendo: Una educación más justa, igualitaria, sin lucro.