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Argumentos

El artista panameño ofreció el miércoles 7 de mayo un concierto tan nutritivo como sabroso en el Teatro Caupolicán de la capital, donde fue aclamado por un público que colmó de fervor el recinto.

08 de Mayo de 2014 | 11:11 |
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Rubén Blades presentó un show de veinte canciones ante unas cuatro mil personas en el Teatro Caupolicán.

UPI

Es una de sus palabras distintivas: Argumento. Preclaros baluartes del argumento cultural urbano, es como llamó Rubén Blades a Gabriel García Márquez y al cantante Cheo Feliciano, recientemente fallecidos, a modo de homenaje. El argumento de su más reciente disco fue convertir canciones de salsa en tangos, explicó a su llegada a Chile un día antes de su concierto. Y ya piensa en el próximo paso de su carrera política a largo plazo: Un argumento de administración pública en el 2019 en su natal Panamá, como viene anunciando en público desde hace un tiempo.

Entonces es coherente lo que pasa a la hora de subir al escenario. Porque es con Rubén Blades en vivo que esa vocación por el argumento termina por cuadrar del mejor modo. Y con las más diversas acepciones posibles de la palabra: Fundamento, trama, discusión, propósito incluso. En todo eso es generoso el concierto que el artista panameño acaba de mostrar en su regreso a Chile, la noche del miércoles 7 de mayo en el Teatro Caupolicán, recinto santiaguino donde Blades fue aclamado por un público conocedor y fervoroso frente a la entrega del cantante y sus músicos en vivo.

La actual gira del cantante, secundado esta vez por la orquesta de doce músicos del bajista panameño Roberto Delgado, se llama"Cantos y cuentos urbanos". Y sobre todo en el primer tramo del espectáculo en efecto Blades intercala relatos referidos a sus años de estudiante de leyes, a su período de funciones como ministro en el gobierno panameño o a alguna anécdota garciamarquiana, además de los saludos que en el caso de Chile dedicó al cineasta Miguel Littin y a la cantante y rapera Ana Tijoux. Pero mantener ese esquema ni siquiera es un pie forzado, porque cantos y cuentos son los dos materiales que de por sí constituyen la base de la creación de Rubén Blades, tal como es posible descubrir o corroborar en este concierto.

Por supuesto que bien merecida tiene su reputación de cantor comprometido con las luchas y desafíos de todo el continente, como evidencian una tras otra todas las selecciones del repertorio. Pero lejos de la consigna fácil, Blades en vivo es la confirmación de que esas ideas reposan siempre en un –palabra clave– argumento. Y ésa es la garantía de su humanidad. Así es "Decisiones": Una serie de viñetas cotidianas que de hecho son ilustradas como tales, como cuadros de cómic, en las imágenes sobre la pantalla de fondo. Así es "Desapariciones", si es por recordar a las víctimas de un terrorismo de Estado que gran parte de América ha sufrido como flagelo común. Así es "Amor y control" si hay que hablar de familia y solidaridad; así es "Ligia Elena" si se trata de pintar con picardía una historia de amor, o "Juan Pachanga" y "Plástico", personajes e historias siempre como base de los principios.

De modo que cuando en un momento del concierto Rubén Blades dice "Se muere la gente, pero no se mueren las ideas", que ya es una frase certera, antes ha cantado –y contado– completa la historia de "El padre Antonio y el monaguillo Andrés", en homenaje al arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero. La consigna no es todo. La consigna es el corolario. Antes está el relato. Ése es el oficio de sus canciones. Y por eso incluso parece cobrar más sentido otra de las anécdotas que refiere en vivo, sobre la supuesta falta de éxito del elepé Agua de luna (1987), compuesto por creaciones de Blades a partir de cuentos de García Márquez. Porque en ese disco el músico precisamente pretendió, más que narrar, elaborar algo distinto a partir de la narración original del escritor, que es, según su teoría, el gesto que le jugó en contra. En cambio lo que muestra Rubén Blades en este concierto es que él es en sí mismo un narrador nato. Por esa vía arroja de paso luces sobre el status de la canción como un género narrativo igual de válido que la novela o el cuento, y fundamenta también su opción de abandonar la salsa para probar otras mixturas. La conclusión es que cualquier género musical debería ser funcional a un relato.

Posiblemente no hay mejor ejemplo para todo esto que "Pedro Navaja", que es una historia con todas sus letras. "Una canción que nunca debió ser un éxito, porque es demasiado larga", la presenta el autor antes de cantarla hacia el final del show. Y tomar conciencia de tal carácter adicional, de la duración, aumenta el asombro de asistir al desarrollo vertiginoso de ese cuento hecho canción, siempre hipnótico por más veces que haya sido escuchado. Es además un buen ejemplo para aquilatar el poder de la música de Blades, que en este show echa mano a composiciones de la más diversa data para traducirlas a su actual orquesta. Así desfilan desde la vieja guardia del elenco de Fania All Stars en los '70 ("Juan Pachanga") o los históricos elepés con Willie Colón en los '70 y '80 ("Plástico", "Pedro Navaja") hasta sus grabaciones con el sexteto Seis del Solar en los '80 ("Decisiones", "Desapariciones", "Todos vuelven", "Buscando América", "Muévete", "Ojos de perro azul") o las más recientes aún con Son del Solar desde 1988 en adelante ("Patria", "Prohibido olvidar", "Amor y control"). Una antología en directo.

La orquesta de Roberto Delgado tiene todo el oficio para hacerse cargo de esa historia y, llegado el caso, para intervenir y enriquecer los arreglos originales. Es lo que pasa con las canciones de Seis del Solar, un conjunto en el que Blades prescindió de la sección de bronces. Acá en cambio una completa línea de tres trombonistas y dos trompetistas incrementa la densidad del sonido, junto a una dupla sólida de tecladistas en piano y sintetizador y con un frente de cuatro percusionistas entre batería, bongó, güiro, timbales y congas que garantizan el movimiento constante. Rico y sabroso son dos palabras habituales para referir la música caribeña, y aquí la primera es literal; ésta es música rica en sonoridades, además de sabrosa en estímulos para el cuerpo y baile. Es otra combinación arrebatadora además de infalible: Versos de contenido político envueltos en música concebida para el goce del cuerpo. Convicción y fiebre. Tal como ha venido anunciando en entrevistas y declaraciones, esta noche Blades aludió un par de veces a su retiro de la salsa anunciado para 2016, al menos en cuanto a giras se refiere. No es tan mala noticia a fin de cuentas. Si es así, queda todavía un par de años de rodaje para seguir asistiendo al despliegue de sus argumentos en vivo.

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