AFP
BUENOS AIRES.- La presidenta argentina Cristina Fernández inauguró el sábado una escultura en homenaje al cura tercermundista Carlos Mugica, a un día de cumplirse el 40 aniversario de su asesinato a manos de la organización paramilitar ultraderechista Triple A.
Mugica "fue víctima de una Argentina violenta. Le tocó vivir de joven en una Argentina donde se dirimieron las cosas a los tiros, con bombardeos y con muertos, en una Argentina violenta en serio", dijo la mandataria y criticó un documento emitido el viernes por el Episcopado en el que advirtió que el país está "enfermo de violencia" en la actualidad.
Varios miles de personas, muchos habitantes de villas miserias y militantes kirchneristas, estuvieron presentes en el acto en que se descubrió una escultura de Alejandro Marmo, un artista plástico cercano al papa Francisco, a quien planea llevarle en junio un Cristo Obrero para el Vaticano.
La escultura de hierro quedó emplazada en una coqueta esquina del barrio de Recoleta, en la céntrica avenida 9 de Julio. Desde la obra de arte, Mugica parece mirar hacia la Villa 31, donde ejercía su sacerdocio y donde fundó en 1970 la parroquia Cristo Obrero.
Los homenajes a este sacerdote que se comprometió con la "opción por los pobres" seguirán el domingo en esa parroquia de la Villa 31, donde descansan sus restos desde 1999, cuando fueron trasladados por una gestión del entonces arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco.
Nacido el 7 de octubre de 1930 en una familia de la oligarquía argentina, desde su sacerdocio Mugica se vinculó con el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, que tuvo mucho arraigo en América latina.
El 11 de mayo de 1974, a los 43 años, fue asesinado a balazos tras celebrar misa en la Iglesia San Francisco Solano, en Buenos Aires, en un crimen atribuido a la Alianza Anticomunista Argentina.
La Triple A, o Tres A, fue una organización paramilitar y parapolicial ultraderechista, encabezada por José López Rega, alias "El Brujo", quien fue delegado personal de Juan Perón y luego hombre fuerte del gobierno de la viuda del general, Isabel Perón.
La Triple A llevó a cabo una persecución de opositores que sentó las bases de la represión sistematizada durante la dictadura (1976/83), que dejó 30.000 desaparecidos, entre ellos numerosos religiosos y laicos, aunque la dirigencia eclesiástica fue aliada del régimen.
Mugica, el cura "villero", convertido en un símbolo de su generación, se declaraba peronista antes que marxista y consideraba que "la lucha fundamental es entre dependencia y liberación nacional", según sus dichos.
En noviembre de 1972 integró una amplia comitiva de 154 personas que acompañó a Perón en un mítico vuelo de regreso a su país del líder político, tras 17 años de exilio y proscripción en Argentina.
En aquel viaje, coincidieron políticos, artistas, deportistas de tendencias opuestas dentro del peronismo y que luego protagonizarían sangrientos enfrentamientos entre sí.
En 1973, con Perón por tercera vez en el gobierno, Mugica, que fue amenazado de muerte por la triple A, chocó también con la organización guerrillera Montoneros (izquierda peronista), de la que había estado cerca, al rechazar la lucha armada en tiempos de democracia.
"Él estaba dispuesto a morir (por sus ideales) pero no a matar", recordó la Presidenta en el homenaje.