Alguien hace el chiste de cantar adrede desafinada y desabrida la última frase que se oye antes del final de la canción "Dedicated" en el nuevo álbum de Mariah Carey. Y aparte de que suene más o menos divertido, el detalle se conecta con dos rasgos principales de este disco, el décimocuarto de su carrera. Tal como se oye en ese chiste, Mariah Carey quiere mostrar que lo está pasando muy bien en el estudio, y justo al contrario de esa frase desafinada, sobre todo deja claro que está cantando todavía mejor.
La fórmula que la cantante ha vendido al mundo a lo largo de más de dos décadas de éxitos y también de altibajos resurge acá en grandes caracteres, entre las baladas de rhythm and blues que siempre han sido su especialidad, las colaboraciones que la acercan al hip-hop, una ambición pop indisimulada y una voz privilegiada. Como parte de ese menú hay momentos anecdóticos como "Supernatural", una balada cuyo principal objetivo es que el mundo escuche los agugús de los hijos de tres años de Mariah Carey, pero también hay otros muy logrados como la estupenda producción disco de la canción "Meteorite", elegante, setentea y de lo mejor del disco.
En Me. I am Mariah… The elusive chanteuse sobre todo hay evidencia nueva y abundante de las aptitudes vocales de la cantante. Incluso con la natural cuota de desconfianza frente a los recursos digitales del estudio de grabación, el despliegue de Mariah Carey acá es cuantioso, con notas altas difíciles de creer en casi todas las canciones y en especial asombrosas en "Faded" y "#Beautiful", donde la voz alcanza la octava aguda de una flauta o un silbido, o en "Heavenly", donde además es escoltada por un coro gospel. Y lejos de ser sólo aspavientos son muestras también de su capacidad de incursionar en distintos timbres, más neutra y pop en "Meteorite", más insinuante en "Thirsty", más melancólica y tersa en "You're mine", más vibrante en plan de diva soul en "You don't know what to do". Tal vez a eso se refiera el título algo alambicado del disco. "Elusiva" significa escurridiza o difícil de atrapar, algo que no cuadra mucho con una figura tan declaradamente pop como ella, pero sí puede ser sinónimo de la versatilidad de esa voz.