EMOLTV

Ultraviolence

Si Lana del Rey es el personaje de una película, el guión no ha cambiado demasiado. En cambio si ella es la película, sí que ha cambiado la banda sonora, como se escucha en el segundo disco de la cantante estadounidense.

27 de Junio de 2014 | 12:23 |
imagen

Nada mejor que verla en directo, como fue posible en Santiago el año pasado, para asistir al influjo que Lana del Rey ejerce como un hechizo sobre sus fans, y que es la medida fundamental de su notoriedad. Pero no hay como escuchar un disco suyo para comprobar que es ahí donde esta cantante se presenta como un producto bien terminado. Y no dicho a propósito de la superficialidad de la que ha sido acusada con frecuencia. Más bien a propósito del sentido genuino de un producto pop, si no distinguido, de todos modos distintivo.

Desde que irrumpió con su disco debut hace dos años, el cine se transformó en una de las vías más usadas para aproximarse a una definición de esta cantante, tanto por las referencias a atmósferas fílmicas y a bandas sonoras de su música, como por Lana del Rey en persona. O en personaje, mejor. Con nombre de pila de actriz hollywoodense de vieja escuela, Lana es esa ficción que la cantante Elizabeth Woolridge Grant puso en escena en Born to die (2012), aquel primer disco, y que reaparece ahora en Ultraviolence (2014).

"I'm a sad girl / I'm a bad girl" declara el personaje en "Sad girl", una de estas melodías. Y con ese juego de palabras, que de especial no tiene nada, sobra para tener claro el argumento del disco. Es paradójico que haya tan poco de misterio en las letras de una mujer que ha ganado millones vendiendo una imagen misteriosa al mundo. Sus canciones, siempre de pulso lento, siguen girando sin gran sutileza en torno a la oscuridad, la crueldad, ciertas menciones literales a las drogas, y en general a los afectos torcidos, como se advierte ya en títulos como "Ultraviolence" o "Pretty when you cry". Si Lana del Rey es el personaje de una película, el guión no ha cambiado demasiado.

En cambio si Lana del Rey es la película, que también es posible, sí ha cambiado la banda sonora. A distancia del tono más orquestal de Born to die, en Ultraviolence no falta el dramatismo del piano y los violines, pero el sonido está sobre todo anclado en batería y guitarras, por efecto de la producción de Dan Auerbach, de The Black Keys. O sea, otro espíritu retro. De hecho una dupla como ésa permite sospechar que, vista en perspectiva, ni la nostalgia es lo que era. La new wave de los '80 citó a los años '50. El grunge en los '90 recicló a los hippies de los '60. El "indie rock" del siglo 21 copió el post-punk de los '70 y '80. Pero ya no hay razón para respetar esos intervalos. Lana del Rey es una cruza entre pinup y mujer fatal venida desde alguna parte de los estadounidenses años '60, ahora que toda nostalgia está disponible.

Y sobre esa base sonora responde bien como cantante. Queda claro también al escucharla en vivo: No tiene un torrente de voz ni mucho menos, y no hace falta. En Ultraviolence apenas han transcurrido los primeros minutos de la canción inicial y ya ha mostrado timbres vocales en los que pasa de susurrante a ingenua, y luego a sinuosa, vibrante, lúdica o perversa para desembocar en dramática, pero todo en pinceladas, miniaturas de baja intensidad, sugerencias de fracciones de segundo que generan un espacio vocal propio a la medida de sus recursos, y que vale para todo el disco. Luego va a sumar otros matices con esa voz, profunda en "Old money"; trémula y frágil, y luego lírica en "Shades of cool"; melodramática hasta jugar con la (des)afinación al comienzo de "Pretty when you cry".

Cuando la voz está al servicio de buenas melodías y composiciones es cuando mejor funciona el disco. Por ejemplo en "Old money", aunque esa canción sirva para notar la diferencia entre una melodía aceptable como ésta, y una conmovedora como la de la composición de Nino Rota, para la película "Romeo y Julieta" (1968), de Franco Zeffirelli. El punto más alto es "West coast", por efecto de un sorprendente cambio de pulso a media marcha. Y en especial es llamativa "Brooklyn babe", por contraste, entre el pop instantáneo de ese coro y lo desconcertante de la letra. Porque si esta mujer ha sido llamada "caricatura" o "parodia", a raíz de su puesta en escena, aquí parece desafiar esos bordes con versos sobre un novio rockero, discos de rarezas jazz, poesía beat, Lou Reed y cannabis hidropónica, entre otros clichés de vida hipster. Y lo de verdad estimulante es no saber a ciencia cierta si eso es ingenuidad o ironía, aunque bien pueda ser parte de la puesta en escena que Lana del Rey es por definición.

David Ponce

EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?