''Mandela: Mi prisionero, mi amigo'' es una de las novedades de estos días en las librerías nacionales, donde se encuentra por un valor promedio de $12.900.
PlanetaSANTIAGO.- "Yo tenía diecinueve años cuando vi por primera vez a Nelson Mandela. Él ya había cumplido los sesenta. Hasta ese día no había oído hablar de él, ni de las profundas convicciones que hacían que tanto él como sus camaradas estuvieran dispuestos a morir por su causa. Entonces me encontré con un hombre cortés y humilde, y a la vez poderoso líder de muchos presos políticos que cumplían su pena en Robben Island (...) Se dirigía a mí, que era poco más que un niño, llamándome señor Brand. Yo a él lo llamaba Mandela. Juntos, franqueando nuestros mundos tan distintos, con el tiempo, sin saber bien por qué, llegamos a convertirnos en amigos y fuimos capaces de demostrarnos respeto y consideración".
Este es uno de los muchos recuerdos que Christo Brand atesora de su experiencia de haber conocido de manera tan estrecha a Nelson Mandela, mientras él era un joven carcelero en la prisión de Robben Island, experiencia que plasmó en "Mandela: Mi prisionero, mi amigo" (Planeta, $12.900), escrito junto a la periodista británica Barbara Jones.
Ya desde las primeras páginas el lector se sumerge en una época que hoy parece solo existir en los libros de historia. Son los difíciles y violentos tiempos del apartheid, la política segregacionista del régimen blanco que durante décadas gobernó Sudáfrica, y que Brand va reconstruyendo capítulo a capítulo. Como cuando recuerda al Mandela activista de la década de 1960 y el juicio que lo condenó a cadena perpetua: "Mandela se negó a contestar en el interrogatorio y optó por pronunciar un discurso de cuatro horas desde el banquillo para explicar quién era, y por qué sus camaradas y él se habían sentido impulsados a recurrir a la violencia para derrocar al Gobierno del apartheid".
Mandela y sus compañeros pensaban que enfrentarían la pena de muerte, considerando que les imputaban los delitos de "conspirar para derrocar al Gobierno, buscar financiación extranjera para la revolución, encargar municiones (...) e incitar a unidades militares extranjeras a invadir y sabotear instalaciones gubernamentales".
La condena fueron 27 años de cárcel, de los cuales la mayor parte la purgó en la prisión de Robben Island, donde su vida se cruzó con la de Brand. El inicio de un largo recorrido a través del cual ambos hombres no solo llegaron a conocerse, sino también a respetarse y apreciarse.
"Cuando yo empecé a trabajar en Robben Island, los hombres de más edad, como Mandela, habían conseguido librarse de tener que acudir a las canteras, pero seguían recordándolas con amargura. Mandela me hablaba del espantoso esfuerzo que le había representado todo aquello, de la dureza de los días en la pedrera".
"Mandela: mi prisionero, mi amigo" es un libro que permite a los lectores recorrer lo que fueron los difíciles años en que Mandela estuvo privado de libertad, pero durante los cuales también creció como figura política y desarrolló su pensamiento de unidad nacional para Sudáfrica. El mismo hombre que tras su liberación, recibió el Nobel de la Paz (1993) junto a Frederik de Klerk, el último Presidente blanco de Sudáfrica. Luego, él mismo llegaría a ocupar ese cargo entre 1994 y 1999, transformándose en el primer Mandatario negro del país.
Sin duda, ésta es una lectura que permite conocer una etapa clave en la historia de Sudáfrica, así como a los hombres que —de una u otra manera— la construyeron. Asimismo, es la ventana a través de la cual explorar las luces y sombras de Mandela, al hombre más allá del personaje, el mismo que falleció en diciembre del año pasado. Y que su carcelero llegó a conocer tan de cerca.