Ya habían reaparecido en vivo en el festival Viva Dichato del verano de 2013 y habían lanzado una nueva canción a las radios, "Me muero", para anunciar su regreso después de trece años de alejamiento. Fue entonces cuando en el dúo chileno La Sociedad, que integran Daniel Guerrero y Pablo Castro, recuerdan haber vivido un momento Pink Floyd. En particular de los Pink Floyd que mantuvieron por décadas en las listas de ventas su LP The dark side of the moon (1973).
"Estuvimos entre los veinte más tocados de ese semestre en la radio con 'Me muero', que era el single nuevo, y con 'Nada quedará', que era como el ícono —recuerda Daniel Guerrero a propósito de la canción más exitosa del dúo, grabada en el disco Dulce y fatal (1994)—. Lo que también nos hizo sentir un poco como El lado oscuro de la luna, por tener a "Nada quedará" después de veinte años entre las canciones chilenas más difundidas. Sin que estuviera en una teleserie, ni en una publicidad. La pura vuelta del grupo significó que las radios empezaran a tocarla".
La historia que La Sociedad estaba retomando con esa vuelta está prensada en el repertorio siempre balanceado entre baladas y ritmos bailables que se escucha en los cinco primeros discos del dúo: Misterios (1993), Dulce y fatal (1994), El camino de los sueños (1996), Corazón latino (1998) y Bar de amores (2000). Tras su separación en 2001, Guerrero y Castro siguieron activos como solistas y sobre todo como productores y compositores para otros grupos y músicos, hasta su reencuentro de 2013 que ahora, un año más tarde, queda oficializado en su más reciente disco: 13.
La temporada pasada ya estuvo nutrida de actividades para la dupla, con dos discos especiales publicados el mismo año entre Sesión acústica y Grandes éxitos en vivo, este último grabado en el concierto que dieron en abril de 2013 en el Teatro Caupolicán de la capital. Incluso 13 quedó listo durante el mismo año, pero el grupo esperó hasta 2014 para lanzarlo, incluido hoy en el catálogo del naciente sello Chilevisión Música, que fue estrenado en mayo último.
Pero un antecedente más lejano en el tiempo hay de esta reunión. Fue en los meses previos al generalizado estado bicentenario que inundó Chile en 2010, cuando los lectores de Emol votaron por "Nada quedará" como la mejor canción de amor chilena, en junio de 2009. "Ésa fue una de las primeras cosas a raíz de las cuales volvimos a hablarnos", cuenta Guerrero. "A raíz de eso lo llamé", corrobora Castro. "Siempre estuvimos en contacto, y pensamos en hacer una vuelta a raíz de eso. Pasaron varios años, pero la intención estaba".
Esta semana La Sociedad dará dos conciertos con su flamante disco recién lanzado (ver recuadro al final de la nota), antes de que Pablo Castro vuelva a EE.UU., donde trabaja hace diez años como parte del equipo de productores del exitoso grupo Los Tigres del Norte, ocupación a la que ahora sumará la reanudada carrera de La Sociedad. "Para Pablo 2013 fue un año de estar mucho más en Chile", dice Guerrero. "Eso sirvió para volver a juntarnos y ahora ya está frito, aunque esté yendo y viniendo".
Masividad y popularidad: "Siempre han sido nuestro tema"
Al menos una decena de hits radiales tiene en retrospectiva este dúo, con canciones como "El club del cha cha chá" (del disco Misterios, 1993), "Nada quedará", "La vida" e "Y verás" (de Dulce y fatal, 1994), "Esas mujeres", "Ve y dile" (de El camino de los sueños, 1996), "Cómo", "Quiero", "Corazón solitario" (de Corazón latino, 1998) y "Tanta pasión" (de Bar de amores, 2000). Es el catálogo al que remiten sus dos discos de 2013, los citados Sesión acústica, grabado en conjunto con la radio FM2, y Grandes éxitos en vivo.
"Ahora veníamos en un taxi y en la radio tocaron 'Quizás', pero la versión acústica que grabamos el año pasado", cuenta Pablo Castro, quien es el productor de estos recientes discos del dúo, a propósito de otra de las canciones de El camino de los sueños. "En la radio Imagina tocan como seis canciones del disco acústico. Vamos a hacer una reedición por cuenta nuestra", agrega Guerrero. Y el álbum en vivo también tiene un valor especial para el grupo, cuya carrera en su primer tramo quedó registrada en discos de los sellos EMI y RCA.
"Entonces no había un disco único con todos los grandes éxitos —explica el cantante—. Siempre he sentido que La Sociedad es mejor en vivo que en los discos, y para tener un disco en vivo después de más de veinte años de carrera no pudo haber mejor registro que ese Caupolicán, lleno con gente muy fanática. Fueron dos horas y media de show. O sea, el Pablo tiene material para hacer un volumen dos de ese grandes éxitos".
Ese disco fue vendido en quioscos y supermercados chilenos. "Lo entretenido era volver con discos súper baratos y originales", comenta Guerrero al respecto. "Eso era raro para nosotros, porque veníamos de los '90, una época en que los discos valían ocho lucas y las compañías casi no se atrevían a bajar los precios, porque se podía ver muy rasca que fueran tan baratos los discos. Pero la masividad y la popularidad siempre han sido nuestro tema, entonces no tenemos gran rollo con que no cueste diez lucas como, no sé, Lady Gaga".
-¿Hubo un criterio diferente para elegir las canciones de los dos discos?
-En el acústico pusimos algunas canciones que la gente pide en vivo, pero que no fueron singles ni de las más masivas —dice Castro, con ejemplos como "Qué fue de ti" y "Por ti"—. Y en el Caupolicán está la artillería pesada. Ahí está todo, y es un buen disco para hacer algo para afuera después, como carta de presentación.
-Yo, que soy melómano, mi sueño en la tina era cantar y que quedara esa voz, y después del concierto no tuvimos que volver a grabar muchas cosas —destaca Guerrero—. No porque estuviera perfecto, sino porque era muy real. Fue emocionante para mí volver a los escenarios grandes después de andar cantando en bares y en cosas muy decadentes (sonríe). La Sociedad es lejos lo que más amo, y reencontrar al Pablo no sólo como artista, sino como amigo, ha sido una energía increíble. Lleno de hijos y colegios, cosas que antes no existían.
Teníamos todavía la química: el regreso
El retorno de la dupla ya estaba anunciado a fines de 2012, a partir de la idea preliminar de celebrar los veinte años transcurridos desde el primer disco, Misterios, según explica Guerrero.
"Era 'volvamos a hacer La Sociedad, hagamos unos conciertos, pasémoslo bien', ya que veinte años era un buen momento. Pero hasta ahí no más. En ningún caso la idea era grabar algo nuevo, ni menos hacer discos, ni muchos menos volver y quedarnos. Yo estaba feliz cantando en pubs y restaurantes. Súper feliz".
Tras su mencionada actuación en la segunda versión del festival Viva Dichato en febrero de 2013, el grupo grabó el single "Me muero", ocasión en la que Guerrero y Castro sumaron al menos cinco canciones nuevas. "Nos quedamos ya con muchas canciones ahí", dice Castro. "Teníamos todavía la onda y la química para hacer un disco, tal como cuando habíamos partido".
-Daniel Guerrero: Es recobrar una frescura que uno pierde también con los años, trabajando como productor con tantos artistas. Ganas experiencia, pero pierdes inocencia y frescura, que en La Sociedad eran ingredientes fundamentales. Nosotros el primer disco lo hicimos sin saber grabar, en un estudio B, de postproducción de audio, cagados de calor, mientras pasaban Los Tres y otros famosos a grabar al estudio grande (se refiere a los Estudios Bellavista).
-Pablo Castro: Claro, en ese tiempo estábamos juntando plata para hacer demos, grabaciones. Estábamos metidos en un estudio donde no había nada, la cabina para grabar voces era mínima.
-DG: ¿Sabes de qué me acuerdo? De que comprábamos en un almacén que estaba a la vuelta, y todavía está, donde vendían unos completos que los calentaban en microondas, pero con la mayo. Era pa' echarle algo a la guata. Y el recuerdo más lindo es de que Los Tres, que ya venían de (el sello) Alerce con el primer disco y llegaban como estrellas a Sony para hacer Se remata el siglo, estaban con este productor argentino...
-Mario Breuer.
-DG: Mario Breuer, ensayando el disco en el estudio A. Los llevaban en una van, muy rockstars, los iban a buscar para ir a almorzar. El mejor ejemplo de esta época es que un día se fueron y nos metimos al estudio de ellos. No había nadie. El Ángel (Parra, guitarrista de Los Tres) tenía varias cuerdas así como cortadas... y se las choreamos para ocuparlas nosotros. Así que desde aquí agradezco a Ángel Parra porque gracias a él tuvimos seis cuerdas. Bonito, ¿no?
-¿Pero eran cuerdas viejas o cortadas? Porque si estaban cortadas, ¿cómo las podías usar?
-DG: Es que depende de dónde estén cortadas: Si es muy arriba alcanzas a usarlas todavía. Claro, eran cuerdas viejas para él, pero para nosotros estaban impecables. También grababa el Andrés de León, que tiene una voz bien impactante, un gallo que canta muy bien, el "Loco amor de verano", que es su gran éxito, y al otro lado muy inocentes escuchábamos estas cosas, y lo de nosotros sonaba tan humilde: "Cha cha cha / uuuh" (canta el coro de "El club del cha cha chá").
-¿Haber vuelto ahora es tal como se sentían en esa época?
-DG: Para nosotros en la interna es bien similar, pero hay un camino recorrido que la gente, el público en la calle, en todos lados, reconoce mucho. Es imposible sentirse tan igual a como partimos. Y las radios, sobre todo las radios de provincia, nunca dejaron de tocar estas canciones. Entonces no existe ese vacío tan profundo que uno podría pensar después de trece años. Si no, "Nada quedará" no lo podrían cantar cabros de quince años que hoy día se la saben de memoria. Es muy heavy.
Al respecto Pablo Castro recuerda la actuación de La Sociedad en el festival "Todos somos Manuel Lagos", celebrado en junio de 2013 en Santiago. "Eran puros cabros chicos. Y se cantaban 'Quizás', 'Y verás', 'Cómo', 'Nada quedará'. Para nosotros era como cuando cantábamos Los Iracundos en nuestros tiempos, la música de los papás, o de los hermanos mayores".
-DG: Pero hay un lenguaje que los jóvenes entienden en nuestra propuesta. Si bien es cierto que siempre hemos luchado por ser populares, guachacas y AM, hay un rock and roll que las nuevas generaciones entienden perfectamente. Entonces tocar "Quizás" y que los cabros lo cantaran como si fuera un grupo como Tronic, era muy alucinante, muy entretenido.
Somos románticos, no baladistas
Esa variedad entre pop, baladas y otros ritmos bailables vale también para 13, el nuevo disco, dicen en el dúo. "Uno ya lo tiene medio asimilado: los discos de La Sociedad siempre fueron un poco eso. Tenemos canciones que sabemos que le van a gustar a los fans, y también otras que son entretenidas y que a lo mejor no van a ser singles, que en las radios las van a encontrar muy rockeras o muy largas, o con un solo de guitarra muy arriba, pero que en vivo van a funcionar porque tienen ritmo, energía. El balance lo tenemos como una cosa innata, desde Misterios, que es un disco que tiene de todo", comenta Castro.
Guerrero agrega: "Nunca quisimos encasillarnos en ser baladistas. Somos cantantes románticos, populares, pero no baladistas. En los discos y los singles que sacamos a la radio siempre nos preocupábamos de elegir una balada y después, no sé, el 'Cha cha chá'. Sacamos 'Nada quedará', pero después 'La vida'. Sacamos 'Quizás' y 'Esas mujeres'. Tratamos de nunca tirar dos baladas juntas. Siempre ha habido una actitud rebelde, y, a pesar de estar más grandes, es peor ahora que antes. Ahora que Pablo además me aliviana tanto el trabajo soy más artista que antes. Entonces me encuentro mucho más desagradable".
"Por tu maldito orgullo", canción con trompetas de estilo mexicano incluida en 13, es cantada a dúo, al igual que melodías de discos previos como "Ay la vida" y "Quiero". "Es como las mexicanas antiguas", dice Castro. "Y a la gente le gusta que cante Pablo también", agrega Guerrero. "De hecho yo canto el noventa por ciento, y cuando canta Pablo le gritan más que a mí. Inicialmente a él le daba más pudor cantar. Ahora ya cantamos bastante más juntos en este disco, a dos voces".
Incluso Pablo Castro se hace cargo de la voz principal en otra de las canciones nuevas, "El fugitivo". "Uno con los años va entendiendo que los artistas populares también de alguna manera somos personajes", dice Guerrero. "Zalo Reyes, Buddy Richard, yo que los conozco a todos. Y éste, que es el más calmado para la gente, el de pelo corto, también tiene esa cosa medio rebelde, aunque se haga el loco. Y 'El fugitivo' es una canción que estamos tocando desde el verano y funciona muy bien en vivo".
Por su parte, en el citado single "Me muero", Guerrero saca a relucir un timbre vocal nuevo. "Es que el Pablo me hizo cantar distinto a como venía haciéndolo", explica. "Pero totalmente. Cuando te digo que de verdad me dediqué a dejarme producir por él, también tiene que ver con que en estos años no volvimos a trabajar juntos, y fue muy grato ver que se había convertido en un productor muy capo y que tiene muy claro lo que quiere hacer. Entonces yo, que produje durante tantos años, me siento muy cómodo de volver a ser artista, llegar a cantar y ponerme en manos del productor. En los últimos años estaba cantando más rockero, más raspado, por una cosa personal, pero también siento que así se separan un poco las aguas de lo que puede ser mi carrera solista con La Sociedad".
"Aunque da lo mismo", reconsidera. "O sea, Me matas, corazón (el segundo disco como solista de Guerrero, publicado en 2005) para la gente es La Sociedad. En realidad uno a veces se complica, y la gente se complica nada. Ya hemos cantado más de una vez 'Me matas, corazón' como una más, ¿y tú crees que a alguien le llama la atención o dice 'oye, pero esta canción es tuya'? No, les da lo mismo".
Los gustos que siempre nos dimos
El borde más pop de 13 se escucha en otra serie de pistas, como "Magdalena", "A medianoche" y "Perdónenme".
-PC: Sentimos que canciones como "Perdónenme" pueden ser bien internacionales. La tenemos pensado para trabajar más adelante en México o Los Angeles, donde se pueden meter bien. Así como la nueva generación (de músicos pop) suena muy de los '80, con las mismas baterías, para nosotros los '80 es nuestra época, lo tienes totalmente incorporado.
-DG: Claro, "Perdónenme" es bien ochentero también, a mí me suena a pop inglés. Nunca hemos querido escapar de esos ritmos, más allá de que nos gusta más el lado más popular, más cercano a Los Golpes, a Los Ángeles Negros, Camilo Sesto.
-PC: Un poco música romántica pero media rockerita. Canciones populares pero tocadas por una banda.
En cambio baladas como "No sé decir adiós", "A pesar" o "Y te vas" representan el lado melódico del grupo. "Sobre todo 'No sé decir adiós', creo que es la más cercana a la parte más Iracundos, más Ángeles Negros", sitúa Guerrero. "También es de mis regalonas, porque es un género posiblemente olvidado. No hay muchos artistas jóvenes que estén haciendo algo similar. La música cebolla ahora está basada en música tropical, más que romántica. Y por ahí los más cercanos podrían ser los chicos de Los Vásquez, aunque tampoco es tan similar. Son muy buenos ellos, a mí me encantan".
-¿Qué ritmos son los de "Qué pena" y "El destino" en el disco?
-PC: "Qué pena" es un ritmo bien Sociedad...
-DG: Como "Ve y dile", "Quiero".
-PC: Rumba, pero con banda. Y "El destino" es más tropical, medio merengue, más de la mano del "Cha cha chá", de "Oye".
-DG: Es la más latina de todas.
-¿Y el ritmo de "Mi gran amor"?
-PC: Es una retro absolutamente.
-DG: Totalmente sixties. Es como irse un poco al lado de los Red Juniors.
-PC: Son canciones que no pasan de moda, le puede gustar a alguien de veinte años y a alguien de setenta.
-DG: El arreglo de cuerdas es muy delicado. También nos dimos los gustos que siempre nos dimos con La Sociedad. Es un disco caro, porque hay canciones que tienen gran orquesta, como "El final", que es una balada épica con full orquesta y cuerda en vivo.
-O las trompetas mexicanas de "Por tu maldito orgullo".
-PC: Mandamos esa canción a las radios y a la gente le ha encantado, la piden mucho en vivo, la cantan.
-DG: Canción de borrachos siempre va a funcionar.
-En la letra de "Qué pena" aparece Cartagena. ¿Cómo llegó ahí?
-DG: Quisimos. Fue a propósito, hablamos de Cartagena y San Antonio. Siempre pensamos que en las temáticas de la música chilena se hablaba poco de las cosas de nosotros, de un nombre de calle, de pueblo, y tenía ganas de incorporar en esta canción un par de lugares del litoral, para que se sienta que es de acá. Y bueno, Cartagena es bien universal también. Si vamos a Colombia matamos.
A propósito de universalidad, Guerrero hace una reflexión acerca de la historia del grupo. "Sobre todo en Santiago, no en provincia, en Chile todavía hay una idea de que si suenas parecido a como suena lo de afuera estás dentro del concepto de lo que se puede tocar", dice. "Y La Sociedad siempre suena atemporal. Nunca estuvimos a la moda. O sea, estábamos pasados de moda cuando partimos con el 'Cha cha chá'. Y de alguna manera seguimos pasados de moda, porque no sonamos ni a Shakira ni a Camila, y sería muy feo a estas alturas salir haciendo... O sea, hacemos bachata, pero tampoco es Prince Royce, sino que una bachata más en la onda de La Sociedad. Yo creo que ésa es la rebeldía que la juventud hoy día valora de nosotros. Aunque eso nos signifique cerrarnos puertas. Pero la música lo atractivo que tiene es que se cierra una puerta, pero hoy tienes muchos más canales para promocionar tu música".
Después de Robbie Williams en Abbey Road
La última vez que el grupo había estado sobre un escenario antes de su actual regreso había sido en la gira que emprendieron en el verano de 2001, luego de anunciar su retiro.
"No fue algo tan terrible —dice Castro—. No hicimos una gira de despedida como hace todo el mundo. Terminamos de tocar y OK, después de eso cada uno iba a seguir en lo suyo, nos seguimos viendo harto, no fue un quiebre".
Y el Teatro Caupolicán había sido el escenario de la presentación oficial del disco Bar de amores en 2000. "Cuando yo estaba con el pelo blanco", recuerda Guerrero, a propósito de la tintura capilar que escogió en esos días.
-¿Más que rubio era blanco en realidad?
-DG: Era blanco. Era blanco y toqué con short. Y me hicieron mierda en "El Mercurio", me acuerdo. Que me creía rockero, que me vestía nada que ver para la música que hacía.
-¿Eras como Martin Gore en Depeche Mode? En una época sus compañeros se burlaban por el pelo y la ropa que se ponía.
-DG: Claro, y ni siquiera; era peor que eso, algo más juvenil todavía, ya Depeche era un grupo consolidado. Pero siempre hubo eso, desde que partimos, también el pelo largo, los tatuajes, era incorrecto usar cuero cantando canciones cebolla, ¿cachai? Eso también es entretenido. Yo por lo menos reconozco ser bastante escandaloso, Pablo es un gallo más prudente y socialmente agradable.
-¿Qué opinaba él del look de Guerrero hacia esa época?
-PC: Es que en ese tiempo uno era más joven y era parte también del show, ¿no? Pero claro, sí creo que, de los looks de Daniel, ha sido...
-DG: ...el más malo.
-PC: Sí, el peor.
-DG: El Pablo es el que más se divierte con eso. Tampoco es que nos uniformáramos. No porque yo me hubiera puesto short... Además estaba mucho el gimnasio, entonces como que andaba en la onda de los músculos, pero claramente fue un fracaso (sonríe).
-Después de eso el grupo se acabó, de hecho. ¿Alguna relación? ¿El pelo de Guerrero aceleró el proceso?
-DG: Podríamos echar un poco la culpa a eso también. De ayudar, ayudó, yo creo. Ahí Pablo empezó a decir '¿será éste mi compañero ideal?'.
-PC: ¿pa toda la vida?
-DG: Pero veníamos de hacer el disco (Bar de amores) en España, y eso nos marcó mucho en esa etapa. Estuvimos como tres meses en Europa, con una mentalidad distinta, con un mundo artístico mucho más fuerte que el nuestro.
-PC: Mucho más relajado, con el rock and roll más fuerte. Nosotros éramos medio rocanroleros también acá, medio reventaditos, y andábamos con rockeros de allá.
-DG: Con suerte nos hacían la competencia. La banda que teníamos, ¿te acuerdas del guitarrista? Era como Keith Richards, flaco, un esqueleto y fumando porro todo el día. Lo pasamos bien, compartimos estudios con Calamaro, con Bunbury. Fue el disco más rockero, trabajamos con un productor que había grabado con Duncan Dhu, que era una de nuestras bandas favoritas de cabros chicos, entonces estuvo lleno de historia. Por lo menos terminamos nuestra primera etapa con un disco que nos gustó mucho. Aunque no se conoció tanto. "Tanta pasión" fue el primer single y nos separamos.
-PC: Hicimos las cuerdas en Abbey Road, en Londres.
-DG: En Abbey Road compartimos con Robbie Williams, que había sacado recién (la canción) "Rock DJ". Hice la clásica pregunta sobre quién venía después de nosotros en el estudio, y era Robbie Williams.
-¿Muy de los años '90 también, ir a grabar violines a Abbey Road?
-DG: Vendíamos mucho. Y gastábamos mucho. Éramos artistas regionales, entonces la plata no salía de Chile, salía de toda América.
-PC: Y fuimos siempre bien ambiciosos en ese sentido. Grabamos en Los Ángeles, en Miami, en México en el DF, en los estudios de Sony.
-DG: Que ahora entiendo que tiene que ver con la faceta de productores, aunque en ese momento no entendíamos. Eso hace que siempre tuviéramos un ojo en los créditos de los discos, en que si sonaba bien nos fijáramos en quién lo grabó. Entonces en la compañía (de discos) nos odiaban, porque no nos podían imponer. Queríamos esto, esto y esto, con la suerte de que tenían que aceptar lo que pedíamos.
-Es interesante que hubiera un solo single de ese último disco. ¿Había una urgencia por terminar?
-PC: Es que si se produjo el rompimiento, el quiebre, tampoco estaba esa misma disposición. Estábamos bien, no había peleas ni grandes conflictos, pero si uno se está separando y tomando caminos distintos es por algo también.
-DG: Había un desgaste. Pero esto de haber nacido artísticamente con Pablo marca una diferencia. Por Dios que es distinto para mí cuando canto con La Sociedad y cuando canto solo. Lo bueno es que ninguno de los dos tampoco intentó hacer una nueva Sociedad, lo que hubiera sido muy feo.
-¿Estaba la posibidad?
-DG: A mí me lo proponían. O armar un dúo con otros dos chicos en la onda de La Sociedad. Pero La Sociedad nace y parte del cariño y del sentimiento que nos tenemos, y del respeto. Entonces no puedes reemplazar a tu hermano de toda la vida, por mucho que haya habido un desgaste. La Sociedad no partió siendo un negocio. Ahora sí (se ríe). Muchas veces me contrataron para hacer discos con cantantes que querían sonar como La Sociedad. Y jamás le achunté, po. Porque no soy sólo yo.
-Incluso salieron grupos así. Uno se llamaba Valdés Vargas.
-DG: Guitarrista y bajista de La Sociedad.
-Venía de cerca la escuela.
-DG: Claro, Andrés Vargas y Pato Valdés eran músicos que tocaban con nosotros. Los pillines...
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Esa faceta de productores que menciona el cantante se acrecentó una vez disuelto el dúo. Daniel Guerrero ha producido desde entonces discos y canciones para Daniela Aleuy, Luis Jara, Zalo Reyes, Gloria Simonetti, Porto Seguro, María José Quintanilla, Denisse Malebrán, Pali, Go y varios otros, y se asoció con los productores Cristián Heyne y Christian Gálvez, además de grabar como solista los discos Guerrero (2003) y Me matas, corazón (2005), y de formar el trío Inspector Fernández con el citado Gálvez (bajo) y Carlos Figueroa (batería).
Pablo Castro, hoy radicado en Los Angeles, California, grabó su disco como solista Pablo Castro (2001), y en esa misma temporada inició una expedición a México y Miami que terminó un par de años después en EE.UU., cuando se integró al equipo de Los Tigres del Norte. Además, canciones suyas como "Solamente llamé" y "Corazón" han sido grabadas por solistas y grupos como El Símbolo, Banda Blanca y otros en México, República Dominicana, Perú, Bolivia, Argentina y más países, aparte de los discos que ha producido para los cantantes chilenos Santos Chávez y María José Quintanilla.
"Pablo es muy visionario, entendió el negocio de la música de una manera muy inteligente cuando viajamos —dice Guerrero—. Recuerdo que antes de separarnos ya estaba metido en las redes sociales y trabajando desde Chile por Internet, cuando yo con suerte sabía apretar enter. Muy aplicado, muy ordenado el Pablo, ha trabajado de una manera tan silenciosa y tan poco chilena, porque a los artistas nos encanta andar contando más de las verdades. Él es muy por el contrario, pero no creo que haya un compositor chileno que en los últimos años tenga los logros que tiene Pablo, con una dimensión mucho más globalizada".
-Si el año pasado se cumplían veinte años de Misterios, en 2014 son los veinte de Dulce y fatal. ¿Cómo recuerdan ese disco?
-PC: La imagen inevitable que se me viene es estar cantando "Nada quedará" en la selección de la canción para representar a Chile en la OTI. Ganó María Inés Naveillán.
-DG: Con ese disco siento que todo lo que uno pueda aprender de técnica o de producción no te da la garantía de hacer algo mejor que lo que hicimos sin tener idea en Dulce y fatal. Creo que es lejos el disco más disparejo que hemos hecho, hay canciones que suenan increíble y hay canciones que suenan pésimo, es mi apreciación. Me da mucho pudor cuando las fans te piden "Gotas de miel", que es una canción como con la base de Pet Shop Boys de la época. Pero al mismo tiempo siento que ésa es la gracia del Dulce y fatal. Realmente quisimos hacer todo lo que teníamos, pero es desordenado, es un disco muy bizarro en ese sentido. Y termina siendo el más exitoso, entonces le tengo un cariño, porque parece que la inocencia en la música definitivamente es un ingrediente fundamental para lograr cosas inesperadas.
-¿Y de El camino de los sueños qué imagen se les viene a la cabeza, además de la foto caminando por la nieve en la carátula?
-DG: Que conocí la nieve en esa foto. Nunca había ido ni he vuelto a ir a la nieve. Y tengo la imagen de que fue la primera vez que grabamos fuera. Fuimos a Los Angeles (EE.UU.) y tengo la imagen de haber llegado muy temprano, ir a tomar desayuno, comprar un diario en estas máquinas donde echas la moneda y descubrir que no cachábamos tanto inglés. Éramos realmente unos huasos.
La Sociedad trabajó en ese disco con el productor Tony Peluso, quien había sido guitarrista de los Carpenters y había mezclado el disco Corazones (1990) de Los Prisioneros. Por lo demás, el dúo viajó a EE.UU. con Carlos Fonseca, que había sido el manager de Los Prisioneros y a mediados de los '90 era un ejecutivo discográfico del sello de La Sociedad, EMI. "Fue muy entretenido, porque era todo nuevo", dice Guerrero.
"Yo recuerdo el lanzamiento. Fue una cosa que, si uno lo mira en esta época, es como si fuera un artista de otro país", dice a su vez Castro.
-¿En qué lugar lo lanzaron?
"En muchos lugares", dice Guerrero sonriendo. "Tomamos un avión", agrega Castro. "Dos", precisa su compañero. "Dos jet".
-Claro que sí, recorrieron varias ciudades el mismo día: Concepción, Santiago, ¿cuáles más?
-DG: La Serena, Concepción, Santiago.
-Para lo que había plata en los 90...
-PC: Y además durante el vuelo había periodistas haciendo notas en el avión. Llegamos a La Serena, hacíamos una conferencia de prensa, presentábamos el disco; fuimos a Concepción, lo mismo; y después en la tarde estaba toda la prensa en (el aeródromo) Tobalaba. Y el jet aterrizaba ahí.
-DG: Yo todavía vivía con mi mamá, que me mandaba a comprar el pan, por ejemplo, y me acuerdo que la persona que atendía, que me conocía, me decía, "¿Y? ¿Dónde tiene el jet?". Pensaban que los jet eran nuestros.
-¿Qué vehículos fueron utilizados en el lanzamiento del disco siguiente, Corazón latino?
-DG: Fue el más internacional de todos. Así que ése sí fue viajado.
-PC: No, con ése recorrimos toda Latinoamérica. Me acuerdo de Brasil, también en España.
-DG: ¿Y Nueva York, cuando tocamos en esos locales muy pitucos, con gente de CNN? Fue justo en la época en que a George Michael lo habían pillado en un baño, ¿te acordai? Nosotros tocamos en el club de enfrente. El recuerdo que tengo de Corazón latino es despertar en los hoteles y demorarme hasta cinco minutos en recordar dónde estaba. A ese nivel.
-¿Por efecto de las drogas y el desenfreno?
-DG: No, las drogas siempre estuvieron presentes, pero no fue por eso. Viajábamos todos los días a una ciudad distinta, entonces al despertar tenías que rebobinar para recordar dónde estabas.
-PC: Con ese disco la pasamos muy bien. En esa época uno es joven y está el setenta por ciento dedicado a pasarlo bien y a divertirse, y el treinta por ciento a trabajar.
-DG: Y yo reconozco que me quejaba mucho de este ritmo tan endemoniado. Ahora que lo veo de manera más adulta, siento que fui un cabro chico en el fondo, porque Dios me castigó enviándome después a estas parrilladas y bares a cantar, y me di cuenta de que con La Sociedad habíamos llegado a logros grandes, sonando en Brasil, tocando en California, y yo así como (pone voz de cansado) 'toy raja'. Ahora no dudo que vamos a volver a eso, pero sé que voy a andar con una actitud muy distinta. Si hay algo que me gustaría cambiar en esta segunda parte de La Sociedad es en ser más profesional y agradecer. Y lo otro es que en Chile se sabe muy poco de lo que llegamos a hacer, porque no nos interesaba mucho contar. Sentíamos que en Chile en el fondo estaban más preocupadoS de la polola del Chino Ríos que de lo bien que le podía ir a La Sociedad.
-De hecho esa época coincide con el comienzo de la farándula acá...
-DG: Totalmente. Recuerdo haber llegado a Argentina, poner un canal argentino, no esperar más de diez minutos y ver un video de La Sociedad. Y después pasar a TVN y ver al Chino Ríos llorando con su entrenador porque lo había dejado la polola. Y era Chile dedicado a que este pobre chico había terminado de pololear. Eso como que me bajoneaba. En cambio ahora no, yo amo a mi país y si nos toca más difícil en Chile, la vamos a hacer. Y además que ahora canto mucho mejor. Antes era bien desafinado.
El grupo viajó en la época a Brasil a rodar el videoclip del single "Una historia de amor". "Todos los videos de nosotros son en cine, trabajamos con (Gustavo) Fiorenza, con Cristián Galaz", recuerda Guerrero. "Fuimos tan regalones, pero porque vendíamos tantos discos que (en los sellos) estaban cagados, tenían que invertir. Y nosotros exigíamos. La música popular nunca va ser tan regalona en Chile, siempre el rock va a tener una cercanía mayor, sobre todo con los medios de prensa, por una cosa generacional. Los periodistas más jóvenes están de la mano con Los Bunkers. Pero no lo digo con resentimiento, porque a nosotros lo que más nos interesa es el público".
"Bueno, en nuestra época también, ¿no? Siempre el favorito del año salía entre Los Tres o los rockeros primero, a nosotros nunca nos pescaban, o nos sacaban una nota chiquitita", dice Castro. "Pero a la tele a la larga nos tenían que llevar igual, porque la masividad que tenía La Sociedad no era comprable", agrega Guerrero.
-A propósito de eso, se acordarán de cuando La Sociedad actuó en el Festival de Viña...
-DG: En el 97.
-Había cierta campaña porque hubiera más "artistas nacionales" en ese festival, pero ustedes no compraron nada de eso. En las notas de prensa en el hotel hablaban de no representar a los artistas nacionales, de representarse a sí mismos, ¿no?
-DG: Pero no por no ser solidarios, sino porque en el fondo no teníamos la culpa. Nos había costado el triple llegar a Viña; del Dulce y fatal, que había sido en el 94, habían pasado ocho éxitos, y aún así no nos llevaban. Y cuando nos llevan tuvimos la mala suerte de ser los únicos chilenos, y un porcentaje de los periodistas de esa época dijeron que poco menos que por contrato habíamos exigido ser los únicos. Entonces cuando te encuentras metido en algo con lo que no tienes nada que ver... Además en el Mega (entonces canal organizador) nos trataron bien como el culo, estuvimos a punto de no tocar, y (Antonio) Vodanovic como que nos sacó canciones del show.
-¿Vodanovic metido en la lista de temas?
-DG: Vodanovic era el productor ejecutivo de Viña en esa época. Y él cortaba el queque.
-PC: Nos pusimos firmes, porque nosotros íbamos abriendo el show y nos estaban cambiando. Querían poner a Víctor Manuel con Ana Belén al comienzo, y por contrato abríamos nosotros. "No, nos vamos entonces", dijimos. "Nos vamos". Empezamos a hacer el check out de todas las habitaciones de nuestros músicos, y por ahí como que cambió todo.
-¿Y finalmente abrieron?
-PC: Abrimos, claro. Pero incluso de parte de los artistas, del medio y todo, se produjo como una mala onda con nosotros, como que "son los únicos apitutados". Y qué culpa teníamos nosotros.
-DG: Jamás hemos sido músicos que no respeten a sus pares. Siempre fuimos los primeros en hablar de Los Ángeles Negros, de Zalo Reyes, cuando en los 90 era visto como rasca. Cómo íbamos a ser responsables de que no hubiera más artistas. Fue muy raro. En algún momento llegará la posibilidad de volver a subir a ese escenario y sacarnos todas esas cositas que fueron bien incómodas. Yo no lo pasé muy bien, y además la crítica posterior al show fue pésima. Y a mí me afectó, no sé si a ti, porque nunca lo hablamos, pero yo me amargué la vida cuando leí los diarios. Habíamos quedado muy contentos después del show, festejamos, recuerdo que me subí a una micro para volver al hotel, me vine cantando con la gente "Y verás", todos cantando arriba de la pelota en la micro, y de tan buena onda el chofer se metió al Hotel O'Higgins y me dejó ahí. Entonces hasta ahí fue maravilloso.
-PC: Yo me fui a carretear y no llegué.
-DG: Si con el Pablo somos hermanos. Los hermanos no siempre carretean juntos. Éste al final se fue por su lado, yo por el mío. Y al otro día llegan todos los diarios y eran críticas muy mala onda, que yo no cantaba mucho, que sí, que la galería había cantado... Y me dio mucha pena, nos había costado tanto llegar a Viña. Ahora, el show no te lo quita nadie y estuvo increíble. Pero bueno, sirve para crecer.
-¿Ahora hay una opción de volver, en el sello disquero de Chilevisión?
-DG: Sí, (el canal) se quedó cuatro años más (con el festival). A nosotros nos encantaría. Así como el Caupolicán el año pasado para mí fue lejos el mejor de los tres que hemos hecho, sé que si volvemos a Viña va a ser lejos mejor que el primero, porque uno ya tiene la serenidad de que no quiere demostrar nada, sino que hacer nuestro trabajo.
-PC: Además que ya llegamos con otra experiencia, otra madurez, otro enfoque, otro manejo del escenario, del show. Pero sí, nos gustaría ir no como nostalgia, sino con el disco nuevo, con unas tres canciones nuevas en la radio. Tampoco estamos apurados.