El trío chileno tocó piezas de todos sus discos, entre ellas clásicos de los 80 como ''Viva Chile!'' y ''Envolibia''.
AltaVan diez canciones del concierto del jueves en la noche en el Teatro Municipal de Santiago, cuando Raúl Zurita, el autor de "Anteparaíso" en 1979 y "Purgatorio" en 1982, entre otras obras, el poeta que escribió versos con humo blanco en el cielo de Nueva York en 1982 y con palabras excavadas sobre el desierto de Atacama para leer desde el cielo de Chile, en 1993, se para de su butaca en el Teatro Municipal de Santiago y camina por el pasillo hacia la entrada. Son apenas unos segundos de historia, fugaces pero coherentes con el momento, justo en la mitad de la jornada con que Electrodomésticos, nombre distintivo desde su inicio en 1984 entre lo más experimental del rock en Chile, celebra en vivo sus treinta años.
A tono con esa inquietud también histórica que caracteriza al grupo, los tres integrantes han hecho saber en los días previos a este concierto que no va a ser una celebración cronológica ni menos nostálgica. Y es una promesa cumplida. Por repertorio, los Electrodomésticos saltan durante toda la jornada entre canciones de sus discos ¡Viva Chile! (1986), Carreras de éxitos (1987) —"Ligerezza" y otras—, La nueva canción chilena (1994) —"Hey dad!", "La fortuna"— y una mayoría de Se caiga el cielo (2013), su más reciente trabajo. E incluso muestran algunas composiciones nuevas destinadas a un EP, que tienen anunciado para los próximos días.
Aparte de tales idas y venidas en el tiempo, el grupo, encabezado por Carlos Cabezas (voz y guitarra), Silvio Paredes (bajo y stick) y Edita Rojas (batería y programaciones), y reforzado por Angelo Pierattini (guitarra) y Valentín Trujillo (teclados), sobre todo trae al presente ese repertorio de canciones de edades diversas, concatenadas en un esquema de cuatro bloques separados por cierres y aperturas de telón, y marcados por distintas proyecciones audiovisuales y otros recursos escenográficos, para resituar hoy esas composiciones en un orden que posibilita nuevos diálogos, entre ellas y con los espectadores.
Más fuerte que ninguna nostalgia es el efecto contrario, de pura actualidad, que implica por ejemplo escuchar hoy la primera canción del primer disco del trío: "Viva Chile". La voz de la popular astróloga Yolanda Sultana incluida ahí ya tenía más de un significado en los años '80: Electrodomésticos estaban cortando y pegando hace treinta años, cuando aludir a la frase "Viva Chile" era una cita popular, y al mismo tiempo una toma de postura ante el entusiasmo patriótico vendido por toda dictadura; la ironía y la cita como lenguajes posibles frente a la represión cívico-militar contra cualquier discurso explícito. Y ahora esa canción adquiere otros sentidos posibles, disparada al mismo futuro que la mentalista invoca en algún programa de TV de 1984 del que fue sampleada: "El futuro de Chile, ¿adónde está?", pregunta ayer como hoy, inquietante, como si el tiempo no hubiera transcurrido.
Los propios Electrodomésticos parecen abordar esa pregunta dos bloques más adelante en "Señores pasajeros", otra de las canciones tempranas, esta vez del segundo disco. Cabezas emula y deforma entonces la oratoria de un hombre que pide limosna en las micros de la época, una instantánea callejera chilena que décadas posteriores de buses amarillos y de Transantiagos no ha cambiado en lo más mínimo. Pero al mismo tiempo el aniversario en vivo del grupo trae consigo el efecto temporal contrario y sugerente en "Envolibia", también del disco de 1987. Es el contraste entre haber escuchado esos sonidos lóbregos y la geografía enigmática de esos versos en el underground contracultural de fines de los '80, en lugares como Matucana 19, y reconocerla aquí en un escenario tan improbable para esos años como el Teatro Municipal, y con una ex dirigente estudiantil de la época transformada hoy en alcaldesa de Santiago, y sentada en el primer palco del teatro.
Varios otros recursos hay en juego en el concierto: Entre esa figura de neón que es literalmente una triple X y a la vez la señalización luminosa de los treinta años del grupo; la presencia de una serie de personas que sube al escenario a apuntar al público con focos también luminosos, o con carteles de letras impresas que arman la frase "¿Tu pareja ronca?", al final del tercer segmento; el trompetista invitado que pone el sello sonoro de ese instrumento en algunas canciones escogidas; y el cuarteto de cuerdas invitado en otras dos canciones, entre ellas "Un pez". Esas cuerdas podrían ser el elemento más conservador del concierto, por su cercanía a la lógica del espectáculo unplugged según lo dictó MTV, pero el grupo sortea también esa prueba, porque entonces es la sensibilidad de melodías y armonías la que responde. "Un pez" y "Maldita" son el tipo de canción con que Electrodomésticos consiguen el deseo de hacer a un lado el cálculo y la estrategia consciente, para dejar a la pura belleza en escena.
Lo mismo vale para la inaudita secuencia de acordes con que termina "Se caiga el cielo", la canción con que dan por inaugurado su más reciente disco y por clausurado el concierto, con la trilogía que forman además "Sólo nombrar" y "Fe de carbón", y que corrobora la solidez del disco completo. Para entonces, después de veinte canciones en vivo, el grupo ha cumplido con revisar su historia no por el espejo retrovisor, sino anclado aquí y ahora, y con novedades para el futuro. A esa altura han tocado "El frío misterio", la canción con la que supieron llevar además a las radios su riesgo musical. Y sobre todo han logrado el momento sobrecogedor de la noche, cuando Raúl Zurita, que un rato antes caminaba desde su butaca a la entrada del teatro, aparece ahora en el centro del escenario y rodeado por los músicos, para protagonizar la canción esencial del grupo: "Yo la quería", también del disco debut, ¡Viva Chile! (1986). En el original, Cabezas cita el testimonio brutal de un femicida, pero con un eco neutro, en contraste con el drama del relato. Esta noche Zurita relee ese testimonio con su oratoria de inflexiones quebradas, cruzada por el dolor y acogida por Electrodomésticos con algo igual a la ternura, en un gesto conmovedor que ahora sí lanza lejos cualquier cálculo, para instalarse en el corazón de este concierto.