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Un paso atrás y otro adelante

Ante cerca de nueve mil personas, el español se reencontró con sus fieles chilenos en el repaso en vivo de "19 días y 500 noches". Un recorrido que validó la apuesta en su rubro, y que sugiere que hay nuevas energías para seguir en el ruedo.

28 de Agosto de 2014 | 00:01 |
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Sabina volvió a lucirse en Santiago.

El Mercurio

El ejercicio de repasar completos discos emblemáticos ya estaba tomando cierto olor a estrategia en mundos como el del rock, donde ya son varias las giras que al año se levantan en torno a la modalidad. Sin embargo, en la escena cantautoral todavía puede ser una vía hacia la novedad y el refresco, como demostró esta noche Joaquín Sabina.

En su regreso en solitario a Chile, después de algunas temporadas viniendo junto a Joan Manuel Serrat, el español recreó diez de los trece temas que integran el disco de 1999 "19 días y 500 noches", y con los que logró volver a los aires de arrabal y bohemia que sacrificó en parte durante los días de gira junto a su compatriota y colega. En buena hora, porque son precisamente ésos los elementos que sus seguidores más celebran y atesoran.

Así quedó en claro esta noche de miércoles en Movistar Arena, donde la sola salida de Sabina a escena (cerca de las 21:15 horas) ya dio cuenta del reencuentro con la figura, a partir de la ovación entusiasta de los cerca de nueve mil espectadores. Pero el español no parece sólo en ánimo de explotar la reputación algo cliché a que el álbum celebrado remite, y sorprende con el refresco que de entrada recubre a "Ahora que", reforzada en su influjo rockero y blusero, tal como sucede en el turno siguiente con "19 días y 500 noches" y sus aires de rumba.

Son los dos temas que abren el disco homenajeado (y que dan rápida cuenta de la versatilidad de su aceitadísima banda), hoy repasado en el orden relativo que la selección de canciones permite. Porque esta vez no sonó, por ejemplo, "Dieguitos y Mafaldas", ya que "es de Boca, y yo soy de Colo Colo", explicó dividiendo a la audiencia. Pero lo arregló, y desatando carcajadas: "Yo en cada lugar digo lo que creo que conviene a mi carrera", dijo.

Sí, en cambio, hubo lugar para piezas como "Una canción para la Magdalena", una de las más celebradas de la noche, ahora en versión de piano y voz. Menos entusiasta, en tanto, fue la recepción para "El caso de la rubia platino", tema que el mismo cantautor presentó como "lo más rockero que podía hacer en esos años", pero que así y todo se permitió dejar en manos de su guitarrista, en un segmento que tomó inevitables aires de relleno.

Algo de eso hubo también en el bis, con "19 días..." ya abandonado, aunque todo volvió a su cauce con "Y sin embargo" y con "Violetas para  Violeta", el mayor guiño a Chile en una velada que ya había sabido de saludos a Pablo Neruda, Antonio Skármeta y Nicanor Parra. Bien recibidos, por cierto, pero en estricto rigor soslayables: Sin ellos, Sabina de todos demuestra que goza de una comunión como pocas con los suyos, mientras que en el resto de su performance evidencia que aún le queda cuerda y forma para seguir relatando por un buen rato las historias que sus fans adoran. Y ojalá algunas nuevas también; a cinco años de "Vinagre y rosas" (2009), seguro que no vendrían mal.