''Chile Garabato'' está en librerías a un valor promedio de $12.500.
AguilarSANTIAGO.- Libros sobre el habla de los chilenos se han editado varios a lo largo de los años. Los primeros incluso datan del siglo XIX, como el "Diccionario de chilenismos" que en 1875 publicó Zorobabel Rodríguez, y que en años posteriores generó diversas críticas, ya que la motivación principal del autor no era dar cuenta del léxico local, sino denunciar la barbarie lingüística en que, a su juicio, aquí caíamos. Según Rodríguez debíamos hablar como las reglas determinaban.
Casi 140 años después, puede que algunos aún aspiren al ideal de ese autor, pero entre ellos definitivamente no está Tito Matamala, escritor que en estos días publica "Chile Garabato" (Aguilar, $12.500), libro subtitulado "una historia contemporánea de las malas palabras".
Pero a no confundirse: Éste no es un nuevo compendio de términos locales. Tal como hiciera antes con la bicicleta ("Chile bicicleta") o con historias emanadas del periodismo ("La noche de los muertos vivientes"), "Chile garabato" es una gran crónica acerca de ese tipo de palabras en nuestro lenguaje, incluyendo un recorrido por ellas a través de los años y un objetivo claro: Su reivindicación y correcto uso.
"Yo soy partidario de que no haya cortapisas ni censuras. La única censura es la nuestra, el sentido común", dice el periodista, quien a lo largo de las 200 páginas del volumen en más de una ocasión se refiere a sí mismo como "el huevón que escribe este libro".
Por tanto, quien espere encontrar aquí una lista tipo palabra / dos puntos / significado, que deje de hacerlo. Sí, en cambio, que espere un análisis acerca de los términos que utilizamos y las motivaciones que hay detrás, como ocurre en las largas páginas dedicadas a la palabra "poto" y, por cierto, "huevón", entre otras.
"En el caso específico de 'poto', la gente tiene que saber que es una palabra mochilca, que 'poto' es nuestro, porque la palabra castellana castiza es 'culo'. Pero uno le tiene miedo a 'culo', la palabra legítima, y el problema que tiene es que de ahí viene uno de los garabatos más fuertes de Chile", ejemplifica Matamala.
También es esperable una revisión de tintes sociológicos, uno de los propósitos del autor, y que se evidencia en el apartado dedicado a la evolución del uso del garabato en el humor; o de tintes históricos, como en la crítica que hace al lenguaje de la prensa en el período de la Unidad Popular, y que pone como ejemplo de uso errado del garabato.
"Uno siempre debe apelar al sentido común, pero el problema es que el sentido común a veces se desborda. Eso pasó en la época de Allende con la prensa, por ejemplo, se transformó en una batalla entre dos bandos, y eso en cierto modo ayudó a precipitar la debacle. Yo no quisiera que la prensa seria se dedique a poner garabatos porque sí. No hay que negarlos, pero tampoco abusar. El temor de siempre es que se nos pase la mano", dice el autor.
Pero ni siquiera en esos momentos Matamala se pone demasiado serio, porque uno de los elementos que caracteriza a su relato es el humor. "Yo no puedo escribir absolutamente nada en serio. Mi trabajo, modestamente, es una investigación profunda, pero no me pude contener: Metí chistes, garabatos, hice diatribas contra algunos adversarios de otras épocas, me vengué", cuenta. De este modo, la obra también cumple la función de pasatiempo, con la entretención del lector como uno de sus objetivos primordiales.