Ni la inclemencia del tiempo ni la oscuridad que crecía conforme llegaba la noche impidieron que las voces y los tañidos de la cueca se escucharan bajo la lluvia frente a una de las casas de calle Ignacio Carrera Pinto, en la comuna capitalina de Renca. El domicilio al que miles de veces el dueño de casa llegó después de cantar en otros tantos lugares fue el ruedo espontáneo para el inicio de su último viaje. En la mañana de este sábado 13 de septiembre de 2014 murió Luis Hernán Araneda, integrante fundador del histórico conjunto de cuecas Los Chileneros y aun más conocido por el nombre con que dedicó al canto casi ocho décadas de su vida: el Baucha.
Cantores, músicos y amigos de diversas generaciones llegaron hasta esa casa para despedirlo, cobijados bajo un toldo improvisado, con los pies en el barro y con panderos, guitarras y acordeón en mano. Llegaron desde contemporáneos como Marta Lizama Quintero y Carlos Caro Quintero, hermanos de El Perico Chilenero, también integrante de Los Chileneros, pasando por el cantor Manolo Santis y los músicos de Aparcoa, adelantado conjunto de discípulos cuequeros formado a mediados de los '60, hasta llegar a exponentes más contemporáneos como el cantor y productor musical Mario Rojas, el trío El Parcito y los cantores y músicos Rodrigo Miranda, René "Torito" Alfaro e Inti González, quienes grabaron apenas hace unos meses con el Baucha su último disco, Yo nací pa' cantar cueca.
Un ejemplo de cantor
Esa historia discográfica se inicia a fines de los años '60 con La cueca centrina (1967) y La cueca brava (1968). Son los primeros elepés de Los Chileneros, conjunto iniciado por Hernán Núñez Oyarce, Luis Hernán Araneda, Raúl Lizama Quintero y Eduardo Mesías, en otras palabras el Nano, el Baucha, el Perico Chilenero y el Mesías: los hombres que consolidaron en el disco el sonido de la cueca urbana.
Luego el Baucha grabó con Los Centrinos el LP Buenas cuecas centrinas (1971), se reunió con el Perico Chilenero a dúo en la cassette Cuecas bravas (1988) y, cuando ya esta cueca urbana había sido descubierta desde fines de los '90 por nuevas generaciones de músicos chilenos, reanudó la tarea con De lo urbano y lo divino (2005) y el citado Yo nací pa' cantar cueca (2014).
Pero su relación con el canto data de décadas atrás. Con cinco años, a comienzos de los años '30, ya cantaba a trío con sus hermanos, hijos del dueño de una flota de carretones de carga que trabajaba en la Estación Central de la capital, según refiere Mario Rojas en la reseña del disco De lo urbano y lo divino. Luego vino el encuentro inicial entre Nano Núñez y el Baucha, que cantaron en variadas fiestas, casas de remolienda, conventillos y picadas de los barrios de Estación Central, el Mercado y la Vega en la capital. Fue la antesala de las grabaciones de Los Chileneros en el sello Odeon, por intermedio del erudito cantor cuequero Fernando González Marabolí y los folcloristas Margot Loyola y Héctor Pavez.
-Nosotros veíamos en el Bauchita un ejemplo de cantor -sintetiza Rodrigo Miranda, integrante de Los Trukeros y del conjunto que acompañó al Baucha en su último disco-. Si hay algo que podemos aprender de él las nuevas generaciones es precisamente su gesto. Su gesto de juglar, de cantor, de un hombre que se cuidaba, que mantuvo una relación profesional con los jóvenes hasta el último. Y eso significa mucho más que haber tomado una clase con él. Hay que observar sus vida, su comportamiento, cómo vivió intensamente la cueca, y podremos sacar nuestras conclusiones de cómo debe vivir un cantor.
Con cuecas en la Estación
Un testimonio temprano de esa historia tiene Carlos Caro Quintero, quien es hermano del citado Raúl Lizama Quintero, músico que integró Los Chileneros.
-Al Baucha lo conocí cuando yo era lolo, cuando iban a Peñaflor, a animar los cancheos, las pichangas con los amigos en el Mes de los Santos, junto con mi hermano, el Perico, que en paz descanse también - recuerda. Y de la misma época da fe Manolo Santis Abricot, hijo de Manolo Santis, uno de los recordados cantores de mercado de la Estación Central conocido como La Viseca.
-Yo tengo la suerte de conocer al Baucha cuando nace la cueca en la Viseca, porque mi papá, Manolo Santis, era de la Estación Central, ahí llegaban Los Chileneros y ahí parte la cueca para mí, en los años 1955, '56, me acuerdo, de los seis, siete años. En la Estación se celebraba un negocio o pasaba algo malo o algo bueno, y siempre era con cueca para celebrar o para pasar la tristeza. Y siempre estaban Los Chileneros y estaba lógicamente Bauchita.
Nacido en 1947, los primeros recuerdos de Santis en la cueca se remontan a mediados de los años '50, más de una década antes de que Los Chileneros grabaran en 1967. "Para nosotros era un agrado escucharlos siempre. Pero cuando se logra plasmar en un disco, claro, fue muy bonito. En la Estación estaban las bodegas de la Viseca, y era un orgullo para cada bodega tener un disco de Los Chileneros. Porque cada bodega de la Estación Central siempre hubo un asado, siempre hubo un cocimiento y siempre estuvieron ellos cantando".
Muy firme en sus convicciones
Más adelante en el tiempo, una primera generación de jóvenes deslumbrados por esta cueca urbana corresponde a la de Aparcoa, grupo aún vigente que a mediados de los años '60 descubrió el legado de cantores como Nano Núñez y el Baucha.
-Hay que reconocer el trabajo tremendo de estos viejos -dice Julio Alegría, de Aparcoa-. Tanto viejo lindo que me tocó conocer en los alrededores del barrio Matadero. Aun no viniendo nosotros de ese sector, como grupo estuvimos felices de haber conocido y descubierto una cosa tan maravillosa como esta cueca tan desconocida en el Chile de los años '60. Existía una cueca oficial, pero esta cueca era urbana, era de nosotros, era de la gente, del trabajador del Matadero, del veguino, del plantero, del ropero que vendía ropa. Y la gente de Santiago descubrió que también tenía su propia cueca, que no era la cueca de campo, era la cueca de terno y sombrero. Yo a mis 72 años sé que voy a morir también cantando cueca como nuestro viejo lindo que está ahí acostado en su ataúd.
En paralelo, el aludido cantor y productor Mario Rojas sabía de estos cantores urbanos por la influencia de su padre desde la infancia. Pero a fines de los años '90 tomó contacto directo con la cueca chilenera gracias a su documental "La cueca brava de Nano Núñez. Bitácora de Los Chileneros" (2000), y cinco años más tarde produjo el disco De lo urbano y lo divino (2005), de Luis Hernán Araneda. "El Baucha, el Rafucho, el Perico, son personajes de los que escuchaba hablar por mi padre", recuerda. "Con el Baucha trabajamos por primera vez en la 'Bitácora de Los Chileneros', y siempre tuvo una personalidad muy clara, bastante llevado de sus ideas. Era difícil llevarle la contraria, muy firme en sus convicciones. Un gran cantor chileno", concluye.
Tonada, cueca o bolero
Si bien la cueca es una vocación musical principal del Baucha, no se acaban ahí sus competencias como cantor, ducho también en géneros como la tonada, el vals, la habanera o el tango entre otros.
-Los viejos interpretaban sus sentimientos, sus quehaceres, sus tiempos, sus problemas amorosos, sus negocios, con sentimiento. E indudablemente el tango te da sentimiento, tal como los valses, los boleros. A Bauchita, por ejemplo, escucharlo cantar tango o una tonada, era una cosa muy linda -comenta Manolo Santis. Y Mario Rojas destaca a su vez las cualidades interpretativas del cantor.
-Baucha representa una manera chilena muy particular de cantar, que es siempre al borde del registro: es muy arriba. Leí una vez a un cronista extranjero que pasó por acá en el siglo diecinueve, y escribe que la gente cantaba en tonos tan altos, eso resultaba llamativo y un poco agresivo al oído de un extranjero. El Baucha representaba un poco esa sonoridad, de una manera notable: una persona que los 86 años todavía puede cantar y en tonos cada vez más altos, lo que es un desafío para un cantor de cuecas. Que se manifiesta no sólo en cantar en escalas muy altas, sino también en un volumen y un timbre determinados. Baucha tenía esos tres elementos mejor que nadie.
-Pienso que ahí hay una escuela para la juventud -complementa Santis-. Porque si al Baucha lo escuchas cantar y lo escuchas hablar es el mismo. El sonido, la voz, el timbre, estaba siempre en tu oído. Si estaba en un restaurant o en la Viseca y lo escuchabas conversar, decías "éste es el Baucha". Él cantaba como era. Y cantaba cueca con un pito (una voz) allá arriba y ni se movía, en Los Chileneros veías al Nano Núñez sin aspavientos tocando el tormento y al Baucha tocando el pandero, y era una cosa tan natural.
Yo nací pa' cantar cueca
El fotógrafo Francisco Bermejo fue el productor del postrero disco Yo nací pa’ cantar cueca (2014) y, junto a Rodrigo Miranda, recuerda cómo se gestó ese trabajo y corrobora en qué buenas condiciones vocales estaba el Baucha hasta hace apenas dos meses.
-Fue un momento muy íntimo en que nos agarró en el Club Hípico y nos dijo "Quiero grabar mi último disco" -recuerda Bermejo-. Ahora, esa versión él la cambió después, porque le preguntaban si éste era su último disco y decía "No, yo voy a seguir grabando muchas veces". Y estaba bien, eso demuestra el carácter y la actitud que tenía frente a su oficio.
-A su edad, y cantando como cantaba, dos tonos más arriba que cualquier cabro joven, había para hacerle un disco de tango, uno de tonadas, uno de valses y uno de cuecas -agrega Miranda. "Y con el repertorio amplio que manejaba y una memoria increíble en los tonos, las melodías…", continúa Bermejo. "Para las condiciones físicas y de voz que tenía hace un mes y medio era impensado no seguir trabajando".
Una trombosis que lo afectó hace un mes obligó a Luis Hernán Araneda a permanecer una temporada en el hospital y fue la causa del deterioro en su salud que terminó con su vida este sábado, comenta Francisco Bermejo, apenas unos días antes de la temporada dieciochera que el Baucha contribuyó a animar cada año de su vida durante décadas. "Es preciso rendirle un tributo importante", dice Miranda. "No deberíamos cansarnos de homenajearlo".
-Yo que vi a toda esa generación antigua, y que me toca vivir la generación de ahora, debo repetir lo que mi viejo decía: es un orgullo ver que la juventud ha tomado lo que ellos hacían con tanto cariño -dice Manolo Santis-. Porque si escuchas a Los Chileneros, al Baucha, al Nano, al Perico, a Carvallo, ellos cantaban de corazón porque lo sentían, y estos cabros de ahora también.
"La gente del barrio acá a lo mejor no imagina lo que Bauchita significa, no sólo para la cueca sino para el folclor de Chile. Podríamos hablar de un prócer, como lo fue el Nano Núñez, como fueron Los Chileneros en general", concluye Rodrigo Miranda, cuando ya cae esta noche lluviosa en la casa de Luis Hernán Araneda en Renca. "Éste era un rincón de muchas fondas antiguamente, a fines del (siglo) diecinueve", comenta: "era el paseo El Resbalón aquí a la bajada el cerro Renca. Entonces no podía ser de otro lado Bauchita".