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Folclor

Un muestrario de sonoridades diversas y la misma sustancia de siempre en las armonías sustentan el nuevo disco del cantante y autor chileno.

01 de Noviembre de 2014 | 18:41 |
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Como suele pasar con la música de este cantante y autor chileno, su historia previa permite enfocar mejor sus últimas noticias. Javier Barría ha venido mostrando su maduración en los cinco más recientes discos que suma desde 2007, y hoy esa evidencia tiene que ver con la síntesis del sonido. En alguna entrevista de hace años hizo el ejercicio de dar una ojeada a esas primeras grabaciones caseras de nombres como Café o Piola que hizo antes, entre 2001 y 2005, para resumir que varias tienen un sonido más o menos homogéneo, acústico en Canciones de madera (2003), con loops en Pedacitos (2004), rockero en Desayuno eléctrico (2005). Ahora es justo lo contrario: Javier Barría hace como pocas veces antes una antología de sus diversos sonidos en Folclor.


Las opciones y los cruces son varios. El cantante pulsa un par de guitarras acústicas en la base de "Nuestro imaginario". Luego se cambia al timbre de un piano eléctrico en "El crimen" y en "Villanela", que es una canción con letra del uruguayo y global Jorge Drexler, reconocido y merecido seguidor de Barría. Luego será una guitarra eléctrica trémula la que suene en "Gira al sol", y la misma guitarra partirá desnuda en "Cobardes" para entreverarse con efectos electrónicos hacia el final como si una enredadera digital la envolviese. En medio se oirá el relevo entre una virtual caja de música y el tramado de otra guitarra acústica, esta vez con cuerdas metálicas: "Ceguera de los ríos" se llama esa alquimia. Por si fuera poca variedad, "Cyberpunk" tiene el sonido de un nuevo extremo de pop sintético para los estándares de Barría y "Animita" es el mayor experimento de canción sobre bases digitales del disco.


Tan o más importante que esa serie de revestimientos para la identidad de este compositor es la sustancia armónica de las canciones. Y aquí su desempeño se mantiene al alto nivel acostumbrado, con los hallazgos de siempre esperando por ser descubiertos entre las posturas de guitarra de "Pena del sur" o de "Cobardes", por nombrar sólo dos de estas canciones, pobladas todas de acordes imaginativos y certeros al mismo tiempo. Por efecto de una pronunciación algo artificiosa a veces hace falta un esfuerzo para entender ciertos versos, pero no es nada que impida entender además cómo varias de estas letras, cantadas de manera pausada sin excepción, parecen girar en torno a la pérdida, como bien está expresado en la ilustración de portada de Valentina Contreras. Por lo pronto Folclor empieza con una canción llamada "El día en que dejaste de quererme" y continúa con líneas afines, conjugadas en pasado en Cobardes o en futuro en Animita. Antología de sonidos y también de tiempos verbales posibles.

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