En un recinto Movistar Arena casi copado en su capacidad de 15 mil personas se presentó este martes Arctic Monkeys en Santiago.
Cristián Soto L., El Mercurio
SANTIAGO.- Es una sociedad bien avenida. Después de las tres horas casi exactas por reloj que duró la presentación combinada de The Hives y Arctic Monkeys este martes en la capital, la banda sueca y la inglesa dejaron demostrado que una clave para un programa doble de rock como éste es que ambos protagonistas sean complementarios. A distancia de ser la suma de un telonero y un número de fondo, el concierto de esta noche fue la combinación de dos bandas y dos especialidades.
A grandes rasgos esas especialidades son la intensidad y el arrastre de masas respectivamente. Eran las ocho en punto de la noche cuando The Hives salieron al escenario de Movistar Arena a cumplir con el fin último y permanente del grupo: detonar la fiesta. No habían pasado tres minutos y ya el escenario y el público estaban agitados a máximo ritmo por efecto de "Come on!", la primera canción del más reciente disco de la banda (Lex Hives, de 2012), que fue también la primera del show y a la vez el llamado literal a animar una fiesta que se extendió por justo una hora.
Tal como pasó en su anterior visita en el último festival Lollapalooza en 2013, The Hives prendieron la arena con su explosiva y estimulante cruza de géneros cuál de todos más eléctrico entre el rock and roll, el sonido de garaje o el punk entre otros. "¿Te gusta Black Sabbath? ¿Te gusta Ramones? ¿Te gusta The Hives? ¿Te gusta Arctic Monkeys?", testeó a la altura de la cuarta canción el cantante Howlin' Pelle Almqvist entre ovaciones para probar su conocimiento en esa historia del rock. "¿Te gusta la música punk rock rapido?", preguntó luego, antes de atacar con un concentrado de punk y guitarras de síncopa ska que causó un excelente desorden en la platea.
No fue lo único que dijo el hiperkinético cantante de la banda, a todas luces el factor desequilibrante de The Hives a la hora de hacer ese desorden. En un castellano pronunciado con gracioso acento mezcla de italiano y francés, jamás dejó de interpelar al público, ya fuera dedicando palabras de cariño como "Mi quiriditos", presentando canciones del "nouvel" o "novello" disco del grupo, o entrando en definiciones como "Soy un grande puta de musicarock" justo antes de "Main offender", uno de los momentos más demoledores de la noche. El siguiente fue, guardado para el cierre, el otro gran hit que la banda tiene en "Hate to say I told you so" para despedir su show de alta tensión.
A esa hora entrar a Movistar Arena era aclimatarse a una temperatura unos cuantos grados más alta. Con un aforo de quince mil personas, el recinto del Parque O'Higgins estaba copado casi en la totalidad de la capacidad de cancha y graderías. Y era claro que el motivo central de ese arrastre era Arctic Monkeys. Desde que, a las 21.31 horas, la banda del cantante y guitarrista Alex Turner subió al escenario, se sucedió una serie de ovaciones y riffs de guitarras transformados en cánticos instantáneos por la audiencia.
Esos cánticos, entonados en particular por el coro de mujeres entre el público en un llamativo efecto, se escucharon por igual en canciones como "Do I wanna know?" para empezar, una de las pistas de AM (2013), el más reciente disco de la banda; o "Brianstorm", la primera del segundo disco, publicado hace ya hace seis años en 2007; o "Don't sit down 'cause I've moved your chair", del disco previo Suck it and see (2011) por igual: Arctic Monkeys prueban en directo lo efectivo y amplio de su catálogo de éxitos rastreable a lo largo de los cinco discos publicados por el grupo desde 2006 en adelante. "Dancing shoes", del primer disco, fue un buen viaje a esos inicios, con las baquetas veloces del baterista Matt Helders sobre el doble platillo o hi-hat en un estilo similar al de The Bravery y otras bandas de la época.
Más importante que en el grupo predecesor es aquí la figura del cantante. Alex Turner concentra el interés de la banda por su carisma, por esa voz entre grave y trémula con que habla y con que pronuncia las letras a menudo abundantes de sus canciones, por el modo frecuente en que se hace cargo de los solos de guitarra del show o por el cambio de aire que impone al tomar la guitarra acústica para cantar "No. 1 party anthem" promediando el repertorio. Engominado hace su entrada al inicio, y es con el pelo en desorden que se despide una hora y media más tarde, tras un bis con canciones de más baja intensidad como "I wanna be yours", pero también después de los últimos impactos mayores de la jornada como "I bet you look good on the dancefloor" o la juguetona "Fluorescent adolescent", para confirmar el arrastre del rock de Arctic Monkeys entre el público juvenil chileno.