''El poder es una gran fiesta, a los periodistas y escritores no nos toca estar en la fiesta ni acomodarnos dócilmente a los intereses de quien pone la música'', dice Bayly.
EFE.BOGOTÁ.- El escritor peruano Jaime Bayly califica su último libro, "La lluvia del tiempo", como "una revancha" hacia quienes provocaron su caída en televisión en el año 2001, cuando reveló que en el entonces candidato presidencial de Perú Alejandro Toledo tenía una hija no reconocida.
Eso, explica el periodista, lo involucró en luchas de poder político, empresarial y mediático, que cuminó con su despido del canal donde entonces trabajaba como animador. Ahora los hechos los une con hechos de ficción en su novela.
"El poder es una gran fiesta, a los periodistas y escritores no nos toca estar en la fiesta ni acomodarnos dócilmente a los intereses de quien pone la música", reflexionó el escritor.
En su novela, "que tiene una parte de ficción, pero minoritaria", Bayly narra con crudeza esa lucha que "podría haber ocurrido en Colombia, Argentina o Ecuador", y para ello usa "arquetipos o personajes dibujados para la literatura pero secuestrados de la realidad".
Su narrativa atrapa al lector con una historia dinámica que rezuma realidad e hiede al poder fuera de los focos, el de los dueños de los medios de comunicación y candidatos presidenciales que buscan a toda costa el control, un mundo en el que el idealismo y la ética no tienen cabida.
"Cuando uno se mete en la lucha por el poder se embarra bastante; es un fango, es un pantano y te enlodas aunque no lo quieras", apuntó.
Para adentrarse en los recovecos de aquella noticia, que no evitó que Toledo fuera elegido presidente, Bayly utiliza un alter ego, Juan Balaguer, con temores y secretos similares a los suyos, según reconoció.
En "La lluvia del tiempo", Bayly transforma en novela un capítulo amargo de su vida que se saldó con una derrota personal y colectiva, puesto que el poder se impuso sobre la libertad y la conciencia ética del periodismo como garante de la verdad.
"Al final de cuentas mis adversarios me regalaron esta novela, me ayudaron a escribirla. Eso es algo que agradecer", afirmó con ironía.
Según el autor de "No se lo digas a nadie" o "De repente un ángel", su último trabajo es "una novela que ventila las vidas privadas".
Ahora, trece años después de aquellos hechos, confiesa que hizo lo correcto y además volvería a hacerlo.
"Si luego te despiden, que te despidan. Un periodista que subordina su trabajo al miedo es un periodista que está lisiado", concluyó.