Los mejores momentos de AC/DC suelen aparecer en los instantes más oscuros de la banda, ya sea como una precuela de éstos o como una respuesta a los tiempos difíciles, ésos en los que hasta se pone en duda el futuro de este mito del rock & roll. Por ejemplo, el icónico Highway to hell (1979) resultó ser el último disco que los australianos realizarían con el vocalista Bon Scott, quien murió en 1980 tras una ingesta descomunal de alcohol, a pocos meses de que los hermanos Young (Angus y Malcolm) y compañía entrasen a grabar Back in black (1980). Y éste, a su vez, sería el álbum que presentó a Brian Johnson al mundo, y también el que confirmó el estatus de leyenda de los australianos.
Lo que precede a Rock or bust, el nuevo trabajo de AC/DC, es casi un calco de esos oscuros días. A los recientes problemas legales del baterista Phil Rudd, acusado en Nueva Zelanda de conspiraciones criminales, amenazas de muerte y posesión de droga, entre otros delitos, se suma quizás el más grave de todos: Los problemas de salud que llevaron al retiro de Malcolm Young, creador de los riffs más conocidos del hard rock, y diagnosticado con demencia hace unos meses, justo antes de que la banda decidiera entrar al estudio con Brendan O'Brien detrás de las perillas. Un golpe como ése, para un grupo cuyo sonido descansa precisamente en lo que el mayor de los hermanos Young construye en sus seis cuerdas, hacía preguntarse respecto del futuro; del inmediato, en el caso de este trabajo, y del posterior, con una gira mundial ya anunciada.
En lo que respecta a Rock or bust, la preocupación está de más. Ciertamente, una banda como AC/DC no se va a poner a inventar cosas de último minuto. Lo interesante de este trabajo es que, a diferencia de Black ice (2009), se recupera el sonido más clásico de la banda, sin sacrificarlo para hallarle una vuelta más "moderna". Uno espera que esto sea lo que AC/DC finalmente presenta: Un guitarreo constante lleno de electricidad, acompañado por esa voz rasposa que habla del viejo credo del rock and roll. Y, en ese sentido, Rock or bust cumple con creces. Desde los rasgueos que dan inicio a "Rock or bust" ("In what we trust / is rock or bust", brama Brian Johnson), pasando por la misógina "Miss adventure", o el clásico himno rockanrolero "Got some rock & roll thunder".
Estos temas, que podrían estar dentro de lo clásico de AC/DC, están acompañados por algunas canciones que vienen a actualizar el catálogo del grupo. El boogie cercano a ZZ Top que presenta "Hard times" es uno de esos temas, como también "Rock the house", que mezcla el riff crudo que siempre está presente en las canciones de los de Australia con otros con más movimiento, no descansando solamente en el rasgueo duro. Sin embargo, es en el tema que cierra el disco, "Emission control", donde esa característica está más presente, al punto de transformarla en conductor principal de la misma, en un ejercicio algo alejado de lo que normalmente muestra la banda australiana.
Estos matices dan cuenta de un grupo que, a poco de celebrar las cuatro décadas de la salida de su primer elepé, parece seguir teniendo las mismas ambiciones de sus primeros días. Todo lo que emerge de los parlantes al momento de escuchar Rock or bust parece inundado por esa actitud, la de seguir el credo del rock and roll o perderse en el camino. Y aunque parezca algo desmedido, lo cierto es que para AC/DC, expertos en la suplencia de integrantes claves, estos tiempos oscuros les hacen de maravilla. La media hora que dura su nuevo trabajo confirma esta teoría.
—Felipe Kraljevich M.