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"La actitud de algunas personas que tienen poder en televisión es peligrosa"

El actor y cantor chileno debuta este lunes 8 de diciembre en el Teatro Municipal de Santiago con su grupo Daniel Muñoz & los Marujos, y aquí habla de la cueca, de su rol como el Presidente en la próxima película de Miguel Littin ("Allende en su laberinto") y del ánimo tras terminar la última temporada de "Los 80". "La inquietud que tengo es que no haya interés en seguir trabajando de esta manera en televisión", dice.

06 de Diciembre de 2014 | 12:02 |

Daniel Muñoz recuerda que hasta ahora son dos las ocasiones en las que ha estado en el escenario del Teatro Municipal de Santiago. Y repartidas en partes iguales entre sus dos oficios, una como actor y una como cantor.


"Hace muchos años, cuando estaba en la escuela de teatro, participé en 'Mabcbeth', como figurante", sonríe; "hacía muchas cosas, soldado escocés, otros papeles. Y para un evento con los 3X7 Veintiuna también hicimos una presentación".


Los 3X7 Veintiuna son el grupo donde el actor chileno debutó en la cueca hacia 2004, como antecedente de su actual conjunto: Daniel Muñoz & Los Marujos, con quienes se apresta a cumplir su tercera aparición en el Municipal. Será este lunes 8 de diciembre (ver recuadro al final de la entrevista), con el espectáculo "Cuecas de roto por América morena" y con la inédita combinación entre el grupo y los cuarenta integrantes del Coro del Teatro Municipal de Santiago.


Muñoz y sus músicos llegan a este escenario tras dos años de trayectoria y con hitos como su actuación en el Festival de Viña (2012), la grabación de su disco Cueca (2013) y sus presentaciones en el Festival de Olmué y el Teatro Municipal de Las Condes (2014). Son fechas en las que han fogueado la dupla de repertorios entre "El roto y la cueca", recorrido musical por diversos países americanos, y "El cauro Nano", basado en las creaciones del cantor y autor cuequero Hernán Núñez Oyarce, uno de los integrantes del fundamental conjunto cuequero Los Chileneros.


"Vamos a hacer los dos espectáculos a partir de la invitación que nos hizo el coro, que quiso participar de la actuación", explica Daniel Muñoz. "Y para nosotros vino de perilla, porque da un sello único a la presentación. Ya pensar en cuecas con un coro del Teatro Municipal es un desafío. Cuando quieres crear algo, un pie forzado generalmente es beneficioso, y en este caso lo aprovechamos".


A cargo de integrar el Coro al espectáculo está Rodrigo Salgado, el director musical de los Marujos. "Y a mí me toca la responsabilidad de incluir al Coro escénicamente. Ser el régisseur", pronuncia Daniel Muñoz, quien va a echar mano a buena parte de la trastienda del teatro en la tarea. "Los tremendos portones de fierro que dan a las bodegas, la utilería, unas luces de guardia, mucho cable, toda la tramoya", enumera. "Me encantó, y pregunté si era posible que se viera todo eso. Que fuera como el patio trasero de la chingana".


-¿O sea que casi no va haber telones?
-No va a haber telones -precisa-. Es un modo de mostrar la parte escondida, que un poco es lo que se hizo con la cueca durante mucho tiempo, con el folclor: en el patio trasero, como el hermano pobre, lo que está oculto al otro lado del telón.


El actor recuerda haber visto videos del Coro del Teatro Municipal en manifestaciones callejeras, y de esas imágenes surgió también parte del espectáculo. "Lo más lindo es que era gente que venía de su casa, se bajaban de la micro y se ponían a cantar ópera", recuerda. "En las óperas que me ha tocado ver el coro es generalmente el pueblo, los trabajadores. Y queremos que el coro se integre a esta fiesta chinganera que hacemos. Hablamos del roto recorriendo América del Sur y de las historias de Nano Núñez en los años '20, '30, '40, todas su experiencias, los conventillos, las casa de huifa, los personajes típicos".


-¿Cómo va a ser escuchar eso en voces líricas?
-Es curioso, porque cuando estaba en esto de la cueca, los viejos (cantores) me hablaban de impostación. Para cantar cueca también se necesita una impostación especial, que es la del roto, la impostación popular, tal como tienes una impostación para la ópera. Tiene mucho sentido. El origen de la ópera es popular, la gente iba a comer a la ópera, era la música popular y de hecho era muy criticada, como hoy podrían ser los realities o la cosa de la tele. Claro, se transformó en lo que es ahora, pero es volver un poco a esos orígenes. Despeinar, chasconear un poco al Teatro Municipal, darle este carácter de pueblo.


Como patiperro que es: Daniel Muñoz y el roto


Salvo canciones como "Tu orgullo", "Ya me voy a retirar" o el vals "Valparaíso", la mayor parte del repertorio de "Cuecas de roto por América morena" es distinto a lo que el grupo grabó en Cueca. "Creció naturalmente el espectáculo", dice el actor.


-En un principio fue diseñado para Viña, donde necesitaba unos diez minutos. Y claro, quedaba mucho pendiente. Fue creciendo la historia de este roto picado de la araña que está con su morena acá, que es la cueca, y que se da cuenta de que esta morena tiene otras hermanas que también le guiñan el ojo, y las quiere conocer todas, y como patiperro que es, viaja.


"Y si viaja, por qué no se queda", continúa, "y por qué no disfruta y conoce no sólo las cuecas, y así en Argentina aparecen el tango y la chacarera, y después en Perú la resbalosa y un valsecito peruano. Y el roto no sólo aprende ni enamora a la que está ahí, sino que además de escuchar también canta y muestra lo suyo, y hay cueca en cada lugar".


-¿La segunda parte inspirada en Nano Núñez es más reciente?
-Lo del cabro Nano nació en Olmué, donde nos pidieron una presentación. Y yo hace tiempo tenía ese libro dando vuelta, que gritaba por ser llevado a escena (se refiere al libro de versos "Mi gran cueca", que Nano Núñez publicó en 2005). Fue muy difícil extractar, llegar a una historia más lineal, porque el libro tiene de todo. Y en esta parte encontramos que hacía mucho sentido la inclusión del coro.


Daniel Muñoz conoció a Nano Núñez y trabajó con Los Chileneros, en una experiencia que también sustenta esta parte del espectáculo. "Asumo la personalidad del Nano, declamo las cuartetas y voy contando la historia. Hablo de la cueca, de cómo se cantaba, dónde se cantaba, y aparece el ambiente popular. Esto está apuntado al tango, fíjate: habla en el fondo del amor bien poco conocido que el Nano tenía por el tango arrabalero. De hecho cantamos un tango inédito del Nano ("Parado en cualquier farol") y una milonga. Me gustó esta convivencia del tango y la cueca. El tango arrabalero en esencia es lo mismo que la cueca de roto, hay un puente muy cercano".


Juan Herrera era pillo de cueca


Así como el repertorio también ha evolucionado la formación de los Marujos, un grupo que partió grabando con Daniel Muñoz (voz), el aludido Rodrigo Salgado (piano, acordeón, guitarra, cuatro, quena, bombo, cajón y dirección musical), Horacio Hernández (voz, guitarra y charango), Francisco García (voz y teclado), Francisco Ponce (guitarra) y Sebastián Moya (contrabajo). La actual formación consiste en Muñoz, Salgado, Hernández, García y Moya más Ignacio Hernández (acordeón) y el argentino Sergio Fresco (violín y viola).


"El talento del Nacho es innegable, todavía no le logramos sacar todo el partido que tiene, pero ya para el próximo año la idea es que destaque con todo. Y el violín fue adquiriendo personalidad propia, se insertó como un instrumento nuevo a las cuecas. Ahora si hacemos cuecas sin violín no son las cuecas de los Marujos. El violín es el sello musical del grupo", comenta el cantor. "A mí me gusta el trabajo bien dinámico. En los ensayos se juega harto y esos son los momentos valiosos, donde llegan las ideas".


-¿Ese dinamismo vale para los trabajos paralelos, este año la temporada final de "Los 80" o tu papel protagónico en la película "Allende en su laberinto", de Miguel Littin? ¿Lejos de estorbarse esas cosas funcionan como estímulos?
-Se complementan, sí. Porque por lo menos te adiestran a estar atento. Más que concentrado, atento. Despierto a todo lo que está pasando. Si estamos haciendo música, cuando algo me gusta no sé en un principio por qué, pero si no me gusta ya uno lo va descartando. Y eso sólo ocurre cuando uno está en presencia de las cosas.


-En una de las temporadas de "Los 80" incluso apareció la cueca en el argumento, donde se podía ver que unas escenas fueron grabadas en la casa de Pepe Fuentes, la Casa de la Cueca.
-Sipo, ahí fue.


-¿Ahí se cruzaron esos dos mundos? ¿Cuánto de intención tuya hubo en eso?
-Se cruzaron absolutamente. O sea, el guionista, Rodrigo Cuevas, sabía de mi gusto por la cueca de mucho antes. Siempre le quedó dando vuelta, y me lo dijo, que pensaba que Juan Herrera tenía eso de roto chileno y quería incluirlo en alguna parte. Y se dio esa salida con el compadre, a esta noche de juerga, donde aparecía un elemento oculto de Juan Herrera, que era en cierto modo pillo de cueca. Sabía. El chileno tiene muchas habilidades, pero las tiene ocultas, y aparecen en momentos precisos. Juan Herrera como buen chileno tenía algo ahí, el lugar lo permitía. Y claro, en esa época estaba empezando el boom de la cueca, y yo sentía que aparte era un apoyo a todo un movimiento.


-¿Tal vez no hubiera estado esa historia si el actor hubiera sido otro?
-Claro, pero si hubiese sido muy tirado de las mechas, la cueca por la cueca, no habría pasado. Estaba justificado.


-¿Cuál es tu ánimo ahora, después de haber terminado la última temporada de la serie? ¿Hay un vacío?
-No, para nada. La única incomodidad que tengo, la inquietud que tengo, es que esto termine acá. Que no haya interés en seguir trabajando de esta manera en televisión. Que esto termine con "Los '80".


-¿Es a lo que te referías cuando definiste lo de Alberto Gesswein (director del área de ficción de Canal 13, despedido en octubre) como una puñalada por la espalda?
-Claro. La actitud de algunas personas que tienen poder en televisión es peligrosa. Es peligrosa cuando el objetivo es que haya un resultado más que un proceso, porque coarta todas las posibilidades que tiene el riesgo. Para llegar a resultados importantes tienes que correr un riesgo, y ese riesgo va de la mano de un proceso, y un proceso requiere un tiempo. Cuando hay una ansiedad de resultados inmediatos matas el proceso, y en el proceso están los grandes hallazgos.


-¿Hacen falta varias temporadas, como en el caso de "Los 80"?
-Por ejemplo. Claro, "Los 80" costó sacarlo, pero una vez que salió el público empezó a responder. Y sé que varias series que se hicieron, y que no tuvieron éxito, si hubieran tenido un apoyo en horario o les hubieran dado un poco más de tiempo, habrían enganchado a la gente. El miedo que tengo es que esa ansiedad que está ahora tan presente no dé cabida a esto, más que extrañar la serie en sí. Ya cumplimos el objetivo de "Los 80" con creces.


Muñoz, Littin y Allende: la historia de un héroe


-¿En el cine esos riesgos están más presentes?
-El cine es un riesgo. Si te metes a una película vas a correr un riesgo. Uno como actor no vive del cine, uno vive el proceso de hacer cine, de transformar tu tiempo en esta isla que te permite estar concentrado y atento a un proceso.


-¿Cómo fue encarnar al Presidente Allende en la película de Littin? ¿Es el rol más complejo que has hecho a lo mejor?
-Es el más complejo, sí, pero tuvimos harto tiempo para prepararlo. Estuvimos en conversaciones con Miguel casi dos años y eso me dio tiempo para buscar un sentido a por qué hacer este personaje, y definir qué hacer. O sea, Allende por Allende tampoco me hace sentido.


-Como la cueca por la cueca.
-Claro. No: tiene que tener algo, encontrar al Allende que me interesaba hacer. En eso me demoré un tiempo.


-¿Y cuál es el Allende que te interesaba hacer?
-Uno… bueno, es difícil de explicar porque son muchas las cosas que entran en juego. Primero tenía que entender la historia y a la persona, por qué Allende hizo lo que hizo. Creérmela, creérmela de verdad. Y después instalarlo en la historia que íbamos a contar. Ahora: no quería caracterizar. Eso estaba claro, que no fuera una caracterización. Querían ponerme extensiones de pelo, maquillaje, prótesis, pero nada, mi condición era que fuera lo más cercano a lo real. Es como cuando haces una representación de Chaplin. Casi si haces el bigotito y el tongo ya te sitúas inmediatamente. Yo quería llegar un poco a eso, a la esencia: los anteojos era una cuestión clave, y el bigote. Por suerte tengo algo de papada, entonces con un vestuario ad hoc ya se marcaba, y con el peinado lo más cercano posible ya teníamos un aire, un parecido, que no distraía. Y eso había que complementarlo con el trabajo de la película, que se filmó en condiciones muy precarias. No se pudo hacer acá, hubo que filmar en Venezuela, en un palacio de La Moneda que no es el Palacio de La Moneda, son otros interiores…


-Pero eso se parece a tu opción de no caracterizar, ¿no? ¿Tampoco es tan clave que La Moneda no sea La Moneda?
-Claro. Si logramos encantar a la gente con la historia, claro, no se van a fijar en la escenografía.


-¿Qué significado tiene para ti el personaje?
-Para mí es un héroe. Definitivamente. Es la historia de un héroe. Sobre por qué acudieron a mí para hacer a Allende, cuando les pregunté me dijeron que justamente habían visto "Los 80" y pensaban que Allende tenía mucho de Juan Herrera, en ese padre de familia que obsesionado por sus pollos es capaz de dar la vida. Ese heroísmo noble, esa nobleza que se veía en el personaje, se podía trasladar a la personalidad de Allende, que es totalmente distinta a la de Juan Herrera. Allende es un héroe épico, es una personalidad avasalladora. Pero en cierto modo es un antihéroe trágico que según Miguel (Littin) yo podía dar. El objetivo es contar esta historia de Allende, no la historia. No es una película histórica. Está inspirada en él, y es lo que Miguel Littin quiere decir de esta persona que conoció y a la que admira mucho.


-¿Como lo que hizo Andrés Wood con Violeta Parra en "Violeta se fue a los cielos"?
-Es lo mismo, sí. Y obviamente a alguna gente le va cargar, eso está pero de cajón. Pero si uno va a verlo con ese prisma puede salir satisfecho del trabajo.

Para 2015 está previsto el segundo disco de Daniel Muñoz & los Marujos. "Ya tenemos el material para grabar, y creo que lo vamos a separar en dos discos, uno con las cuecas, bailable, y otro con todo el material que no son cuecas. Pueden ser dos discos en fechas diferentes", considera. Y será la continuidad de un grupo cuyo nombre es además un saludo: Marujos, como Maruja, el nombre de cariño que recibía María Sánchez Valdivia, quien murió este año tras un trabajo persistente como realizadora de programas de folclor en radio y fiel productora y representante de la carrera musical de Daniel Muñoz.

El nombre es un tributo. "Y por suerte fue en vida: eso nos tiene contentos y agradecidos, porque la formación del grupo fue iniciativa de la Maruja", dice el cantor de los Marujos. "Esto es el resultado de su iniciativa".

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