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El conjuro

El grupo estadounidense, una de las visitas más postergadas del último tiempo, abrió su paso por el país con una contundente presentación en el Teatro Cariola, antes de repetir en el Festival Rockout.

09 de Diciembre de 2014 | 19:05 |
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Hasta que los energy dome asomaron en Chile. Devo pasó por el Cariola con una de las presentaciones del año en Santiago.

Foto: Christian Zapata

Era una historia que venía tratando de contarse desde la década pasada, cuando Devo por primera vez fue anunciado en Chile, con entradas en venta y todo, para terminar luego en una auténtica comedia de equivocaciones ligada a su nombre.

Por eso, las cerca de 1.500 personas que llegaron hasta el Teatro Cariola esta noche de jueves fueron parte de un verdadero conjuro, que puso punto final a la larga espera para tener en el país a una de la bandas clave en el pop y el rock de los 70 y 80, y cuya influencia llegó a ser perceptible incluso en estas latitudes: Desde Aparato Raro hasta Chancho en Piedra han encontrado en este sonido a uno de sus principales referentes.

Y para romper el hechizo nada mejor que salir con todo: "That's good", "Girl U want" y "Whip it" no sólo son tres de los mayores éxitos del grupo, sino también tres de las canciones más emblemáticas de la primera era de los sintetizadores, cuando ese sonido estaba teñido del aura de un impredecible futuro ad portas.

Esas tres fueron, en ese orden, las que desde las 21:00 horas abrieron una velada que luego viraría también a la electricidad, cuando las máquinas fueron cambiadas por guitarras y bajos colgando de cada músico, para interpretar esa retorcida versión de "(I can't get no) Satisfaction", que en 1978 imprimieron en el disco Q: Are We Not Men? A: We Are Devo!.

El público estaba en llamas, siguió así al alero de los aires catárticos de "Uncontrollable Urge", y vio avivar ese fuego cuando el quinteto lanzó hacia adelante sus clásicos uniformes amarillos y sus "energy dome", aquellos sombreros que transformaron en insignia.

El ánimo en las alturas no decayó a lo largo de la hora que duró la presentación de los norteamericanos. Sí, una hora, coronada con clásicos como "Gates of steel" y "Freedom of choice", y con el recuerdo a Bob Casale, integrante histórico fallecido en febrero de este año.

Puede parecer un tiempo escuálido, casi mezquino, y hasta algo injusto con personas que pagaron $38.500 y $49.500 por sus entradas, pero que tiene sus explicaciones.

Una concreta: Que éste no sería más que un entremés, de cara a la presentación mayor que ofrecerán en el festival Rockout. La otra, en tanto, algo más cualitativa: Que ante shows así de macizos y significativos, los pisos deseados de tiempo dejan de ser necesarios, ya que 60 minutos también pueden bastar para dejar a todos satisfechos, y para instalar a este paso como uno de los mejores del año en Santiago.

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