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Expertos inician engorrosa división de herencia de polémico coleccionista de arte alemán

Tras la muerte de Cornelius Gurlitt, dueño de costosas obras que podrían haber sido expoliadas por nazis, se inició un minucioso proceso de identificación de cada pieza. Las que fueron adquiridas legalmente llegarán al Museo de Berna.

17 de Diciembre de 2014 | 12:22 | EFE
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Hasta ahora, la investigación determinó que tres obras de Gurlitt fueron robadas a familias judías.

AFP.

BERLÍN.- Casi tres años después de que las autoridades alemanas hallaran en el departamento de un coleccionista de Münich un tesoro artístico que sorprendió al mundo, las obras se repartirán entre Suiza y Alemania, país responsable de esclarecer si centenares de ellas fueron robadas por los nazis.


La misteriosa historia del anciano Cornelius Gurlitt saltó a la prensa internacional a finales de 2013, cuando se conocieron los primeros detalles de un investigación que había comenzado dos años antes y que reunía todos los ingredientes de un guión de película.


En el marco de un proceso por evasión fiscal se habían encontrado en un departamento de Münich alrededor de 1.280 obras de arte de artistas de la talla de Pablo Picasso, Franz Marc, Emil Nolde, Pierre-Auguste Renoir, August Macke o Marc Chagall, algunas de ellas desconocidas hasta el momento y nunca catalogadas.


Las sospechas eran muchas y a principios de 2014 las autoridades alemanas ofrecieron su primer veredicto: más de 450 obras tenían un origen dudoso y podían ser "arte robado", es decir, piezas expoliadas por los nazis en las viviendas de judíos deportados, o entregadas al régimen de Hitler para "pagar" un permiso de salida del país.


En torno a 380, cifra que aumentaría al encontrarse en febrero otras 238 obras de arte en un piso de Gurlitt en Salzburgo (Austria), pertenecían al denominado "arte degenerado", lienzos de los clásicos modernos que los nazis confiscaron en museos y galerías a finales de los años 30.


Ante las presiones del mundo del arte, de historiadores y de posibles herederos judíos repartidos por todo el mundo, Alemania decidió publicar en internet todas las piezas sospechosas de ser robadas, mientras Gurlitt— al que la justicia había asignado un tutor legal ante su avanzada edad—, aceptaba devolverlas a sus legítimos propietarios cuando concluyeran las investigaciones.


El 6 de abril, con 81 años, Gurlitt muere en su casa de Múnich, sin los centenares de cuadros que le habían acompañado a lo largo de toda su vida, y vuelve a desconcertar al mundo: según su testamento, su colección será legada al Museo de Arte de Berna.


Una negociación engorrosa


Comienza así las negociaciones entre las autoridades bávaras, el Gobierno de Berlín y la pinacoteca suiza para buscar una solución consensuada a un asunto espinoso, conscientes de que no resolverlo de forma adecuada podría abrir la espita de interminables litigios en tribunales de todo el planeta.


El pasado mes de noviembre, tres días después de que una prima de Gurlitt decidiera reclamar la herencia que cree que le corresponde, los gobiernos de Baviera y de Alemania y el museo suizo presentaron el acuerdo alcanzado.


El Museo de Arte de Berna recibirá el controvertido legado del coleccionista, pero los centenares de cuadros sospechosos de haber sido expoliados permanecerán en Alemania, que asumió así "su especial responsabilidad histórica" en la "reparación de las injusticias del nacionalsocialismo", como quedó plasmado en el acuerdo.


Las obras del llamado "arte degenerado" también viajarán a Berna, que se compromete a prestarlas de forma prioritaria a los museos y galerías en los que estuvieron expuestas antes de que los nazis lanzaran su campaña contra los pintores que consideraba contrarios a los valores tradicionales y propios de su pureza racial.


Comienza ahora un largo y minucioso proceso para comprobar las reclamaciones que presenten los herederos, muchos de ellos, como se ha empezado a comprobar, judíos residentes en Estados Unidos.


El grupo de trabajo creado especialmente para estudiar cada obra sospechosa y la documentación que pueda aclarar su origen lleva ya meses enfrascado en esta laboriosa tarea y, por el momento, ha declarado oficialmente como "arte robado" tres obras del tesoro de Münich, que podrán regresar con sus dueños.


Se trata de "Dos jinetes en la playa", del pintor alemán Max Liebermann y perteneciente a la familia del coleccionista judío David Friedmann; el lienzo de Matisse "Mujer sentada", del marchante de arte francés de origen judío Paul Rosenberg; y el dibujo "Tocando el piano", de Carl Spitzeg, reclamado por la familia del editor de música Henri Hinrichsen, que murió en 1942 en Auschwitz.

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