El español Plácido Domingo recibe la admiración del joven tenor alemán Jonas Kaufmann.
Agencia APLONDRES.- Con 45 años, Kaufmann acumula interpretaciones de obras francesas, italianas y alemanas, y se reconoce halagado ante las comparaciones con el cantante español.
"Me decían que tenía que especializarme, que no podía hacerlo todo, y yo respondía: '¿Pero Plácido lo hace, verdad?'. Ahora me estoy acercando a las comparaciones con él y es emocionante ver que he alcanzado algo que jamás soñé", sostuvo el alemán en una entrevista con la agencia Efe.
"Plácido siempre ha sido un ejemplo", recalcó Kaufmann, que esta semana estrena en la Royal Opera House de Londres una versión del "Andrea Chénier" de Umberto Giordano en la que brillará de nuevo en el papel protagonista.
La carrera del alemán dio un salto definitivo en 2006, cuando debutó como Alfredo en "La Traviata", en el Metropolitan de Nueva York. En los dos últimos años, a pesar de los "altos y bajos" que él mismo reconoce, se ha consolidado como el tenor de moda en el panorama mundial, codiciado por los teatros más prestigiosos.
Al reflexionar sobre su trayectoria, Kauffman lamenta la dificultad de planificar su futuro con los casi cinco años de antelación que requieren las nuevas producciones en los grandes teatros.
"Cuando estás desesperado por trabajos aceptas lo que haya, pero cuando ya tienes la opción de elegir debes tomar decisiones sabias, en el sentido de que sean buenas para ti y tu reputación, para tu voz, y buenas para ti mismo, para tu alma", indicó el tenor.
"Debes hacer producciones que vayas a disfrutar, que estés deseando hacer. Eso marca una gran diferencia", razonó el cantante, que insiste en que la necesidad de disfrutar sobre el escenario ha guiado hasta ahora su trayectoria.
Según relata, el placer de cantar lo encontró durante sus primeros años como profesional, cuando unos constantes problemas de garganta le obligaron a reeducar su voz y encontrar un modo de expresión menos encorsetado.
"El profesor adecuado me enseñó a confiar en mi voz, a saber que todas las notas van a estar siempre ahí. Eso te otorga mucha relajación. Para crear sonido no sólo es necesaria potencia, sino también relajar las partes adecuadas del cuerpo para que vibren y amplifiquen la voz", afirmó Kaufmann.
"Ahora me siento libre sobre el escenario, no tengo preocupaciones en mi mente. No estoy pensando 'cuidado con esto, respira', o bien 'cuidado, ahora vine una nota alta'. Nada de eso. Simplemente uso la voz como si estuviera hablando", asegura el cantante.
Hasta que superó aquella crisis vocal, Kaufmann nunca entrevió el éxito que le esperaba como cantante de ópera, un triunfo que es fruto, entre otros factores, de algunas decisiones arriesgadas que tomó en su juventud.
Abandonó primero sus estudios de matemáticas para centrarse en el canto y rechazó después un contrato en el teatro estatal de Sarrebruck, al oeste de Alemania, para mantener la capacidad de elegir los roles más adecuados para su voz.
El tiempo le dio la razón y actualmente vive un rotundo éxito que mantiene su agenda repleta gran parte del año.
"Tengo una vida en la que casi nada se repite. Siempre estoy en un lugar nuevo, en una ópera distinta, con colegas diferentes. En ocasiones me siento como perseguido", relató Kaufmann.
"Aprecio haber logrado una carrera tan exitosa, aunque es muy difícil encontrar tiempo para mí mismo, para mi familia y mis amigos. Me siento como si tuviera que pedir perdón constantemente por no poder hacer todo lo que me ofrecen", afirmó el tenor alemán.