Aunque el primer ministro se retractó de su intervención fue repudiado públicamente por el mundo de la cultura.
APJERUSALÉN.- Intelectuales israelíes doblegaron a su primer ministro, Benjamin Netanyahu, después de que se entrometiera en la designación del jurado al prestigioso "Premio Israel" de las artes y las ciencias.
La presión de la comunidad intelectual israelí, el riesgo de cancelación del galardón más distinguido del país y una tajante -y muy efectiva- directiva del fiscal general del Estado, Yehuda Weinstein, pudieron más que la aparente ambición política de Netanyahu de dirigir el destino del galardón.
El primer ministro "respeta la directiva del fiscal general de que desista de ocuparse de la designación de los jueces del Premio a causa de las próximas elecciones", expuso un comunicado difundido por su Oficina.
La nota respondía a una misiva enviada por Yehuda Weinstein, en la que exigió a Netanyahu que dejara de interferir en los nombramientos del jurado después de que destituyera a los catedráticos Avner Holtzman y Ariel Hirschfeld, integrados en el panel de literatura, y al productor Hayim Schrir.
El origen de la polémica se remonta a hace unos días cuando se anunció la destitución de los tres jueces de acuerdo a un criterio de "representatividad", según expuso Netanyahu.
El argumento del líder del Ejecutivo radicaba en que, con frecuencia, el jurado se componía "por gente con puntos de vista extremistas, incluidos anti-sionistas, que garantizaban el premio a sus amigos", recordaba hoy el diario progresista 'Haartez'.
"Por tanto", explicaba el jefe del Ejecutivo, "a cualquiera que no se identifique con su visión, que no pertenezca a su camarilla, le será muy difícil llegar hasta el jurado o recibir el premio" y dejó entrever que en su totalidad los ganadores rara vez eran ajenos a la comunidad ashkenazí (judíos de origen europeo) de izquierdas.
El "Premio Israel" se entrega en categoría de humanidades pero también de arte, ciencia, deportes o música y reconoce además contribuciones excepcionales a la nación, además de trayectorias destacadas. Entre sus ganadores están Zubin Mehta, las Fuerzas de Defensa de Israel y Amos Oz.
Pero la destitución de los jueces levantó una ola de críticas entre los literatos israelíes, que intuyeron en la intromisión de Netanyahu un intento político de evitar que el renombrado escritor israelí de izquierdas, David Grossman, fuera condecorado.
Sin silencios ante el Israel de hoy, Grossman siempre se ha mostrado crítico con un país "lleno de potencial, energía, talento y vitalidad" que padece esa "fuerte corriente subterránea de ansiedad y desesperanza" que lo desenfoca, alimentada por unos dirigentes que "utilizan el discurso del miedo para manipular" a una sociedad que arrastra su pasado, indicó.
Hoy, "estos son días tristes (...) Netanyahu ha dado un golpe de forma cínica y arrolladora que daña a la libertad intelectual y de pensamiento", lamentaba al 'Yedito Aharonot' tras retirar su candidatura a pesar de ser el favorito para el título de literatura.
Y no fue el único. Tras la intervención del líder del derechista Likud, un total de 17 miembros del jurado o aspirantes resignaron o abandonaron en gesto de rechazo.
Entre ellos, el también escritor Haim Beer o Ruth Dayán, mujer del fallecido y mítico general Moshe Dayán, que iba a recibir el premio de honor por trayectoria de vida, así como 8 evaluadores que incluían a la conocida actriz local Yona Elian y el investigador de literatura Nisin Calderón.
En un último intento por evitar el inminente desplome de un título estandarte para el país, el fiscal general instó a Netanyahu a revisar su actuación y conseguió su compromiso de apartarse del camino, invitando a los jueces retirados a regresar al comité evaluador.
"Este es un premio importante e insto a cualquier persona que se renunció a su candidatura, así como otros jueces a volver a las posiciones", aceptaba Holtzman, que era secundado por otros de sus colegas en la batalla, informaba la agencia Walla.
Incluso el presidente Reuven Rivlin quiso apaciguar las aguas y encauzar el escándalo para salvaguardar la existencia "de un denominador común de la sociedad israelí", "uno de los pocos que quedan", pidiendo la vuelta de todo aquel que había renunciado.
"Vamos a preservar el 'Premio Israel' por el bien de todos nosotros", deseó, sin saber aún cuál será el resultado de la edición de un premio que ha sido denominado por algunos medios como "la gran vergüenza".