La cultura náhuatl se caracterizó por ritos festivos ligados al erotismo.
Ismael RojasGUADALAJARA.- Una ópera hablada completamente en lengua náhuatl y acompañada por una orquesta de instrumentos autóctonos rescata cantos populares eróticos de las comunidades prehispánicas en México.
El musicólogo e historiador mexicano Gabriel Pareyón adaptó el texto anónimo "Xochicuicatl cuecuechtli", un cantar poético que era representado por actores de la cultura náhuatl siglos antes de la conquista española.
El texto se caracteriza por su picardía, su doble sentido y un profundo erotismo, de ahí que su nombre haya sido traducido al español como "canto florido de travesuras", dijo a Efe el mexicano durante una presentación en la ciudad de Guadalajara.
El poema sobrevivió a la censura que impusieron los conquistadores españoles, que llegaron a México en 1519, gracias a que el misionero franciscano Bernardino de Sahagún lo transcribió y lo incluyó en la compilación de textos tradicionales "Cantares mexicanos", en el siglo XVI.
"Fue prohibido porque aparecen hombres y mujeres con poca ropa, que bailan mucho, y eso se prestaba a asuntos que no convenían para nada al proceso evangelizador", explicó Pareyón, quien señaló que el tema de la sexualidad en las culturas prehispánicas había sido poco estudiado hasta hace unas tres décadas.
La puesta en escena de este canto ancestral le llevó a Pareyón diez años de investigación a través de fuentes literarias, lingüísticas y musicales, con la ayuda del semiólogo e historiador francés Patrick Johansson.
El resultado fue una ópera contemporánea alejada de la tradición europea de las arias con instrumentos de cuerda, que incluso fue escrita sin pentagramas para "mantener una coherencia" con la lírica náhuatl, apuntó Pareyón.
Las partituras y registros vocales de los cinco actores que participan en "Xochicuicatl cuecuechtli" fueron trabajados minuciosamente para apegarse a la cadencia y la tradición oral náhuatl, una lengua que aún se habla en ocho estados de México, lo que la hace "una obra única en sonoridad", destacó.
En la obra se mezclan la poesía, la danza y la música prehispánicas con los simbolismos y la cosmovisión de las antiguas culturas.
El sonido del caracol, evocador de la creación del universo, marca el comienzo de la ópera, plagada de sensuales bailes de las "ahuianimeh" o "alegradoras", mujeres Náhuatl expertas en el arte de la seducción, educadas desde muy jóvenes para entretener a los guerreros.
Un extranjero llega a seducir a las "alegradoras" y éstas lo hacen caer en desgracia, obligándolo a suplicar la ayuda de "Xochipilli" el dios de las flores, el amor juvenil y las enfermedades venéreas.
Las escenas son acompañadas por el potente sonido de 60 instrumentos autóctonos mesoamericanos que conforman la primera orquesta de este tipo en México, dirigida por el músico José Navarro.
Los tambores conocidos como "teponaztli" y "huehuetl", flautas dobles o triples y aerófobos construidos de manera artesanal en madera y cerámica hasta caparazones de tortuga son ejecutados por 20 músicos especializados en estos instrumentos.
"Son construidos a mano, objetos que (en las culturas prehispánicas) eran considerados como sagrados, porque había que tomar algún elemento de la naturaleza para crearlos", explicó Navarro.
La ópera se estrenó en agosto 2014 en la comunidad indígena Arcelia, en el sureño estado de Guerrero, y esta semana regresó a los escenarios para celebrar el 473 aniversario de Guadalajara y en abril próximo será montada en el Centro Nacional de las Artes, en la capital mexicana. Pareyón cuenta además que en 2016 será llevada a diversos países europeos a los que ya han sido invitados, pero que aún están por cerrar fechas.