Sylvia Plath (1932-1963) es una escritora y poeta estadounidense en cuya vida y obra están cruzados la tragedia, el dolor y el suicidio con que a los treinta años puso fin a sus días, para quedar inscrita en la posteridad con libros como "The colossus" (1960), la novela "The bell jar" (1963) y el póstumo "Ariel" (1965). Belle and Sebastian es un grupo escocés caracterizado desde sus inicios en 1996 por una aproximación sutil, sin estridencias ni sobresaltos, a un sonido en parte acústico bien merecedor del nombre de pop de cámara con que suele ser definido. Con tales cuotas de sensibilidad por ambos lados, era esperable que una canción de Belle and Sebastian sobre Plath fuera melancólica, contemplativa o al menos bucólica. Pero es todo lo contrario, tal como se oye en Girls in peacetime want to dance (2015), el noveno disco del grupo: Belle and Sebastian van con Sylvia Plath a bailar música disco.
Puede ser una forma casi provocativa de volar en pedazos un contexto para instalar otro nuevo. Pero sobre todo en el caso de estos músicos es un modo de buscar y encontrar nuevos rumbos sin perder el estilo. No es primera vez que Belle and Sebastian se inclinan al borde más pop de su sonido, y hay pruebas en discos como Dear catastrophe waitress (2003), donde trabajaron con un productor pop por definición como Trevor Horn, de créditos tan setenteros y ochenteros como los de los grupos Buggles y Frankie Goes to Hollywood en adelante. Sólo que ahora van más allá. Girls in peacetime want to dance es el disco más pop y bailable del grupo, con llamados instantáneos a la pista en la mencionada "Enter Sylvia Plath", en el pop de sintetizadores de "Play for today" con la cantante de la banda estadounidense Dum Dum Girls como invitada, y en esa estupenda célula de funk tipo Chic que trae dentro el single "The party line". Pero no por todo eso es un disco uniforme, sino al contrario.
El sonido claro y melódico de pianos y guitarras que es la marca más registrada de Belle and Sebastian está presente en las dos primeras canciones, "Nobody's empire" y "Allie". Un timbre inconfundible en el grupo es la voz pálida del cantante Stuart Murdoch, compartida aquí con la violinista Sarah Martin y el guitarrista Stevie Jackson, que también cantan. Hay violines al servicio del pop en "The power of three", canción marcada por el juego entre una excelente línea de bajo y los acordes de guitarra, y los mismos violines se oyen en función de un resultado más acústico en "Ever had a little faith?" a la sombra de Velvet Underground entre la melodía de "Femme fatale" y la guitarra de "Sweet Jane". Varias composiciones se toman además tiempo en explayarse, ya sea porque el principio del baile requiere duraciones largas o porque la canción crece con elementos sucesivos. Es lo que pasa en "Nobody's empire" y los coros y trompetas que acompañan la personal historia narrada por Murdoch en esa letra, y en la más notoria "The everlasting muse", que incluye dos partes distintas entre un aire inicial de bossa nova y una celebración final entre trompetas y mandolinas fuera de toda expectativa.
No es una transformación radical ni gratuita. Así como la letra de "Perfect couples" parece ser una broma en torno al estilo de vida hipster, tiene sentido que el título del disco ("En tiempos de paz las niñas quieren bailar") sea una ironía sobre la supuesta superficialidad de la música pop. No corren precisamente tiempos de paz en en mundo; así las letras de "Allie" y "The cat with the cream" incluyen alusiones a las bombas en el Medio Oriente y a la política interna escocesa, y no por nada la canción final se llama "Este ejército es para la paz". Murdoch va lejos más allá del escapismo asociado a la música disco cuando en "The party line" invita a saltar a la pista de baile: "No hay nadie más aquí salvo tu cuerpo", dice, como un recordatorio de la soledad posible en esa pista. Por lo demás basta prestar atención a la melodía y la armonía de "Enter Sylvia Plath" para descubrir la música triste y en tono menor que viene encerrada en esos siete minutos envueltos en producción tipo Giorgio Moroder. Belle and Sebastian no pierden el estilo, y de hecho proporcionan aquí una buena ocasión para distinguir entre género y estilo. Géneros, no estilos, son el pop, el funk o la bossa nova, si es por hacer un inventario de este disco. Estilo es el carácter personal que tiene un músico o un grupo para abordar cualquier género y hacerlo propio y reconocible, como Belle and Sebastian cuando tocan música dance y hasta llevan a Sylvia Plath a la disco.