Alejandro Fernández trajo de regreso los sonidos de México y se llevó la Gaviota de Oro

VIÑA DEL MAR.- Es uno de los sonidos más populares a lo largo y ancho de Chile, pero en este escenario que resume el gusto promedio local ya llevaba rato ausente de la mano de sus héroes masculinos.

Es la música tradicional mexicana, que poco después de las 23:00 horas de este martes trajo de vuelta al Festival de Viña del Mar el cantante Alejandro Fernández, para coronar un show que había arrancado hacía casi una hora.

Una hora que dio vueltas por las distintas caras de su repertorio romántico, pero que pasó a un relativo segundo plano a partir del epílogo de "Si tú supieras", cuando uno a uno comenzaron a ingresar los once integrantes de un mariachi, hasta firmar la mejor postal en la presentación del mexicano.

"Dónde te vas sola" marcó la largada de ese segmento que se cerró con "De qué manera te olvido" (original de su padre, Vicente) y con las gaviotas de plata y oro, y que de paso sirvió para imprimir en la presentación el carácter y la sangre que aparecieron a cuentagotas en la primera parte, pese a la excelencia instrumental.

Porque Fernández cuenta con una banda de lujo, coronada por un trío de metales que saca brillo a canciones como "Se me va el amor", pero que Fernández interpreta con el espíritu de un cantante de salones.

Esa carencia se hace aún más patente en el amplio listado de covers que el intérprete extrajo de su disco Confidencias (2013), entre ellos "Cóncavo y convexo" y "Te amaré", excesivas en arreglos y al debe en la sensualidad y la inocencia que, respectivamente, les dieron Roberto Carlos y Miguel Bosé.

Quizá es por eso que el mejor momento del show no provino desde lo musical, sino del alboroto que produjo en el público la confesión de estar "acomodándome el paquete", hecha por Fernández justo antes de interpretar en claves de bolero su hit "Me dediqué a perderte".

El mexicano se refería, por cierto, a la maraña de cables que tenía en su bolsillo trasero a causa de los monitores de retorno, pero eso daba francamente lo mismo. La carcajada fue extensa, y la anécdota queda desde ya en alguna página de ese "lado B" que hace que nuestro Festival aún pueda resultar entrañable.