Quienes hayan visto tocar desde 2007 en adelante a Los Ex habrán reparado en la existencia de ese bajista flaco y rubio de la banda rockera de Colombina Parra. Los conocedores en vivo de la cantante y autora Carolina Nissen también lo habrán visto en escena, esta vez a cargo de la batería y otros instrumentos. Y es posible incluso haberlo divisado en los conciertos de Inti-Illimani Histórico, pese a que ahí su trabajo es de ingeniero de sonido, por cierto detalle anatómico: con una estatura como la de Claudius Rieth es posible llamar la atención incluso tras la consola de audio.
Por último este hombre tiene cómo ser conocido por gran cantidad de músicos chilenos, en su calidad de fundador y de uno de los ingenieros de Triana, uno de los más prolíficos estudios de grabación de la capital. Y a todas esas ocupaciones de instrumentista, sonidista e ingeniero Claudius Rieth suma en estos días la de cantante y autor, vocación que en marzo de 2015 está reanudando con la publicación de su tercer disco como solista, bajo el nombre de Claudius a secas y con el título de Get out.
Un nombre en latín, un apellido alemán y una partida de nacimiento en Lima, Perú, son parte de sus señas de identidad. Vivió hasta los once años en la capital peruana, hasta 1984, cuando se radicó por otros diez años en Hamburgo, Alemania, el país de sus ancestros. Y en 1994 llegó a Chile, directo a Valdivia, donde estudió ingeniería acústica hasta 2000. Desde ese año está instalado en Santiago, donde abrió las puertas de Triana en 2006. Y así también hay una banda sonora paralela a los años más recientes de este recorrido.
El álbum de piano solo Piano (2001), Angel for us (2004) y el propio Get out (2015) son los discos de Claudius, que en el más reciente se hizo cargo de todos los instrumentos salvo los de dos músicos invitados, y grabó en su estudio. "Inicialmente le dedicaba tiempo esporádico, me quedaba hasta más tarde en el estudio o llegaba antes que mis clientes, pero la concentración y energía estaban muy bajas porque me involucro mucho en los discos que hago y no queda mucho espacio para más", recuerda. "Finalmente lo único que funcionó fue agendar tres semanas, dejarlas sólo para terminar las grabaciones faltantes y mezclar sin interrupciones".
Eso fue recién en el segundo semestre de 2014, y al final buena parte de las canciones son de ese año, con algunas excepciones: "No way to see" se remonta a su trabajo con la obra "Cuerpos pintados" en 2004, al igual que "Foot", "Close" y "Fine time", y la dupla entre "Going down" y "Chocolate" coincide con su etapa como bajista de Los Ex. "Una cosa que me pareció importante fue grabar todas las voces de nuevo, y creo que eso le da un carácter más parejo a todo. Mal que mal las historias son parecidas, pero el narrador debía contarlas de corrido y no con años entremedio. Además las mezclas las hice todas seguidas, en menos de dos semanas, eso también ayuda a que todo tenga una estética parecida".
-Tu trabajo en un estudio puede ser muy social, por la cantidad de músicos con los que te toca grabar. ¿Cómo es el contraste de hacer un disco tan "en solitario" como éste, con sólo dos músicos invitados y contigo a cargo de todo lo demás, las voces, los instrumentos, la composición, los arreglos, la grabación?
-La manera de trabajar este disco está en absoluto contraste con lo que hago con otros músicos cuando producimos sus discos. De hecho, el único momento en que estuve con otras personas fue con los instrumentistas invitados, quizás en total dos o tres horas. Creo que es algo que busco inconscientemente. Siempre estoy rodeado de gente, buscando generar un clima de trabajo agradable y positivo, entonces estar solo es algo que necesito. Me tengo que llevar bien conmigo, criticarme, motivarme, escucharme y tomar decisiones sin opiniones de nadie más. Prefiero no tener que justificar nada a nadie mientras estoy en el proceso de grabación, así me doy la libertad de probar sin vergüenza muchas cosas y si finalmente estoy conforme, lo dejo. Claro que tengo a mi crítico personal en la casa: Carolina Nissen. Pero a ella sólo le mostraba los temas ya mezclados y me ayudó mucho.
-¿También tiene sus desventajas ser este "hombre orquesta"?
-La desventaja de hacer todo uno es principalmente la falta de opiniones e ideas de diferentes cabezas creativas. Es muy probable que el próximo disco lo haga con muchas más colaboraciones, y por lo general ahí también aparecen aportes más allá de simplemente grabar una pista de la canción. Y a veces uno puede topar con sus límites de instrumentista, pero eso nunca fue mucho problema, porque la música que compongo no requiere para nada virtuosismo. De eso me despedí cuando salí de la universidad.
Otra diferencia con las producciones para otros músicos es que Claudius se permitió ciertos métodos estrictos en la mezcla del disco. "Fue un proceso muy ermitaño también. Aproveché todos los equipos análogos y una consola Studer que me traje de Berlin para mezclar casi 'a la antigua'. Dejaba todo armado en la noche, me llevaba la mezcla a la casa, la escuchaba unas dos o tres veces en la mañana y hacía los cambios a primera hora en el estudio. Después volvía toda la consola "a cero": no hay undo y no hay vuelta atrás. Si quería cambios, tenía que partir de nuevo. Cuando trabajo con bandas es muy difícil hacer eso, ya que los retoques son separados en el tiempo y hoy nadie acepta llevarse una mezcla a su casa sin posibilidad de hacer algún cambio. Es la era de los retoques, que muchas veces no mejoran el resultado final (pero sí dejan tranquilos a los músicos).
-¿Tal vez esa soledad relativa tiene que ver con el hecho de que tengas un "alter-ego" en algunas canciones del disco, como "Going down"? ¿En el fondo es un disco con varias voces?
-Es posible que el personaje de las canciones sea un poco inestable. Más que un disco con "varias voces" diría que es la búsqueda de identidad de una misma persona. A veces melancólico, nostálgico, burlesco, irónico, triste y a veces muy feliz. Trato de andar muy equilibrado por la vida. Trato. Pero haciendo discos es donde puedes jugar un poco, soltar algunas facetas que quizás por reglas sociales se te hace más difícil en la vida cotidiana. No necesariamente quiere decir que me identifico con todos los personajes que invento, a veces simplemente son fantasías.
-Hay doce años entre Angel for us, el disco previo, y Get out, con todas las cosas que pueden pasar en esa cantidad de tiempo. ¿Aun así dirías que hay alguna continuidad entre los dos discos?
-Por el hecho de haber dejado algunas canciones de ese período y de grabar todo ya hay una similitud. Hay una conexión. Además siento que ambos discos tienen cierta hermandad en lo sonoro. En términos técnicos creo haber logrado el sonido que tenía en mi cabeza. Con el disco anterior no sé si lo logré tan bien. Me faltaban años de experiencia, grabé con instrumentos de muy de baja calidad. Ahora ya me di el lujo de tener mejores cosas, aunque no creo que eso haga un cambio tan grande. Las manos y la cabeza siguen siendo del mismo personaje, pero sí creo que es un poco más maduro, menos ansioso. Por ejemplo en el disco anterior se me pasó la mano con la cantidad de canciones. Dura casi una hora y es un poco largo para un LP. Creo que aprendí en estos años bastante a resumir, a sintetizar mejor las ideas, aunque siento que me falta aún mucho camino por recorrer.
-A propósito de que mencionas la influencia de tu paso por Los Ex en la canción "Chocolate", ¿otros músicos con los que has trabajado también dejan algún tipo de influencia, aunque sea menos explícita, desde Carolina Nissen a Inti-Illimani Histórico u otros?
-Todos y todo han influido en cierta manera. La motivación de trabajar con un grupo como Inti-Illimani Histórico, que lleva 48 años creyendo en su sueño, es tremenda. La simplicidad de los arreglos de Carolina Nissen me hizo borrar muchas pistas, la energía de tocar con Los Ex me inspiró a poner más distorsión a algunas guitarras, los grupos de cumbia que he grabado y mezclado algo han dejado en mi corazón. En general no me ha pasado que he llegado a mi casa diciendo "esto me parece genial, quiero hacer una canción así". Es más bien estar rodeado constantemente de gente creativa de tan distintos estilos, con las ganas de hacer música y la obsesión de seguir creando la que me contagia. Todos influyen de alguna manera en lo que uno hace, pero no me dio por meter instrumentos que se usan para el folclor por ejemplo. Quizás la próxima vez.
Al respecto Claudius menciona cierto diálogo sostenido con Eduardo Carrasco, el director de Quilapayún. "Tuvimos una conversación muy interesante en una gira, acerca de hacer música, y en resumen me dejó con una frase muy clara: 'Uno nunca debe hacer música teniendo como meta que le guste a la gente'", recuerda. "Algo que he aprendido de todos los músicos con que he trabajado es que si no estás conectado realmente con lo que estás grabando no puede quedar bien. Sin sentimiento nada funciona. Más vale un poco "despeinado", pero real. A veces el estudio te puede llevar a ser muy metódico y perfeccionista en términos técnicos, pero el alma se va quedando cada vez más afuera cuando trabajas para la afinación y la cuadratura. Creo que es bueno arriesgar, y si no funciona, da lo mismo".
-¿Estas canciones están pensadas para ser tocadas en vivo? ¿Te gusta esa perspectiva?
-Voy a hacer un lanzamiento de todas maneras. Lo lindo es que ya me han ofrecido acompañarme amigos músicos. Quiero hacer algo mixto. Lo tengo todo en mi cabeza y sé que es un montón de trabajo, pero voy a armar un show para teatro pequeño, partiendo solo y luego agregando más músicos. Va a ser una propuesta músico/teatral, pero aún no he encontrado el lugar donde hacerlo. La idea es seguir después tocando. Finalmente siempre he necesitado rockear en mi vida, no me aguanto solo en la consola o tras bambalinas. Me empiezan a picar los dedos.