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Pantera

Vida animal: con panteras, serpientes y visiones lisérgicas de alces y cobras, esta banda chilena sabe traducir bien en su cuarto disco esa noción de instinto a un rock eléctrico y psicodélico.

20 de Marzo de 2015 | 02:46 |

Seres que reptan, galopan, aúllan o depredan son habitantes de buena parte de este disco, partiendo por la fiera que ruge y anuncia el título de Pantera en la cubierta, e incluida la mutación zoomórfica descrita en la canción "Serpientes", una alusión al cambio de piel propio de los reptiles como una forma de trance, entendido como tránsito, o como metáfora de la reencarnación: "La serpiente cósmica me hizo sentir / Que después de la muerte se puede vivir" es el remate de esa canción.

La metamorfosis funciona también como metáfora para Vuelveteloca, no sólo el primer grupo que grabó en el prolífico sello chileno de música psicodélica BYM Records, sino además el más mutante de ese catálogo. Cada una de las cuatro grabaciones de la banda a la fecha, Vuelveteloca (2007), Jinete galáctico (2010), Días de calor (2012) y Pantera (2015), ha sido hecha con algún cambio de integrantes en la alineación, y ese dinamismo recorre las canciones del nuevo disco.

El rock de Vuelveteloca está tocado con guitarras eléctricas crujientes y entrelazadas, con un eventual teclado que viene a enriquecer los timbres en la última pista, con cambios de pulso al interior de un par de canciones y con una batería importante en la identidad del grupo. Son creativos los patrones rítmicos de "Shakers", de "Mercury Atlas I", donde el primer golpe de tambor de cada compás se adelanta y genera un efecto elástico; o de "Terror", donde el mismo tambor marca los tiempos fuertes del compás y por lo tanto desactiva la síncopa que es el lugar más común de la batería de rock, mientras en todo el disco los platillos refuerzan el efecto volátil de esta música.

Suelen ser despegues largos además, con siete minutos o más de duración que, en "Shakers" por ejemplo, son además siete minutos casi siempre en el mismo tono. La voz aguda del cantante, doblada además en "Galopar" con un llamativo juego de dos voces octavadas, se lleva bien con el espíritu lisérgico de varias de estas letras. "Un salto hacia el espacio en naves que desaparecen" (en "Mercury Atlas I"), "Entro en una espiral y corro a toda velocidad" (en "Shakers") o "Entro a un túnel infinito / perdido en el universo" (en "Tercer ojo") son algunas de las visiones descritas en estas líneas, sumada a la fauna ya mencionada. "Galopar firme y constante / sensación animal", dice la letra de "Galopar", sensación animal aumentada por la presencia de serpientes, tigres que corren en "Viaje a la India", un sabio alce negro que aparece en "Terror" y una cobra de neón que se manifiesta en "Cobra". Es vida salvaje, animal y por lo tanto instintiva. Vuelveteloca sabe bien a estas alturas cómo traducir a música esa sensación de instinto.

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