Imagen de la pequeña Ana en el campo de concentración.
Sitio oficial de Ana FrankALEMANIA.- En estos días el sol de la primavera envía sus primeros rayos de sol, pero a finales de la Segunda Guerra Mundial reinaba la más profunda oscuridad. Y es que pocas semanas antes de la liberación del campo de concentración Bergen-Belsen, en el noroeste de Alemania, fallecieron sólo en marzo de 1945 18.168 presos, la mayoría por enfermedad y agotamiento.
Entre ellos estaban Margot y Anne (Ana) Frank, cuyo trágico destino acabaría siendo mundialmente conocido gracias a la publicación de su famoso diario. Con todo, 70 años después de su muerte -no se sabe exactamente cuando, pero ocurrió en la segunda mitad de aquel marzo- en el sitio histórico que albergó el campo de concentración nazi no se la recuerda de manera especial, sino que se pretende que no sobresalga por encima de las demás víctimas.
"Queríamos tratar a Margot y Ana como al resto", explica Yves Kugelmann, del consejo de la fundación del fondo Ana Frank en Basilea, fundado por el padre de las pequeñas. "Ella fue una de las miles de víctimas de Bergen-Belsen y no queremos que se convierta en un lugar de peregrinación". El 70 aniversario de la muerte de Ana, Margot y su madre se recordará en el círculo familiar, añadió.
No obstante, en Bergen-Belsen una lápida recuerda a las dos hermanas en medio de la gigantesca pradera verde que sirvió de fosa común. "Como norma, no conmemoramos la muerte de una persona cuya fecha no podemos datar con precisión", explica por su parte Stephanie Billib, portavoz del sitio histórico. Aunque en el centro de documentación del antiguo campo hay una pequeña sección dedicada a la niña, resulta problemático desligarla del resto, añade.
Por un lado, en abril se recordarán los 70 años de la liberación de Bergen-Belsen y a todas sus víctimas y, por otro, con Ana Frank se prefiere utilizar su fecha de cumpleaños y centrar las conmemoraciones en aspectos más positivos, como trabajar con los jóvenes para que conozcan su historia, señala Billib.
Además, es difícil unir el relato del escondite en la "casa de atrás" de µmsterdam, donde escribió su diario, con las indescriptibles condiciones que vivió durante su paso por Bergen-Belsen, donde falleció de tifus. Por eso, aunque la película de 1959 "El diario de Ana Frank" incluía en un principio el terrible final de sus días, esas escenas pronto acabaron siendo eliminadas, explica el investigador holandés David Barnouw.
"En algún momento de los últimos días, envolví a Ana en una manta", recordaba más tarde Janny Brandes-Brilleslijper, que también estuvo presa en el campo de concentración. "Ya no le quedaban lágrimas (...) Primero fue Margot la que se cayó de la cama al suelo. Ya no era capaz de levantarse. Ana murió un día después".
Tras el estreno a mediados de los 50 de la obra teatral de Albert Hackett, que adaptó el diario de la niña a los escenarios, hubo jóvenes que viajaron a Bergen-Belsen a depositar flores en recuerdo de la niña, cuenta Barnouw, quien durante años estudió la vida de Ana Frank en el Instituto Neerlandés para la Documentación de la Guerra (NIOD). No obstante, explica, la imagen de Bergen-Belsen está más marcada por las impactantes grabaciones fílmicas que los británicos realizaron tras la liberación del campo.
Después de la guerra, los vecinos de la zona se vieron en un principio marcados por ellas, y tuvieron que pasar muchos años para que lograran asumir esa herencia. Además de un colegio con el nombre de Ana Frank, en 1999 se instauraron los Días de la Paz dedicados también a la niña judía. Y aunque el 70 aniversario de su muerte no se recuerde allí de manera especial, sí se pretende crear un sitio de encuentro para jóvenes de todo el mundo que quieran conocer lo que ocurrió en el campo de concentración.