Matías Lira junto a Luis Gnecco en pleno rodaje.
BF Distribution.SANTIAGO.- Son las 10:30 de la mañana y Matías Lira se disculpa por lucir una mirada cansada. "Casi no he dormido en los últimos días", dice al recibir a Emol en su productora Ocio, en las cercanías del Barrio Bellavista. El director de la película que aborda los abusos cometidos por el sacerdote Fernando Karadima está agotado. Y no es para menos. Las últimas dos semanas las pasó dando los últimos toques de edición a la cinta que se estrenará el próximo jueves 23 de abril.
Además, el resto del proceso de realización de la película fue también desgastante. Lira pasó años buscando información y contactando a quienes estuvieron directamente afectados por las acciones del religioso, y una vez que lo consiguió, vino la consecuente oposición de los defensores del cura, y un proceso de rodaje complicado, debido a que no fue fácil conseguir locaciones de la Iglesia.
Tras terminar las grabaciones —realizadas de forma interrumpida entre mayo y noviembre del año pasado, en zonas facilitadas por religiosos que apoyaban su proyecto—, tuvo cinco meses para post-producir el material.
Y a pocos días de la difusión de "El bosque de Karadima" en 52 salas nacionales, el realizador admite que aún está analizando toda la información a la que accedió para llevar a cabo este proyecto junto a Luis Gnecco y Benjamín Vicuña, en los roles de abusador y víctima, respectivamente.
"El proceso de entendimiento, todavía sigue para mí, porque aún hoy me doy cuenta de cosas que antes no tenían explicación. Por ejemplo, había gente que me decía 'pero cómo puede haber un abusado que tiene 30 años. Esa persona podría pegarle un combo y deja de ser abusado'. Y uno también se lo preguntaba. Y uno se empieza a dar cuenta que este lugar, El Bosque, es una secta. Y cuando uno procesa lo que es una secta, entiende por qué una persona puede estar 20 años sumido en un lugar de ese tipo", dice Lira.
No es una película contra la Iglesia
"Una secta tiene elementos técnicos y psicológicos para retener a la gente", explica el también director del largometraje "Drama" (2010), y para ahondar en esta perspectiva, añade algunos ejemplos. "Cuando los niños iban a hablar con Karadima, a veces los hacían esperar seis horas sentados en una silla. Te podrás imaginar la vulnerabilidad de una persona después de seis horas. El cansancio mental, la angustia. Otro elemento fundamental es el distanciamiento de sus seres queridos o familia. Cuando te dicen 'no, en fe de su vocación usted tiene que abandonar a su familia, dejar de juntarse con ellos'. Ésos también son elementos sectarios, que te distancian de la gente que más te quiere y que más puede ayudarte en momentos de dificultad. Y después viene todo lo sicológico: empiezan a manipular el mensaje evangélico para aprovecharlo en su beneficio".
A juicio de Lira, todo lo anterior fue ejecutado por el sacerdote, y eso fue lo que le dio poder ante los jóvenes que lo buscaban como guía espiritual, algo que busca retratar en su película.
Ésta muestra el lazo que Fernando Karadima (Gnecco) entabla con Thomas (Vicuña), un estudiante de medicina que lo busca para que lo ayude a definir su vocación sacerdotal. Al poco tiempo el adolescente desarrolla un profundo lazo de dependencia hacia el religioso, a quien percibe como líder espiritual y como una figura paterna.
-¿Tu eres católico?
-Soy católico. Estudié en un colegio católico, el Saint George. Ahí tuve la suerte de estar ligado al padre Gerardo Whelan, que es el protagonista de la película Machuca. Por eso a mí me dolía tanto hacer esta película... Y no es una película contra la Iglesia, es una película de un grupo mínimo. Pensar que esta película es contra la iglesia es un tremendo error. Y por eso tantos sacerdotes me ayudaron, porque ellos mismos quieren que esto se destape, y que la gente que está involucrada, específica, caiga.
-Durante el proceso de realización del proyecto, ¿tuviste contacto con James Hamilton y las demás víctimas?
-Sí, estuve en contacto con todas las víctimas: José Murillo, Juan Carlos Cruz, James Hamilton, y me ayudaron a entender todas estas cosas que te explicaba antes: El concepto de secta, el concepto de ocultamiento, que las cosas no salgan a la luz, la manipulación psicológica para que creyeran que ellos eran los culpables. Todas estas cosas que están perjudicando a la Iglesia, a esta iglesia positiva que yo he podido encontrar, de la que en un minuto estuve totalmente en contra, pero ahora me doy cuenta que no puedo generalizar.
En términos cinematográficos, una de las mayores fortalezas de la producción es el modo en que Lira abordó las escenas de abuso sexual. Aunque sus ideas son explícitas, logró concretarlas con una cámara sutil y actuaciones muy bien logradas. "En ese proceso interactuaron varias personas. Desde el director de fotografía (Miguel Joan Littin) y el director de arte (Sebastián Muñoz), hasta la montajista (Andrea Chignoli) y los actores. Con ellos fuimos trabajando las escenas. Porque, para ser sincero, en el guión esas escenas sólo estaban marcadas como 'están en la cama'. Y ahí (en pleno rodaje), entrábamos en el vértigo del cine", cuenta.
"Cuando las cosas se hacen con trabajo, con honestidad, quedan como quedan. Súper realista, crudo, pero al mismo tiempo con un nivel de crudeza que la gente puede conectarse, porque se sienten cercanos", explica el realizador.
Otros aspectos de la conversación entre Matías Lira y Emol, puedes verlos en el siguiente video.