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Las técnicas de manipulación y abuso que busca destapar "El bosque de Karadima"

Luis Gnecco y Benjamín Vicuña protagonizan esta intensa y explícita película del director Matías Lira, quien pretende exponer las maneras en que el sacerdote habría cautivado a sus víctimas.

23 de Abril de 2015 | 16:21 | Por Francisca González Castillo, Emol
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El personaje de Vicuña lentamente pone a disposición de su ''mentor'' gran parte de las decisiones de su vida.

Constanza Valderrama.

SANTIAGO.- Información sobre los abusos sexuales cometidos por el sacerdote Fernando Karadima hay bastante. Una de las investigaciones más completas fue publicada en 2011 por la periodista María Olivia Monckeberg en un libro, "Karadima: El señor de los infiernos". También hay archivos judiciales, análisis de prensa y muchas entrevistas a las víctimas que denunciaron públicamente los delitos: James Hamilton, Fernando Batlle y Juan Carlos Cruz (quien también publicó un libro con su testimonio).

Es indudable que el caso Karadima ha tenido una alta exposición en la opinión pública. No obstante, el estreno de la película de Matías Lira basada en estos hechos, "El bosque de Karadima", abre una arista hasta ahora menos visibilizada: Las estrategias que habría utilizado el religioso para concretar y justificar los abusos e, incluso, hacer que las propias víctimas se sintieran responsables por ellos.

El guión fue escrito por Álvaro Díaz ("31 Minutos"), Elisa Eliash ("Aquí estoy, aquí no") y Alicia Scherson ("El futuro") se escribió después de investigar las denuncias durante dos años, y en él se plasma un relato que sintetiza la información a través de solo un protagonista, Thomas. Es él quien revela los hechos en primera persona al promotor de la justicia eclesiástica (Francisco Melo).

En las primeras escenas el personaje es interpretado en su etapa adolescente por Pedro Campos. Luego, en la adultez, por Benjamín Vicuña. El Thomás de 18 años vive con una madre egocéntrica (Aline Kuppenheim), que se interesa más en el sexo que en la vida de su único hijo. En el hogar no hay una figura paterna que compense la precaria confianza establecida entre ellos dos.

El protagonista tiene dudas sobre su futuro, pues aunque quiere estudiar en la universidad, también aspira a ingresar al seminario. Para salir de su confusión, se acerca a Fernando Karadima (Luis Gnecco), quien es reconocido por su talento a la hora de congregar a jóvenes que luego se convierten en curas. La conexión entre ambos es inmediata. El sacerdote rápidamente asume el rol de director espiritual. El joven, por su parte, siente que al fin puede confiar completamente en una persona que lo puede orientar en sus decisiones.

Mientras busca su vocación sacerdotal, Thomas tiene que aprender a manejar sus instintos sexuales, pues un representante de Cristo debe ser inmune a esa clase de tentaciones. Ése es el argumento que el personaje de Karadima utiliza para justificar sus primeros abusos. De a poco Thomas pone a disposición de su "mentor" todas sus decisiones, desde el ámbito emocional (como su matrimonio con Amparo, interpretada por Ingrid Isensee) hasta el laboral.

Gnecco retrata a un Karadima extremadamente manipulador. Haciendo uso de su cargo eclesiástico, su reputación y su simpatía, el cura logra posicionarse como una figura relevante para los jóvenes que acuden a su Iglesia.

La película es intensa y explícita. Avanza sin miedo por escenas de alta tensión sexual, pero lo hace con sutileza. Estas secuencias no sólo son bien logradas por la dirección de Lira y las actuaciones de Vicuña y, sobre todo, de Gnecco, sino que cuentan con el respaldo de la fotografía de Miguel Joan Littin ("Machuca") y de la montajista Andrea Chignoli ("No").

"El bosque de Karadima" se estrenó en 52 salas a nivel nacional. Tras su exhibición en Chile, sus productores esperan difundirla en festivales extranjeros. Venecia y Toronto son dos cartas que se barajan para los próximos meses.

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